En la noche del lunes 22 de
septiembre 2014 las fuerzas aéreas de los EE.UU. han iniciado un ataque al
oriente de Siria sobre los bastiones de
Ar Raqqah, Abou Kemal, Dayr az Zaur y Al-Hassaka del Estado Islámico de Irak y
Levante (EIIL). En días pasados el presidente Obama había anunciado la
intervención militar contra posiciones en Irak y en Siria. Lejos de buscar una
cooperación militar o de tener incluso contacto con el gobierno de Damasco, la
estrategia de Washington fue de colaborar con la “oposición moderada” siria, ergo el Consejo Nacional Sirio en el
exilio. También se encargaron de no entrar solos, pues viene con sus aliados árabes,
específicamente Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Jordania, y Qatar, además de la participación
de Turquía, con lo que Obama insistía repetidas veces que no va sólo a la
guerra.
El presidente sirio Bashar
Al-Assad por su lado afirmo que toda intervención de la armada de EE.UU. en
territorio sirio sería considerada una agresión contra la nación. Y por lo
tanto además de constituir una violación de leyes internacionales, es una
negación de la soberanía siria, que no caduca, aunque el territorio esté ahora
mismo administrado por una organización islámica fuera de control. Tanto Al
Assad, como el canciller Wualid Moualem, fueron abiertos a un compromiso en el
afán de erradicar el terrorismo, un esfuerzo que se está llevando desde al
menos tres años por parte del estado sirio. Los rusos a su vez replicaron que
esta intervención era una clara violación de las leyes internacionales, y que
era necesario que ésta fuera consultada con el gobierno de Damasco. Al parecer
la embajadora ante las Naciones Unidas, Samantha Powers le hizo llegar un aviso a su
par sirio Bashar Jaafari horas antes de que está inicie la operación. De este
modo quien diga que el gobierno sirio no supiese de los ataques.
La estrategia de Obama va en realidad mucho
más lejos que lo que quiere mostrar, puesto que por un lado dicen que
formalmente están yendo tras los milicianos del estado islámico, pero a la vez
aprovechan curiosamente la oportunidad para reforzar su ayuda material y
financiera a los grupos armados considerados moderados. Estos deben ser según
ellos hacer frente no solo a las fuerzas islámicas del frente al nursa y del
EIIL, sino que a la vez al gobierno opresor
de Damasco, del cual deben de
liberar el país eventualmente. Es tal que la verdadera razón aquí es de lograr
lo que el verano pasado no se pudo, la intervención militar directa. Obama
buscó el pretexto del EIIL, para de ahí salir a Iraq, y porque no, de ahí a
Siria, puesto que la organización se encuentra en ambos lados de la frontera.
Sin embargo todo este tortuoso argumento sirve para apoderar a los grupos que numéricamente
están a la baja, y que necesitan de
nuevo un fuerte influjo de dinero y armas para revivir. Estos grupos estarán en
un inicio empujados a conquistar territorio tomado por el Emirato, para ellos
ser los nuevos administradores, que en la medida que se fueran expandiendo, en
la guerra contra el ejército regular, conquisten el país, con la misma semblanza que fue en
Libia. Siendo apoyados por varias
naciones árabes, que en este caso suplen la legitimización ante el mundo
musulmán, y con el apoyo tácito de Occidente, sería una cuestión de tiempo, que
el gobierno de Bashar Al-Assad capitule.
Viendo en retrospectiva parecería
que hubo una cierta intencionalidad tanto por parte de EE.UU., pero también de
Turquía o las monarquías del Golfo, de
tolerar y a veces ayudar a las fuerzas anti-assad, sin considerar el riesgo que
esto podría acarrear. Arabia Saudita y Turquía son en primer lugar responsables
del auge de este nuevo actor. Ellos con el afán de debilitar a Assad no vieron
que los resultados a menudo no son lo que se esperaba. Ahora que se ha asentado
en las principales ciudades del norte de Irak y el oriente de Siria, viene la
culminación, pues de ahora en adelante es un deber de la alianza contra el
EIIL, de derrotar a sus antiguos mercenarios ahora fuera de control.
La guerra ahora si ha comenzado
de nuevo en Medio Oriente, con la activa presencia de fuerzas armadas de EE.UU.,
Bahréin, Qatar, y los EAU entre otros, la militarización se ha vuelto regional,
y la persistencia de Occidente de poner en pie un régimen nuevo en suelo sirio,
cueste lo que cueste. Tras tres años de guerra civil que no han girado en la
dirección correcta, es hora de ayudar de forma más evidente imposible, la
oposición va y tiene la obligación de ganar esta guerra, esto es lo que queda
más claro que el agua. Que el cinismo llegue a niveles inauditos, donde un
contacto informal entre dos embajadores acreditados ante la ONU, nunca va a ser
equivalente a una verdadera cooperación o colaboración tácita del invadido,
esto más que una falacia, es una provocación pura y dura.
De pasó está que cuanto más inestable sea esa
zona mejor, pues para quien esté lejos del estallido, no hay bien que por mal
no venga. Hay venta de armas, flujo de
dinero, y razones de poder para volver una vez más a una economía de guerra,
cuando la recesión está más que presente en EE.UU. y en otras tantas economías
europeas occidentales que simplemente no salen del hoyo. Como todo este mundo
es multicausal, ni siquiera son los luchadores por la liberación siria de la tiranía, quienes importan,
aquí, ni mucho menos la presencia de un
estado islámico sui generis, sin reconocimiento, a dos lados de la frontera
común sirio-iraquí. Nada de eso es, es la ulterior voluntad de los regímenes
imperialistas, de derrocar al presunto dictador, porque fueron mandados a
hacerlo por fuerzas superiores. Visto que aquí está tomando demasiado tiempo,
con un poco menos de elegancia, tuvieron que meter mano, antes de que perdieran
sus huestes enteramente.
La agenda de Occidente es siempre
fue el “regime change”, y referido a lo anterior, demasiado tiempo se buscó una
aparente solución política, como para justificar el acto final. Si lo que
importa es el resultado, y no el orden de los factores, se buscó la forma de
entrar ahí sin pedir permiso, y a como fuerza de vanguardia contra el gobierno
legítimo. Como no se pudo de forma directa, hubo que dejar que un estado
islámico se asentara ahí, para entonces recuperar el control del territorio, y
finalmente entregarlo en bandeja a la mal llamada oposición moderada. Sea quien
fuera, su suerte no será más que temporal, sino véase lo que pasó en Libia e
imagínese hasta dónde se puede llegar aquí.