lunes, 9 de septiembre de 2013

La Cumbre de San Petersburgo del G20 eclipsada por la crisis siria o la soledad de Obama en la Comunidad internacional

La cumbre del  G20 de San Petersburgo se concluyó con poca gloria y ningún documento final propio de una reunión económica de las principales economías mundiales, donde seguro estaría  los temas como el combate internacional contra los paraísos  fiscales, las medidas para volver al crecimiento en las viejas economías europeas, entre otras. No fue tal, sino el tema en vogue, la crisis siria, la cual con cada vez nuevas facetas en la arena tanto siria como internacional, no deja de desenvolverse hacia un desenlace fatal, o sea la intervención militar carente de toda aprobación o legitimidad, que fuera la autoproclamada comunidad internacional, a su vez aparentemente dividida en el asunto. Los breves momentos de encuentro fuera de protocolo en el marco de la cumbre económica entre Vladimir Putin y Barack Obama no concluyeron en ningún acercamiento mayor, y dejaron una vez más entrever esta nueva relación de corte guerra fría que rige actualmente entre Moscú y Washington.

El gobierno estadounidense viene desde días preparando y anunciando en todos los canales disponibles la voluntad inquebrantable de castigar a los responsables sin equívoco  de los terribles ataques de gas sarín en la Ghouta Oriental, en las afueras de la capital siria, Damasco el pasado 21 de agosto 2013. Ni el secretario de estado John Kerry, ni el gobierno francés parecen necesitar más pruebas que los videos anónimos publicados en las redes sociales y en youtube para demostrar la veracidad de la culpabilidad del gobierno sirio en los sucesos. No obstante la comisión de investigación sigue con el análisis de los materiales juntados a duras penas y bajo condiciones extremas en Siria hace pocas semanas. La negativa del parlamento británico para autorizar el uso de la fuerza en Siria fue ante todo un signo de alarma, de que este proyecto militarista tiene muchos enemigos en diversos frentes.

El gobierno de Rusia por su lado dio un paso decisivo para quitarles todo argumento a los enemigos de Bashar Al-Assad. Le pidió formalmente al gobierno de Damasco de poner bajo vigilancia internacional el arsenal de armas químicas, con el fin de destruir el mismo y neutralizar toda posibilidad de su empleo en corto plazo. Este lunes mismo, el ministro de relaciones exteriores de Siria Wallid Al-Moualem se declaró favorable a este acuerdo y dispuesto a firmar el tratado de prohibición de armas químicas, dejando una vez más el balón en el lado de los militaristas.

El presidente francés Francois Hollande declaró recientemente en una conferencia de prensa, que  estaría esperando una serie de factores para determinar su postura en el asunto. En primer lugar el que el Consejo de Seguridad se pronuncie de una forma u otra respecto a la responsabilidad de quién fuera el actor de estas masacres, de los resultados de los votos en la Cámara de Representantes y en el Congreso de EE.UU. que en la brevedad se tendrá que posicionar frente al pedido hecho por el presidente Obama de una guerra limitada contra el país asiático. Sin embargo el buen visto de Damasco de poner bajo control internacional su material de tipo químico obligo hasta a ellos a reconsiderar sus propósitos. El secretario de estado John Kerry se dijo abierto a hablar con los rusos en el caso de que efectivamente se dieran estas circunstancias, que podrían frenar la reprimenda militar a corto plazo.

El voto que Obama necesitará pronto sobre una potencial operación militar limitada, como le dicen, está siendo la piedra angular para el inquilino de la casa blanca,  cuando incluso su reputación podría verse afectada, sea cual fuera la salida de esta crisis. Si Obama se ve muy blando y conciliante con los sirios, le acusaran de débil el ala ultraderecha de los republicanos. Si se ve tan determinado a actuar militarmente, los demócratas más a la izquierda le reprocharían por lo contrario una actitud imperialista. En ambos casos su reputación se está jugando, y siendo prisionero de su propia voluntad de lleva un frente militar-moralista, se enfrascó en una argumentación como menos paradójica y poco convincente para con sus aliados, incluso más cercanos, siendo la participación francesa tanto más curiosa, cuando en el pasado Francia se opuso a la entrada en Irak  de EE.UU., el Reino Unido y España. Ahora es Francia la más proclive a ello, mientras que por una vez Londres no está entre los líderes de la ofensiva.

La liberación reciente del periodista italiano Domenico Quirico, quien fue secuestrado en Siria en marzo, recién llegado a suelo italiano por su lado comentó que según su parecer es casi imposible que el régimen de Damasco estuviera atrás del ataque de Ghoutta Oriental. Habiendo estado secuestrado por fuerzas rebeldes, que llevan a cabo razzias en el norte, tomando a rehenes como modus operandi, habrá tenido oportunidad de ver el funcionamiento y la dinámica general de lo que está sucediendo en el terreno. Nadie se mueve por ahora a aportar “pruebas” con la fuerza necesaria para justificar su intervención. Luego está la cuestión de la existencia de una base naval rusa en el puerto de Tartus, sobre la costa siria, que sirve de alfil a toda intervención. De forma preventiva el gobierno ruso acaba de mandar desde Sevastopol un portaviones adicional para asegurar lo que constituye el único punto de apoyo militar en el mediterráneo de los rusos, de ahí su importancia relativa.

Mientras que la ONU y diferentes cancillerías occidentales felicitaron el paso dado por el Assad, no cesa el proselitismo de Kerry en la zona. Ayer estuvo en Londres y ahora se dirige a Vilnius, Lituania, donde se está celebrando un encuentro en el ramo de la presidencia pro-tempore de dicho país de la Unión Europea. La posición en común de la UE sobre Siria está plasmada ahora sí. En ella se dice que se respalda la necesidad de una reacción fuerte, en el caso de que hubiera responsabilidad del gobierno sirio. Sin embargo pide el mostrar evidencia más convincente para poder corroborar el dato. Nadie se quiere mojar primero sin un mínimo respaldo moral, por lo visto estas políticas son definitivamente pasado, o eso parece.


El G20 fue definitivamente eclipsado por la crisis siria, y la foto final lejos de reflejar una aparente unidad de la comunidad internacional frente a la necesidad de intervenir militarmente, se ve en una profunda división fáctica. Rusia y China siguen firmes en la voluntad de frenar toda acción militar unilateral fuera de la ley internacional, mientras que Obama intentó en vano ganarse afecto para su empresa militar con sus socios. Si bien once países firmaron un compromiso donde se afirmaba la necesidad de aclarar los sucesos relacionados con las armas químicas, donde la mención militar es nula. Este parece ser el panorama para este momento, donde se está demostrado la verdadera influencia que tiene ahora Washington, cuando se propone una enésima campaña militar, que más difícil que nunca, se enfrenta a enemigos dentro y fuera de EE.UU.

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