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jueves, 4 de septiembre de 2014

Sobre la Cumbre de Cardiff de la OTAN o la escalada de tensión ruso-ucraniano-occidentales

La cumbre de la OTAN en Cardiff en el país de Gales que se inauguró el día de hoy se presenta en un momento decisivo para tanto la alianza transatlántica como para Ucrania. La presencia de Petro Poroshenko en Cardiff fue clave para la reunión, donde participan tanto potencias europeas y EE.UU. con con Ucrania, para la puesta en claro de un  plan para llegar a una paz duradera en la nación centroeuropea. No obstante la proposición de Putin de un plan en siete puntos hacia Kiev, la cual el primer ministro Yatseniuk ya rechazó por su lado, no pudieron hacer cambiar de opinión a las naciones líderes de este pacto militar. Lejos de distanciarse de más sanciones en contra en Moscú, la ministra de relaciones exteriores italiana que tiene la presidencia pro-tempore de la Unión Europea, reafirmó que estas son necesarias para proteger a los intereses ucranianos en esta contienda. Además de acusar a Moscú  de estar tener presencia militar y de brindar apoyo directo a los grupos rebeldes desde el mismo ejército, todo esto claro sin poner de por medio ningún tipo de prueba irrefutables a la luz.

Una reunión de este tipo, donde los principales líderes occidentales se junten en una mesa para dialogar y afirmar la unidad de la Alianza Transatlántica, no se podría esperar un mensaje menos belicoso, puesto que después de la breve visita de Obama a Tallin, Estonia el día de ayer, estamos viendo cómo ni los occidentales ni los rusos están dispuestos a dar un paso atrás, con la reserva claro de que el involucramiento ruso en el este ucraniano no sea que una hipótesis, más que una realidad confirmada. Tampoco se puede ignorar que el tema de la Crimea, ya viejo de varios meses no parece más que el pretexto más tangible para no bajar un ápice la presión ejercida sobre la nación euroasiática, la cual ya fuertemente bajo presión internacional, no ha caído aún en la provocación permanente  a la que ha sido expuesta.

A modo de repaso la situación de la Crimea es tan delicada, puesto que su pertenencia a Ucrania es tan sólo vieja de setenta años, antes de la adhesión a la Federación Rusa,  y de ningún modo existía un acuerdo fronterizo propiamente dicho para la delimitación de fronteras en el pasado que asegurara su permanencia en Ucrania, que tan solo le anexionó en el año 1954. Si bien es cierto que Kiev siempre ha estado en una situación complicada entre Rusia y sus vecinos europeos occidentales, los cuales han visto en ella una forma de poner en jaque al viejo enemigo de la guerra fría. A estas alturas todas las reservas ya han caído, y el tono acusador en contra de Rusia se ha convertido en la regla por parte de sus integrantes, chicos y grandes, sin por ello entrar en las razones particulares.

Italia desde su postura particular no es de las naciones más anti-rusas, cuando consideramos incluso la antigua amistad entre el ex primer ministro Silvio Berlusconi con Vladimir Putin, y su posterior visita cuando Enrico Letta aún gobernaba previo a Renzi. La titular de los asuntos exteriores, Federica Mogherini, quien hace un equilibrismo entre la amenaza por parte del bloque europeo, y la búsqueda de una solución política entre las partes, insiste no obstante no sólo en la corresponsabilidad de Rusia en el asunto, además en que la integridad de Ucrania va por encima de otra cosa.

En el  escenario mismo vemos que la cuestión es un tanto más complicada, pues las poblaciones que hoy  combaten a las fuerzas gubernamentales, son y se dicen ucranianos de origen ruso, pues es sabido que esa parte no pertenecía a Ucrania hasta su creación como estado independiente cuando la disolución de la ex URSS. Ellos con ayuda de voluntarios de muchos países, incluyendo a rusos, y con armamento de fabricación rusa, pues esta es una importante productora de armas, no tiene ni demuestra en sí en nada que la mano de Putin está en la región. Todo el contrario, el gobierno ruso se dice preocupado por la presencia de cuerpos armados no controlados en las fronteras de su país. Dicho de paso no ha habido formalmente ninguna invasión territorial rusa, que fuera una incursión accidental y nocturna, como ha pasado también por parte del ejército ucraniano.  Lejos de ser una batería de argumentos irrefutables, estas son una vez más una serie de falacias, que sostienen un  discurso anti-ruso y absolutamente ideológico con fines de aislar a la nación, que hace apenas veinte años aún era el enemigo a vencer, y desde el colapso de la URSS, no ha estado en la condición de poner condiciones propias en el escenario internacional. Ahora que vemos que la bipolaridad ha vuelto, al menos en apariencia, la retórica en general no ha dejado de inundar las noticias del mundo, con acusaciones que no son nunca posibles de confirmar ni de refutar.

La cumbre también ha puesto el  escenario el tema de Irak, y el Estado Islámico ahí presente, como también en el oriente de Siria. Es curioso como ahora las fuerzas de la OTAN; en particular David Cameron, anfitrión de la cumbre, no duden en atacar a las posiciones del estado, pero en Siria, y sin la colaboración del gobierno sirio, que es el legítimo gobernante. La aparente necesidad de su parte para vencer a los que ellos mismo ayudaron a llegar al poder mediante el apoyo material y político, en contra  de un gobierno constitucional, no es más una prueba de la persistente miopía occidental, y de su rechazo de reconocer a estas alturas que Bashar Al-Assad no sólo es un actor necesario en la zona, sino que su ayuda sería tanto más útil, en la medida que este territorio volviera a estar pronto bajo la autoridad de Damasco, eso por lo visto no es ni deseable, ni probable desde la perspectiva de David Cameron y de Barack Obama. Siria sería una operación que se haría sin consultación alguna, ni consentimiento de parte del gobierno sirio, y por lo tanto esto abre un precedente incomparable en las leyes internacionales, que buscan ante todo llevar el diálogo internacional ante de la confrontación.

La Cumbre de Cardiff es sin duda una cita importantísima para Occidente y para EE.UU., que ven como una Rusia que entra en una espiral de problemas económicos, pero que también ha sabido jugar sus cartas excelentemente, ha abierto sus propios espacios desde donde protegerse de cualquier agresión, y quiere ganarse su propio espacio económico, con China y con la unión euroasiática, la cual sería el contrapeso a la Unión Europea, con la que cada día tiene menos que discutir, y la cual le impone sanciones cada vez más importantes.   

Si de soluciones políticas se trata estas son sin duda una mera fachada, la cual sirve para poder llevar los objetivos más obscuros de la OTAN,  con una mira anti-rusa indudable.  Para Ucrania son sin duda los interlocutores más importantes los que hoy Poroshenko vio, con el fin de cubrirle las espaldas por ahora contra el enemigo declarado, llamado Rusia.

martes, 25 de marzo de 2014

La Cumbre sobre Seguridad Nuclear de La Haya eclipsada por la crisis ucraniano-crimea o la política de ostracismo internacional hacia Rusia de facto expulsada del G8

La ruptura finalmente se produjo entre las ocho naciones más industrializadas del den-ominado G8, durante la Cumbre de Seguridad Nuclear celebrada en La Haya, Países Bajos el pasado 24 y 25 de marzo de 2014. Con el precedente de la crisis ucraniana siempre en el trasfondo, el antiguo G7, que en el año 1990 se convirtió en G8 con la admisión de Rusia, definitivamente dejó de ser vigente. Durante esta cumbre paralela a la verdadera cumbre, se demostró a que grado un evento que formalmente trataba de asuntos nucleares, en extensión se pudo politizar en la medida que vimos. No sólo todos los integrantes del viejo-nuevo G7 se alinearon en la rotunda condena sobre el proceder ruso en la península de Crimea, sino que se propusieron impulsar aún más las sanciones políticas y económicas sobre la federación rusa.

Mientras que las principales cancillerías en mayor o menor grado alzan el tono hacia medidas fuertes contra Moscú, queda descartada toda intervención militar en el asunto, aunque si queda justificado el envío de tropas y armamento a las bases ee.uu. en los antiguos países de la otrora URSS, como Letonia, Estonia como también a ex satélites de la misma, Rumanía o Polonia, que denotan claramente una estrategia militar ante una posible confrontación bélica. En cuanto a las sanciones contra empresarios y altos funcionarios rusos y crimeanos levantadas por EE.UU., la Unión Europea o algún país en particular en Occidente, estas medidas no son más que el inicio de una verdadera entramada con fines de arrinconar a Rusia en el plano internacional, al dejarla fuera del club selecto, donde aparentemente las más importantes decisiones se maduran en círculo cerrado. En esta comunidad internacional tan clasista a primera vista, este voto de ostracismo sin precedente se presenta como una ruptura de toda lógica diplomática del pasado siglo en adelante. Desde la misma guerra fría hasta la actualidad Rusia ha sido una pieza clave para toda negociación de tipo internacional, en parte por su poder de veto en el consejo de seguridad de la ONU, sino también  desde el punto de vista de proveedor de gas y  petróleo a nivel mundial, siendo para ello un imprescindible socio.

