lunes, 28 de marzo de 2011
Los rebeldes encaminados hacía Trípoli o la OTAN en plena campaña de conquista del petróleo libio
Las propuestas aparentemente diplomáticas por parte de las fuerzas internacionales, ahora apoyadas no solo por los Emiratos Árabes Unidos, sino también Qatar han pasado a un doble discurso, que por un lado se dice respetar a la letra la resolución 1973 de las Naciones Unidas, pero hace una interpretación muy particular de la clausula relativa la protección de la población, pues diferencía de forma clara a los rebeldes de Benghazi, con los habitantes de Trípoli, que son víctimas de los constantes bombardeos. Al mismo tiempo se dicen ahora los portadores de un plan mediación, que no está muy acorde con la definición formal de dicho vocable, cuando excluyen todo diálogo. Es Italia y Alemania que han lo han propuesto, y es de una sencillez impactante. La salida al exilio del líder libio, y la puesta en el poder del Consejo Transitorio Libio (CNT) en su lugar. Qatar por su lado se ha comprometido de comenzar lo antes posible explotar los hidrocarburos del este en colaboración con las autoridades del CNT y volver a los niveles de producción previos de la crisis.
Las declaraciones de doble filo, que incitan a los libios de desertar de forma voluntaria al régimen, y la firme intención de los rebeldes de no detenerse hasta llegar a Trípoli, siempre con la ayuda de las fuerzas de la OTAN tienen muchas coincidencias en sí. La soberanía sobre el petróleo ha sido quebrantada de forma evidente, mientras que estamos siendo testigos de que un teatro donde unos supuestos rebeldes entran en toda forma con unas pretenciones de derrocamiento no escondidas, pero si interpretadas en la forma de un respeto hacia una resolución bastante ambigüa en sus términos. Esto falta poco para ser visto como una invasión en toda forma, preparada de antemano por una organización de una oposición de control remoto, desde Benghazi, que responde casi a la perfección con un plan preestablecido, pero adaptado en la medida que avanza por parte de Occidente, para derrocar a un régimen, que si bien no es ni el más democrático, ni el más representativo, pero establecido hasta ese entonces con un cierto reconocimiento internacional innegable.
La OTAN niega en palabras de su secretario general Rasmussen toda parcialidad en sus operaciones, y las cancillerías alemanas e italianas, tanto como la francesa y británica por su lado están preparando el terreno diplomático, de lo que se dice la era post-Ghadafi. Venezuela ha condenado por su lado, y no solo hoy, sino anteriormente una mera instrumentalización de los eventos para invadir el país, tal como también lo hizo Daniel Ortega de Nicaragua y Evo Morales de Bolivia. Perú y Colombia al contrario han dado su buen visto a la operación sin ninguna crítica. Estas acciones que quieren aparentar una rebelión interna apoyada desde fuera, podrían muy bien tratarse de un plan estratégico en parte elaborado por los brítanicos, y los franceses para apoderarse de los recursos energéticos libios. Si tres potencias del Consejo de Seguridad se ponene de acuerdo, con toda evidencia no es difícil llegar a resultados muy efectivos. En este caso la comunidad internacional (sobreentendiendo Londres, Paris y Washington) han orquestrado esta obra en un fondo de contestación regional en el mundo árabe.
El que crea un monstruo para su beneficio, tiene que saber después como deponerlo en el momento que este se sale de la línea. Si Ghadafi se salió de esta, no es claro a priori, en que medida, pues del contrario había mejorado considerablemente sus relaciones con casi todos los países occidentales desde 2002. Quizás sus pretensiones de ejercer su soberanía sobre su territorio irritaron a los europeos. O simplemente se le acabó el tiempo.
viernes, 25 de marzo de 2011
La entrada de los Emiratos Árabes Unidos en la operación Odisea del Amanecer o la guerra civil libia intervenida en pleno desarrollo
En este séptimo día desde la intervención militar en Libia las críticas contra los aliados han llevado a una serie de declaraciones por parte de varios dirigentes suyos. El presidente francés Nicolas Sarkozy ha hecho saber ante todo su intención de limitar la intervención a lo que estipula la resolución 1973 de las Naciones Unidas. Dicha resolución que prohibe toda presencia de tropas en suelo libio y no prevee derrocar el régimen establecido del coronel Ghadafi. Las medidas concretas que se han caracterizado por una neutralización sistemática del ejército libio en puntos estratégicos, como bases aéreas y casernas, ha continuado. Si bien esto ha reducido en gran medida la capacidad de Ghadafi a reprimir a los rebeldes, no lo ha detenido del todo, pues en contra de lo que el ejército británico afirma, de que las fuerzas libias son prácticamente inexistentes, hay importantes víctimas civiles, tanto por las actiones llevadas a cabo por los fuerzas armadas libias como por la coalición internacional. A esta altura se ha sumado además el primer país árabe en la contienda, tratándose de los Emiratos Árabes Unidos, que van a contribuir con sus aviones en la operación internacional.
Las divergencias en el seno de la OTAN en los días pasados se ha parcialmente aclarado, en la medida que EE.UU. ha tomado una posición hegemónica en su toma de decisiones. La canciller alemana Angela Merkel que criticó duramente estas medidas no piensa participar en la coalición, según como ha hecho saber el ministro de relaciones exteriores Guido Westerwelle. David Cameron, primer ministro británico por su lado es uno de los mayores promotores, y uno de los tres primeros países en participar en la operación Odisea del Amanecer. En una reunión en Bruselas, Bélgica el presidente Sarkozy ha llamado a los combatientes libios de cesar toda represión contra la población civil, y a darle la espalda al coronel libio, lo cual en sí ya es bastante paradójico, si la intención no es de derrocar a Ghadafi en un principio. Asimismo se han propuesto presentar próximamente un intento de mediación entre el Consejo Transitorio Libio y el régimen de Trípoli.
La Liga Árabe que en una primer instancia había favorecido la resolución 1973, se ha distanciado de ella, por la ambigüedad de su duración. En teoría no hay nada que determine el tiempo que pueda durar, y esto podría alargarse semanas y meses, si la situación no evoluciona de algún modo en el país ahora intervenido. La zona de exclusión aérea podría incluso ampliarse a zonas más al sur del país, para hacerla más efectiva. La entrada en la escena de los Emiratos Árabes Unidos constituye una cambio drástico, pues hasta ahora ha habido una cierta unanimidad por parte de los países árabes en general de rechazo a toda intervención en la soberanía libia actualmente suspendida.
El Consejo Transitorio que en el pasado había tenido un cierto protagonismo en el desenlace , ahora ha pasado a una situación totalmente defensiva, en Benghazi y en Misurata, donde aún permanece fuerte. El apoyo exterior no parece haberle ayudado mucho, sino todo el contrario, ha hecho la confrontación del régimen hacia las zonas rebeldes aún más violentas. La división interna en la sociedad libia metida en una guerra civil es más evidente que nunca, y la cuestión de la lealtad hacia uno u otro bando no aporta nada hacia el retorno a una calma relativa en Libia. Es al menos positivo por un lado la propuesta de mediación hecha por la Liga Árabe, como la pretendida solución del conflicto que se han declarado las fuerzas involucradas en las operaciones militares aéreas.
El pueblo libio se encuentra en un callejón sin salida, donde un régimen personalista protagónico desde cuatro décadas permanece fuerte, aunque contestado por una parte de la sociedad, y una oposición aglutinada en un Consejo de Transición que no ha podido volver a una posición de ventaja y que además se ve comprometido por haber favorecido la puesta en marcha de la zona de exclusión aérea, que con toda apariencia no convence en su forma de proceder. La única solución, si es que la hay pasaría en primer lugar por el fin de la intervención militar en el país y una tregua de los combates. Nada se resolverá mientras que no callen las armas y se pueda al menos contemplar la posibilidad de un nuevo acuerdo que abarque a la totalidad del pueblo libio. Sólo el pueblo, como detentor último de la soberanía, tiene el derecho de determinar la forma de gobierno para su país. A simple vista Ghadafi no goza ya del apoyo unánime de su pueblo, y esto lo deslegitimiza en principio a permanecer en el poder más tiempo. Lo cierto es que mientras que la agresión exterior continúe, goza de una lealtad relativa, fundada en un sentimiento patriótico y nacionalista. En esa medida esta operación ha inclusive fortalecido su posición interna.
Libia tendrá que pasar por un arduo proceso de refundación nacional. Este tendrá que darse en las condiciones óptimas, y con la participación popular absoluta. El precedente de la intervención en todo caso no aporta nada en esta demarcha tan necesaria. Habrá que ver si estas condiciones verán el día pronto, o del contrario la operación Odisea del Amanecer se prolongará indefinidamente, hundiendo el país en un abismo cada vez más grande. Mientras tanto las muertes siguen su curso, y la división de la sociedad libia se está ensanchándo irremediablemente con el paso de los días, en los que Occidente y sus aliados árabes se han tomado el derecho de meterse en un conflicto, donde nadie los llamó.
martes, 22 de marzo de 2011
La operación Odisea del Amanecer o el comienzo de la guerra civil internacionalizada
El viernes pasado finalmente los países líderes de Europa tomaron una iniciativa. No sin antes lograr la votación de la resolución 1973 votada en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como respaldo. Una coalición internacional formada por ahora del Reino Unido Francia y EE.UU., que han comenzado desde el viernes 18 de marzo la aplicación de una zona de exclusión aérea en Libia. Esta medida que hasta su puesta en práctica parecía la única solución para parar el masacre de civiles libios rebeldes al coronel Ghadafi. Esta medida que llevan a cabo en parte las fuerzas aéreas francesas ha procedido a nuetralizar la capacidad de las fuerzas libias, poniendo fuera de uso una parte de sus aviones y bases logísticas terrestres. En consecuencia el avance del ejército libio sobre Benghazi fue detenido in extremis, salvaguardando la existencia de las fuerzas rebeldes en Cyrenáica.
