viernes, 13 de junio de 2014

Sobre el fracaso de las negociaciones trilaterales en Bruselas o el constante deterioro de la situación militar en el este de Ucrania

El enfrentamiento ruso-ucraniano se presentó esta semana desde múltiples frentes, tanto militares como comerciales, que dan a entender que estos roces no se resolverán en la brevedad.Desde la reunión de Normandía una reunión trilateral en Bruselas el pasado lunes 9 de junio, no hubo consenso posible entre los Kiev y Moscú, en cuanto al precio por pagar por mil metros cúbicos de gas, mientras que los rusos ofrecían una tarifa de $385, por debajo del promedio europeo, y cercano al que gozara en tiempos de Timoshenko. No obstante ello el primer ministro ucraniano Arsenii Yatseniuk exigía que el precio fuera de $268 dólares, precio preferencial que fue vigente durante el tiempo que Ucrania era parte de la Unión Aduanera con Rusia, ahora que no lo es, Gazprom dice que no ve razón de cobrar precio de amigos, cuando en realidad Kiev quiere alejarse de Moscú y acercarse a la Unión Europea (UE). Con todo el encuentro en suelo belga se concluyó sin éxito, y con la propuesta de volver a encontrarse el próximo lunes 15 de junio, para concluir un acuerdo. Este día es también que se vence el plazo para Kiev para pagar la deuda acumulada de varios meses que tiene con Gazprom, que se eleva a pronto 4 mil millones de dólares. Al no programarse ninguna nueva reunión bilateral, el gobierno ucraniano se verá en la impasse de o pagar, o ver el flujo de gas interrumpirse hasta nuevo orden.

En segundo lugar la guerra continúa en el este de Ucrania, donde en las regiones de Lugansk y Donetsk las repúblicas autoproclamadas se siguen enfrentando al ejército regular, quien mantiene una operación anti-terrorista que Moscú condena como contraria al espíritu de reconciliación que el presidente recién electo Poroshenko proclamó durante su campaña presidencial. Lejos de ello el jueves 12 de junio se registró por parte de medios presentes y de habitantes locales el uso de fósforo blanco en Slaviansk, un arma química que está prohibida por la Convención de Ginebra sobre el Uso de Armas Prohibidas, y altamente tóxico para la población afectada. A ese efecto Rusia levantó una condena ante las Naciones Unidas para condenar a Kiev por la violación de esta convención, algo que el gobierno ucraniano niega rotundamente.

En tercer lugar unos blindados ucranianos entraron el día de hoy a territorio ruso, donde entraron hasta ser detectados por el ejército ruso. Sus tripulantes dieron marcha atrás y volvieron a suelo ucraniano, más dejando atrás el aparato militar. Este evento fue evaluado por Rusia como una violación de la soberanía rusa, por parte del ejército ucraniano, y lo llamó una provocación sin igual. En este aspecto llamó a Yatseniuk a cesar estas mismas, en vistas de una posible resolución del conflicto.

Con estos eventos presentes queda claro como el desarrollo de la región no hizo más que regresar significativamente. Mientras que Kiev no logra recuperar el control del este del país,  tampoco logra comprar más tiempo a los rusos, pues pensaban que con esta estrategia, y bajo la protección del Vicepresidente de la Comisión Europea y Comisario para los asuntos económicos, Olli Rehn, su estrategia de la intransigencia sería efectiva, lo cierto es que ni siquiera los europeos vieron de buen ojo la demanda sin concesión del lado ucraniano vis-á-vis con los rusos. Lejos de ganarse un respaldo económico ponen en aprietos hasta a sus propios socios europeos, pues si el gas deja de pasar a través de Ucrania, un 40% del gas ruso en Europa Occidental podría estar en riesgo.  Este panorama que fuera discutido en el pasado por los 28 en vistas de obtener una mayor independencia de Rusia, no encontraron modo de llevar a cabo la estrategia aislacionista para con Moscú, sin poner en riesgo el esquema energético en general.

Ahora desde el punto de vista militar está más que claro que no se trata de una guerra donde Rusia tenga una posición activa, pese a los reclamos de los países de Europa occidental y EE.UU., sino de un asunto interno ucraniano, donde una parte del país se declaró en rebelión, y tomaron las armas en contra de un poder central que no les amparaba ni la autonomía en asunto propios, ni siquiera el uso de la lengua rusa. Si Kiev no es capaz responder a las demandas de sus conciudadanos del este, los mismos se organizaron para organizar los referendos del mes pasado, que como se sabe no fueron tomados en cuenta por Kiev, y Rusia se ha mantenido discreta en el asunto. Son más bien las nuevas élites locales que están llamando a Rusia a incorporarlos, a imagen y semejanza de Crimea.

Por lo que Rusia no puede más que mediar entre enemigos acérrimos, quienes han  renunciado por lo visto a toda negociación, para pasar a la ofensiva total, tanto por los pro-rusos como por las autoridades centrales. Por ello es que tanto el creciente descontrol de la región afecta ya no sólo a Ucrania, sino a los vecinos inmediatos, como se pudo presenciar con la entrada de un tanque blindado en suelo ruso. No hay que confundir aquí los bandos, algo que podría fácilmente ocurrir, los ucranianos están desgastando su arsenal militar, incluyendo el uso de fósforo blanco, para someter a poblaciones rusófonas, que se levantaron en armas. Si lo que algunos es coresponsabilisar a Putin de meterse en Ucrania, más bien habría que pedir explicaciones a Kiev, de su errático comportamiento en el Lugansk y Donestsk.

Mientras que el respaldo europeo  y ee.uu.  esté del lado de Poroshenko y Yatseniuk, su estrategia seguirá la misma, siempre tratando de ganar tiempo, sin por ello resolver nada de sustancioso. De lo contrario si el gas deja de llegar, entonces sí podremos ver acciones más constructivas, cuando se sabe que este factor en el país centroeuropeo es más que fundamental, es elemental para poder seguir negociando cualquier salida. Si los europeos llegan a ver que el gas deja de llegarles, serán los primeros en reclamarles a los ucranianos su cuestionable estrategia, y posiblemente para ese entonces, Rusia ya tendrá cubierta su  espalda con el histórico acuerdo sino-ruso recientemente concluido. Europa que esperaba ver el gas de EE.UU. venir suplir esa demanda, sabrán para ese entonces que las reservas no sólo fueron exageradas en todos los sentidos, posiblemente se quedarán sin plan B para operar, o éste les saldrá mucho más caro que lo que actualmente les está saliendo la cuenta de gas con Gazprom.

Los ucranianos están verdaderamente jugando con fuego, y a más tardar el martes los van a ver blanco sobre negro, cuando sin mesa de negociación el cobrador venga a tocar la puerta del gobierno en busca de la deuda por recaudar. Ante la evidente imposibilidad inmediata, alguna salida tendrán que encontrar, o efectivamente verse sin ese gas que actualmente mantiene su economía en funcionamiento. Y si la guerra se extiende mucho más en el tiempo, también se alejará toda posibilidad de reconciliación con dichas poblaciones, las cuales buscarán por todos los medios lograr la incorporación a Rusia, la cual en algún momento, podría ser estratégicamente interesante para Putin.

Por mientras la jugada estratégica entre los grandes actores del mundo parece ante todo confusa, dada la actitud de las nuevas autoridades de Ucrania, las cuales no saben o no quieren llevar las cosas por un camino del diálogo. Si recortan categóricamente toda autonomía, y desconocen el idioma empleado por la mayoría de la población, les están negando derechos fundamentales, que podrían perfectamente justificar la toma de las armas por parte de las milicias pro-rusas. Mientras que toda la ofensiva internacional esté dirigida para aislar y negar a Rusia su posición histórica en la escena internacional, los argumentos esgrimidos son cada vez más dudosos, como para decirlo de forma neutral.

Ni sanciones contra la economía rusa, ni ninguna exclusión política, como la expulsión del ex G8 serán suficientemente convincente para que Moscú “devuelva” la Crimea a Ucrania, ni tampoco logaran que el comercio entre ellos se normalice en la brevedad. Lejos de ello desdibuja una nueva configuración política del mundo, donde el diálogo se ha enterrado tan profundo, que sólo quedan las acciones unilaterales y el idioma de las sanciones como recurso útil. Antes que esto se convierta en la realidad en Europa del Este, seremos testigos del inevitable y catastrófico deterioro de la coyuntura internacional.

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