A pesar de la ausencia de último momento del primer ministro interino de Ucrania Arseni Yatseniuk, quien prefirió atender a una cita con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a vistas de obtener algo de financiación para su economía en caída libre, que el aprovechar la exposición que le daría  atender este encuentro internacional de primer nivel, la polarización de una importante parte del quorum a favor y contra de Rusia, probablemente puso en segundo grado de importancia las posibles conclusiones que salieran de esta cumbre sobre seguridad nuclear. Sobre todo considerando que de las potencias con derecho a la posesión de material nuclear, Rusia se encuentra entre los más importantes, con lo que un acuerdo de su parte es más que elemental para cualquier posible consenso.

Frente a la cuestión de la Cumbre de Sochi programada en verano del año en curso, prácticamente todos han anunciado el cese de los encuentros preparativos, y cancelado su participación de forma categórica. Esto coincide con la presidencia pro tempore de Rusia sobre el G8, la cual por evidentes razones obligó a los demás miembros a desestimar toda posibilidad de negociación, cuando su principal contrincante en este caso tiene el turno de ser huésped de las reuniones. En vez de ello se programó una cumbre en Bruselas, Bélgica por el mes de junio, que bajo las insignias del G7 volvería a darle vida a una etapa que aparentemente había sido superada, la del mundo bipolar, que en todos los niveles e instancias extrapola una profundo antagonismo entre dos bloques.

Cuando en el siglo XX la entonces URSS se vanaglorió de escapar a la gran crisis financiera del 1929 y de ser relativamente inmune a las turbulencias económicas mundiales, en el nuevo esquema Rusia, como exportador neto de hidrocarburos y por lo tanto mucho más ligado a la coyuntura internacional, estará posiblemente expuesto a consecuencias a nivel de las exportaciones, en el momento que por cualquier motivo se cierre el flujo a través de Ucrania hacia Europa Occidental. Alemania que tiene una aguda dependencia, alrededor de 70% de las importaciones rusas e importante socio comercial de Rusia, tiene definitivamente mucho más que perder al imponer dichas sanciones, que cualquier otro socio de la UE, como por ejemplo Francia o Portugal. Desde la posición de economía primera de la zona euro, su línea moderada ha sido hasta ahora un freno para medidas más contundentes, aunque no por ello Angela Merkel  haya subido el tono diplomático con Moscú a nivel retórico al menos.

Resta ver quien  pierde más en este juego de todo o nada, Rusia que posiblemente aproveche esta ocasión para diversificar su comercio exterior con otros agentes mundiales, tales como UNASUR, Alba, Mercosur, BRICS, etc., y de fortalecer los lazos políticos con Venezuela, Cuba, Nicaragua por ejemplo, o la UE y sus estados miembros, quienes tienen importantes intereses en la nación euroasiática, y  se encuentran en medio de  una crisis económica de varios años. No estamos nada lejos de una nueva fase de la guerra de influencias, donde EE.UU. tendrá que defender su presencia en el toda América Latina, y posiblemente vuelva en algún momento a la vieja  doctrina de Monroe, que presume la exclusividad de sus intereses a nivel hemisférico, en contra de toda entrada de una influencia extracontinental, ergo rusa en su antepatio neocolonial.

En la guerra todos los medios son justificados, así aquí una parte de la comunidad internacional se niega a acatar un proceder, que si viniera de uno de los propios allegados no tendría ningún problema en consumarse, pero dado que viene del ruso no puede ni debe de prosperar, si de ellos dependiera. Este club de grandes cancillerías  dicen querer protegerse de posibles repercusiones de una medida recíproca por parte de Rusia, sobre todo en cuanto al suministro de gas. El plan alternativo con EE.UU. o Noruega como nuevo importador neto es casi imposible que se materialice tan rápidamente, puesto que son proyectos de décadas, y aún en proceso de gestación. La reserva de gas y petróleo de muchas naciones europeas puede durar como mucho un par de meses, y la posibilidad de llevar gas por fracking es tan experimental a esta altura como insuficiente, que los intereses ideológicos parecen claramente estar por encima de la realidad económica existente.

La Cumbre de La Haya habiendo concluido con el mencionado trasfondo político inevitable aparentemente deja un precedente tal como fue la Cumbre de la OEA en Punta del Este, Uruguay en 1962, donde Cuba fue excluida del organismo supranacional por incumplir la cláusula democrática, por tener un gobierno de tendencia marxista-leninista bajo una intensa presión de EE.UU. Los fines justifican los medios en ciertos momentos, aquí sin duda alguna aplica este dicho.


Con la ruptura consumada hasta parece que los siete países más industrializados se entendieran mejor que nunca. ¿Acaso sería razonable pensar que Rusia nunca fue tomada realmente en serio en la mesa de los grandes poderosos, que desde el pacto de Bretton Woods dominan de facto la economía mundial? Más vale sólo que mal acompañado, esto podría ser válido para Rusia ahora mismo. Para el club de sus numerosos detractores a nivel mundial, la apuesta ahora es como sancionar sin perjudicarse a sí mismos, puesto que el que ríe último, ríe mejor.  

viernes, 21 de marzo de 2014

La firma del Acuerdo de Asociación de Ucrania con la UE o la imposición de sanciones y contra-sanciones en la nueva guerra económica contra Rusia

Este  viernes 21 de marzo la crisis de Ucrania pasa una vez más por ambos frentes con más insistencia. Mientras que el presidente Putin firma la incorporación definitiva ya ratificada por la Cámara Baja de la Federación, de Crimea y de la Ciudad de Sebastopol. Al mismo tiempo en Bruselas, Bélgica la Unión Europea (UE) reunida con una delegación ucraniana presidida por el primer ministro Arseni Yatseniuk  firmaron los capítulos políticos del Acuerdo de Asociación de la UE con Ucrania. En virtud de ellos se pretende no sólo estrechar las relaciones en todos los niveles entre el ente supranacional y la nación centroeuropea. Por ello ambos bandos están acelerando sus respectivos espacios, mientras que desde el punto comercial las sanciones comienzan a tomar forma con una velocidad vertiginosa, donde tanto Moscú, como también, Londres, Berlín o Washington han no sólo elevado el tono, sino que aplicado sanciones concretas tanto a individuos de las altas esferas políticas o comerciales de la nación afectada, sino intereses económicos y financieros en general.

La guerra de palabras ha comenzado, donde ninguno de los dos parece ceder terreno, ni los europeos que esperan una normalización de la situación ucraniana, y de lo contrario aplican el ostracismo internacional a Rusia, al resurgir de las cenizas el entonces extinto G7, excluyendo a Rusia de las naciones más industrializadas e influyentes del mundo. No se celebrará por ende la reunión de Sochi programada para el junio del año en curso, ni tampoco se volverá a convocar más reuniones G8. Todo le contrario en un encuentro internacional programado la semana venidera en los Países Bajos, se hará un mini-cumbre entre los miembros del G7, para determinar las acciones por emprender en cuanto a la situación en Ucrania y toda posible consecuencia para sancionar a Rusia por sus acciones. Con la visita del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon a Moscú donde se reunió con Vladimir Putin, para sacar adelante esta impasse diplomática, Ban busca romper esta espiral de eventos, a la vez que estará visitando Kiev, donde también sostendrá reuniones con los principales líderes ucranianos, con la esperanza de sacar un acuerdo in extremis, que pueda al menos servir de base para una futura reconciliación ucraniano-rusa. Observadores de la ONU serán enviados a la península de Crimea para observar el respeto a los derechos humanos, y sobre todo los de las minorías ahí presentes, según consta un comunicado de la entidad supranacional.

Políticos como el ministro de relaciones exteriores alemán Frank-Walter Steinmeier, quienes tradicionalmente han sido favorables para una normalización con Moscú, al menos durante el tiempo que Schroeder fue Canciller, ahora se ven inmersos en una guerra cada vez más agresiva de comunicados y contracomunicados, que vienen a alimentar ésta interesantísima partida de ajedrez que  hasta no ha dado a saber quién realmente está en ventaja y quien no. Las medidas emprendidas por la administración Obama, contra oficiales y altos funcionarios del gobierno ruso, junto a empresarios, y naturalmente sus fondos en EE.UU., han llevado en reciprocidad  a Rusia a hacer lo propio con nueve  individuos de nacionalidad estadounidense, entre los que figuran John Boehner, y John McCain a entrar en Rusia y la nulidad de todo visado o régimen migratorio previamente existente. Por lo que concierne la UE, otras 12 personas han sido objeto de sanciones en suelo comunitario, en dónde no podrán volver, ni acceder a sus bienes muebles e inmuebles que fueron congelados.

Lo que menos se dice es que se está jugando de verdad en este clima de máxima tensión, el comercio internacional, pero también los acuerdos existentes entre empresas de la UE que tienen empresas tipo joint venture en Rusia, tanto en el sector gasífero, como en general empresas alemanas, francesas o inglesas o ee.uu.  que tienen intereses que salvaguardar en esta contienda, que por ahora se mantiene estrictamente en el sentido político, no económico. El día que Renault, Peugeot, la Deutsche Bank, Mc Donald´s o la British Petrolium vean sus haberes congelados, al igual que los de los afectados rusos en el extranjero, irán a las puertas de sus respectivas cancillerías o gobiernos a reclamarles responsabilidad de haber perdido oportunidades de intercambio internacional. 

Sancionar una economía como la rusa puede tener importantes repercusiones en el abastecimiento de gas y petróleo, la mayor empresa en el mundo de ese sector, la Gazprom, puede en cualquier momento tomar la decisión de interrumpir el flujo de gas tanto a Ucrania, que por cierto ha dejado de pagar sus cuentas corrientes, y se estaría buscando esta situación, donde perdería el régimen preferencial del que ha estado gozando en virtud de un acuerdo hecho entre las entes de gas de Ucrania y Rusia bajo la presidencia de Yanukovich. Lejos de buscar el diálogo en este sentido, para la permanencia de las buenas relaciones comerciales, se está buscando en Bruselas la posibilidad de diversificar la importación de tales insumos, sea de Noruega, pero también desde los EE.UU. que recientemente fueron descubriendo zonas enteras con Gas sacado por el método del fracking, que se ha dicho que es potencialmente peligroso en muchos sentidos, según estudios hechos, y algunos seísmos que fueron provocados ad hoc a su implementación.

Además está  la complicación inherente de crear una red independiente de suministro de Rusia, algo que por ahora parece muy poco factible, tanto para la UE, o Alemania en particular, ni para Ucrania misma, que depende de forma masiva del gas para su funcionamiento, y que hasta ahora no ha sido interrumpido, pese a la deuda acumulada ante Gazprom de hasta 11 mil millones de dólares a día de hoy. Una tal acción, que conlleva poner en riesgo importantes inversiones, posiblemente congeladas por parte del ejecutivo ruso, sería tan fatal para los mismos impulsores de las sanciones, como para la economía rusa en sí.

Esta impasse hace que las relaciones dentro de la Comunidad de Estados Independientes se fortalezca en consecuencia, comunidad que dicho sea de paso ha perdido de forma unilateral a uno de sus miembros, Ucrania, recientemente. China, las economías BRIC, ALBA, Brasil, Cuba, Mercosur o CARICOM, son tantos mercados potenciales  donde Moscú tiene una importante presencia, y podría reforzar en la medida que sus mercados tradicionales en Europa occidental se les estarían cerrando temporalmente.

Cuando dentro de la misma UE hay voces más cautas que otras, entre las que está Italia o Alemania, otros como los franceses están elevando la voz para medidas aún más contundentes. En EE.UU. Barack Obama no duda en agregar cada día un poco más de aceite al fuego, con mayores sanciones que dicen estarían respaldadas tanto por la mal llamada comunidad internacional y por el gobierno interino de Kiev. Ahora que la adhesión parece no solo un hecho consumado, y que Putin firmara su definitiva implementación hoy, da a entender el espíritu de las relaciones en el concierto de naciones actualmente, el aislar, el sancionar, el desconocer un proceder, el que ésta misma fue capaz de dar por válido en el 2008 con el caso de la República de Kosovo. No salimos de los términos inicialmente puestos, nadie quiere negociar, y aquí estamos yendo directo contra el muro, mientras que nadie pise al freno en algún momento, rompiéndose cada día un poco más los múltiples lazos diplomáticos, comerciales y en general las relaciones entre Rusia y las principales cancillerías occidentales y la estadounidense.

Este clima que algunos han calificado de propio de la guerra fría no debería por lo tanto sorprender a nadie, en la medida que la OTAN sigue siendo una digna representante de esta época, aún en pie y en plena actividad. El reforzamiento de las bases ee.uu. en los países bálticos, en Polonia y en Rumania, fronterizos a Rusia, el cerco militar a la nación euroasiática parece más que evidente al observador. La posible entrada de Ucrania a esta organización militar, y la adquisición de equipo militar para su defensa son uno de los objetivos del primer ministro Arseni Yatseniuk y del presidente ad interim Alexander Turchinov, a la vez que una creación de milicias voluntarias para la defensa de la nación frente al ruso está siendo llevada a pasos forzados.

Esta partida de ajedrez a nivel internacional no ha terminado, y antes de que se vean las consecuencias inmediatas y más duraderas, seremos testigos de cómo dos grandes pesos de la diplomacia internacional están poniendo en el juego todos sus recursos, sin consideración alguna de un acuerdo por muy mínimo que sea. El verdadero perdedor siendo  una vez más los pueblos afectados, tanto del lado de los sancionados, en Rusia, o de los ucranianos que están siendo el objeto de la contienda misma, pagando tal vez la factura real de estos juegos de la Realpolitik.   

martes, 18 de marzo de 2014

El sí a la adhesión de Crimea a Rusia o el posible inicio de una guerra económica contra Moscú

El pasado domingo 16 de marzo 2014 se celebró en Crimea el referéndum sobre el estatus político de la península. Entre las opciones estaba por un lado el fortalecimiento del estatuto autonómico dentro de la nación ucraniana o la separación de ésta última y la demanda de adhesión a la Federación Rusa por el otro lado.  Con un 96.77% de los votos por la adhesión con Rusia, y tan sólo 2.5% de partidarios para permanecer en Ucrania, se consumió el paso necesario para la incorporación a Rusia, que el presidente Vladimir Putin mismo se encargó de formalizar, al firmar el decreto presidencial correspondiente.

Las cancillerías occidentales junto con EE.UU. han por lo tanto optado por materializar su amenaza al menos en parte de sanciones a Rusia y Crimea. El Reino Unido ha cesado toda colaboración con Moscú en lo militar, y EE.UU. ha congelado los haberes financieros de varios ciudadanos rusos en la Unión Europea y en EE.UU. también. Los ciudadanos mencionados no podrán transitar en el espacio Schengen y le serán anulados sus posibles visados inmediatamente. Mientras que surge la gran incertidumbre acerca de la posible interrupción del gas y petróleo ruso hacia Europa occidental en el caso de un serio deterioro de las relaciones comerciales entre Rusia y sus socios europeos.

Moscú es actualmente el único país que reconozca formalmente la República de Crimea como estado soberano, y de hecho se dio una voz de consenso en las cancillerías tanto occidentales como de EE.UU. en enérgicamente desconocer el referéndum considerado ilegal, por lo tanto jurídicamente sin valor alguno. Kiev por su lado además de desconocer todo este proceso como sus resultados, implementó la autorización del uso de la fuerza por parte de las fuerzas armadas en todo el territorio nacional, ergo en Crimea, además de consolidar apoyos internacionales, que no son pocos, en el ámbito internacional. Kiev sabe no cuenta con la opción de entrar militarmente en lo que reclaman como su suelo patrio, por ser presente un contingente ruso en la base rusa de Sebastopol, y que toda confrontación con una unidad militar de pro-rusos en cualquier momento se podría producir, en el momento en que la tregua existente entre diferentes  cuerpos policiales contrarios presentes actualmente se rompa.

Tras la firma en conjunto del primer ministro crimeano Aksyonov y el presidente ruso Vladimir Putin del pacto por la incorporación, se termina de consumar el acto para la adhesión a la Federación euroasiática por parte de la península del mar negro, su nueva delimitación, la cuestión de la ciudadanía de los nuevos  ciudadanos rusos, entre muchos temas que serán determinantes en lo práctico. Con ello Rusia entra en un capítulo sin regreso posible, donde se consuma una brecha entre occidente y Rusia, que no sería comparable más que en tiempos de la guerra fría en pleno apogeo

Después de seis horas de discusión entre Serguei Lavrov y John Kerry en la residencia de la embajada norteamericana en Londres el pasado jueves 14 de marzo no llevó a ningún acuerdo posible entre las dos partes. Ni los EE.UU. lograron arrancar una concesión de los rusos, en las que figuraba el cese del referéndum, ni los rusos pudieron conseguir que los estadounidenses desistieran a la imposición de una sanción en su contra. Lejos de ello la conferencia fue por separado y tan escueta por ambos lados, que ante cualquier duda, fue probablemente el último momento de franca colaboración entre los dos bloques opuestos. Ninguno volvería a ceder sea un milímetro de sus posiciones. Los rusos no sólo aceptaron la independencia formal de la República de Crimea, sino que el inicio del proceso de incorporación. La Unión Europa materializará los primeros esbozos de una serie de sanciones que se prometió imponer a la nación euroasiática, además de acelerar la firma de asociación con Ucrania desde el mismo viernes, donde se celebrará la sesión de firma del documento, que en su momento Yanukovich no firmó. Además de que en bloque se ha rechazado la legalidad del referéndum en sí,  y de insistir en la violación de leyes internacionales a Rusia, al acusarle de tener presencia de tropas en suelo ucraniano. En todo caso la mal llamada comunidad internacional como también la OTAN, la UE, y otras instituciones supranacionales  en coro le prometen un aislamiento del concierto de naciones a nadie menos que a Rusia, primera nación en tamaño en el mundo.

Tal como si se tratara de una nación de tamaño relativamente secundario, los grandes de la diplomacia internacional se proponen dejar en un rincón a la primera nación en reservas de gas y primera productora de crudo en el mundo actualmente, responsable en gran medida del abastecimiento de ambos en Europa occidental con sus estratégicos oleoductos y gasoductos, pasando porque no, por Ucrania.

Entramos en un nuevo capítulo de la historia contemporánea europea, donde con la desincorporación de facto de una parte de la nación ucraniana, por medio de un referéndum, a imagen y semejanza de Sudán del Sur o Kosovo, está vez la comunidad internacional  no fue la que tomara la iniciativa de la misma, por ende decide desconocer este proceso. Entre todo esto entra también el debatible argumento de la validez del gobierno interno ucraniano post-euromaidan, que ha tomado las riendas de lo que aún controla, quien lejos de hacer unanimidad, puest que no goza del reconocimiento del gobierno ruso, pero si del de la mayoría de las cancillerías occidentales, incluyendo de iure a la República autónoma de Crimea.

El hecho que ahora sí se hayan cerrado prácticamente todos los canales de comunicación oficiales entre Kiev y Moscú, hacen que ésta aparente crisis alrededor de Ucrania y Crimea, sea una guerra entre los dos antiguos opositores de la entonces vigente guerra fría. No obstante la caída del muro de Berlín, parecería que hay cosas que periódicamente se vuelven a repetir. Así que ahora ante el hecho consumado, y ante la evidencia de que estamos en un callejón sin salida para ambas partes, que no se pueden dar el lujo de retroceder, se pareciera a la situación previa al estallido de la primera guerra mundial entonces en 1914, hace exactamente cien años de ahora.

¿Hasta cuándo se podrá hablar aún de guerra económica, antes de llegar al enfrentamiento engendrado por un casus belli u otro, que derive ahora sí en la guerra regional, no se diga mundial de nuevo? Serán ambos bloques capaces de perder toda racionalidad sobre las cosas y de cómo se puede aún llegar a un acuerdo, por muy mínimo que fuera? ¿O tal vez ya hemos pasado éste estadio, y nos estamos dirigiendo a un  real recrudecimiento de una tensión mundial, que posiblemente en un futuro sea considerada como la chispa de un evento de largo aliento, que nadie a  ésta altura de la historia es capaz de vislumbrar como tal, y que posiblemente vaya a determinar la vida de muchos de esta generación actual en edad de ser llevados a nada menos que la guerra misma?

Nada está dicho aún y cada campo está afilando sus cuchillos como mejor puede, para un enfrentamiento aún mayor por venir. Hasta ese entonces sigamos esta crisis y sus posibles repercusiones de cerca.