Mientras que la semana pasada la demanda de la Liga Árabe estaba a favor de la implementación de dicha medida, ahora se ha retractado de esa postura. Cabe resaltar la manera que Arabia Saodíta fue una de las voces más favorables, a la vez que logró convencer otras cancillérías árabes a votar a favor de la resolución en las Naciones Unidas. Visiblemente los saodíes se han arrepentido de ello, pues no sólo su imagen en el mundo árabe quedo dañada por la medida. El precedente de la entrada efectiva de la Coalición internacional en Libia marca un punto clave en el desarrollo de la rebelión que pronto toma formas de guerra civil internacionalizada. La retirada de las fuerzas de Ghadafi hacía Adjabidja a 140 km de Benghazi y los bombardeos de los franceses británicos y ee.uu. en varios sitios, desde Trípoli misma, pasando por Misurata y el actual frente de Adjabija dan idea de una etapa de la guerra, que pasará por una presencia enemiga en el espacio aéreo libio, y el bombardeamiento de sitios estratégicos desde el aire. En todo caso la resolución no autoriza a las fuerzas aliadas de entrar en el país con tropas de ocupación.
La socieda libia se encuentra dividida entre los partidarios de Ghadafi y rebeldes hacía el Coronel. La convivencia de ambos grupos uno al lado del otr, en todo el país, incluiendo Bengazi,considerado el bastión de la rebelión, cuando en las semanas pasadas dicha ciudad estaba aún enteramente en el control del guía. En una situación en permanente cambio, donde la superioridad militar ha cambiado de bando en dos ocasiones, es cada vez más difícil entender el desenlace actual, El tabú ha caído, y Libia pasa a ser de facto un país intervenido militarmente. Lo más seguro es que habiendo logrado el primer propósito con una cierta legitimidad conferida con la resolución de las Naciones Unidas. La posibilidad de que en algún momento opten por la intervención en tierra queda un poco más cercana a la realidad. Los argumentos esgrimidos por representantes de la izquierda latinoamericana, que han sido críticos con la actitud injerencionista de Occidente en Libia, advirtiendo una intervención de carácter económico en el país se está haciendo cada vez más realista. El presidente venezolano Hugo Chávez demostró su pragmatísmo político al proponer negociar con el régimen del coronel, cuando todas las cancillerías occidentales se habían puesto de acuerdo de aíslar al tirano libio. Nadie tomó en serio sus intenciones, y por lo visto la opción de la intervención militar fue considerada la más apta. La imprevisibilidad de la duración de la misión, como la ambigüedad de su alcanze, hacen parecer esta resolución más bien como un cheque en blanco para las tres potencias invadoras.
La naturaleza de las relaciones internacionales, con una esfera de influencia mediterránea de EE.UU. mediante su aliado y satélite Israél, vigente desde los inicios de la guerra fría, ha hecho que la existencia y seguridad del estado hebréo sean las líneas directrices para la región entera. El régimen libio representa en sí un modelo del tiempo de la guerra fría, que ha sobrevivido los cambios ulteriores a la caída del muro del Berlín. En los tiempos del bajo imperioestadounidense, se ve cada vez más que el fín justifica la causa, y como se hacen notar grietas cada vez mayores en los tejidos del poder ee.uu. La administración Obama, la cual hademostrado ser muy atenta a las preocupaciones del estado hebréo, no ha sido ni de lejos tanconsecuente como se había propuesto recién electa, en la resolución de los conflictos de Medio Oriente. La evidente contradicción, que en un inicio se basaba en el laxismo en presionar al estado zionista frente a los abusos cometidos contra territorios y poblaciones palestinas, tanto en Gaza como en Cisjordania, dan a entender que no existe una real voluntad de romper con el esquema del apoyo incondicional hacía Tel Aviv. Ahora con el precedente de la imposición de la zona de exclusión aérea, se abre un nuevo frente en la guerra interna de Libia, ahora internacionalizada. De llegar a aplicar una táctica de llegar de a poco a un guerra en aire y tierra, mar, seríamos testigos del comienzo del nueva área de entrenamiento militar en Medio Oriente para Occidente. Los trazos de la nueva era árabe se están comenzando a hacer visibles. En ella con toda evidencia, el intervencionismo ee.uu. se transformará una vez más, para permanecer cueste lo que cueste en las aguas mediterráneas orientales, para controlar el comercio del petróleo internacional, y ante todo, preservando la tan necesaria seguridad del estado de Israel.