viernes, 25 de marzo de 2011

La entrada de los Emiratos Árabes Unidos en la operación Odisea del Amanecer o la guerra civil libia intervenida en pleno desarrollo

En este séptimo día desde la intervención militar en Libia las críticas contra los aliados han llevado a una serie de declaraciones por parte de varios dirigentes suyos. El presidente francés Nicolas Sarkozy ha hecho saber ante todo su intención de limitar la intervención a lo que estipula la resolución 1973 de las Naciones Unidas. Dicha resolución que prohibe toda presencia de tropas en suelo libio y no prevee derrocar el régimen establecido del coronel Ghadafi. Las medidas concretas que se han caracterizado por una neutralización sistemática del ejército libio en puntos estratégicos, como bases aéreas y casernas, ha continuado. Si bien esto ha reducido en gran medida la capacidad de Ghadafi a reprimir a los rebeldes, no lo ha detenido del todo, pues en contra de lo que el ejército británico afirma, de que las fuerzas libias son prácticamente inexistentes, hay importantes víctimas civiles, tanto por las actiones llevadas a cabo por los fuerzas armadas libias como por la coalición internacional. A esta altura se ha sumado además el primer país árabe en la contienda, tratándose de los Emiratos Árabes Unidos, que van a contribuir con sus aviones en la operación internacional.

Las divergencias en el seno de la OTAN en los días pasados se ha parcialmente aclarado, en la medida que EE.UU. ha tomado una posición hegemónica en su toma de decisiones. La canciller alemana Angela Merkel que criticó duramente estas medidas no piensa participar en la coalición, según como ha hecho saber el ministro de relaciones exteriores Guido Westerwelle. David Cameron, primer ministro británico por su lado es uno de los mayores promotores, y uno de los tres primeros países en participar en la operación Odisea del Amanecer. En una reunión en Bruselas, Bélgica el presidente Sarkozy ha llamado a los combatientes libios de cesar toda represión contra la población civil, y a darle la espalda al coronel libio, lo cual en sí ya es bastante paradójico, si la intención no es de derrocar a Ghadafi en un principio. Asimismo se han propuesto presentar próximamente un intento de mediación entre el Consejo Transitorio Libio y el régimen de Trípoli.

La Liga Árabe que en una primer instancia había favorecido la resolución 1973, se ha distanciado de ella, por la ambigüedad de su duración. En teoría no hay nada que determine el tiempo que pueda durar, y esto podría alargarse semanas y meses, si la situación no evoluciona de algún modo en el país ahora intervenido. La zona de exclusión aérea podría incluso ampliarse a zonas más al sur del país, para hacerla más efectiva. La entrada en la escena de los Emiratos Árabes Unidos constituye una cambio drástico, pues hasta ahora ha habido una cierta unanimidad por parte de los países árabes en general de rechazo a toda intervención en la soberanía libia actualmente suspendida.

El Consejo Transitorio que en el pasado había tenido un cierto protagonismo en el desenlace , ahora ha pasado a una situación totalmente defensiva, en Benghazi y en Misurata, donde aún permanece fuerte. El apoyo exterior no parece haberle ayudado mucho, sino todo el contrario, ha hecho la confrontación del régimen hacia las zonas rebeldes aún más violentas. La división interna en la sociedad libia metida en una guerra civil es más evidente que nunca, y la cuestión de la lealtad hacia uno u otro bando no aporta nada hacia el retorno a una calma relativa en Libia. Es al menos positivo por un lado la propuesta de mediación hecha por la Liga Árabe, como la pretendida solución del conflicto que se han declarado las fuerzas involucradas en las operaciones militares aéreas.

El pueblo libio se encuentra en un callejón sin salida, donde un régimen personalista protagónico desde cuatro décadas permanece fuerte, aunque contestado por una parte de la sociedad, y una oposición aglutinada en un Consejo de Transición que no ha podido volver a una posición de ventaja y que además se ve comprometido por haber favorecido la puesta en marcha de la zona de exclusión aérea, que con toda apariencia no convence en su forma de proceder. La única solución, si es que la hay pasaría en primer lugar por el fin de la intervención militar en el país y una tregua de los combates. Nada se resolverá mientras que no callen las armas y se pueda al menos contemplar la posibilidad de un nuevo acuerdo que abarque a la totalidad del pueblo libio. Sólo el pueblo, como detentor último de la soberanía, tiene el derecho de determinar la forma de gobierno para su país. A simple vista Ghadafi no goza ya del apoyo unánime de su pueblo, y esto lo deslegitimiza en principio a permanecer en el poder más tiempo. Lo cierto es que mientras que la agresión exterior continúe, goza de una lealtad relativa, fundada en un sentimiento patriótico y nacionalista. En esa medida esta operación ha inclusive fortalecido su posición interna.

Libia tendrá que pasar por un arduo proceso de refundación nacional. Este tendrá que darse en las condiciones óptimas, y con la participación popular absoluta. El precedente de la intervención en todo caso no aporta nada en esta demarcha tan necesaria. Habrá que ver si estas condiciones verán el día pronto, o del contrario la operación Odisea del Amanecer se prolongará indefinidamente, hundiendo el país en un abismo cada vez más grande. Mientras tanto las muertes siguen su curso, y la división de la sociedad libia se está ensanchándo irremediablemente con el paso de los días, en los que Occidente y sus aliados árabes se han tomado el derecho de meterse en un conflicto, donde nadie los llamó.

No hay comentarios: