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domingo, 15 de junio de 2014

El posible corte del suministro de gas a Ucrania por parte de Gazprom o el incidente en la embajada rusa en Kiev como detonante de una crisis diplomática

El lunes 16  de junio de 2014 a las 06:00h Hora Media de Greenwich (GMT)  se agotará el ultimátum puesto por parte de Gazprom para el pago de la deuda pendiente de Ucrania elevado a alrededor de 4 mil millones de dólares. A partir de entonces el nuevo esquema requerirá que Kiev pague sus entregas de gas por adelantado, de lo contrario los rusos optarán por cerrar los gasoductos hacia la nación centroeuropea hasta nuevo orden. Las negociaciones de Bruselas para resolver el litigio pendiente entre las dos partes no llevó a ningún acuerdo tangible, y la nueva fecha para una nueva reunión para el día de mañana fue cancelada por la delegación rusa unilateralmente, indicando que ésta vez no habrá más prórrogas para el pago de la deuda acumulada. En cuanto al precio del gas tampoco se pudo encontrar un acuerdo, al estar la delegación ucraniana intransigente en recibir el precio preferencial de $268, y al final acceder a que se reduzca a $328, sin por ello lograr que los rusos acepten esta oferta.

La situación de la posible crisis energética que pueda surgir a raíz de este corte no parece poco, al menos para Ucrania y en particular para algunos estados centroeuropeos como Hungría o Eslovaquia, cuando su gas normalmente entregado pasara por los gasoductos que pronto podrán estar fuera de uso por un tiempo indeterminado. Otros países consumidores del gas ruso en cambio podrán ver sus insumos energéticos venir posiblemente a través de los gasoductos alternativos, siendo uno el que pasa por Bielorrusia y Polonia, o por el que pasa por debajo del mar Báltico hasta las costas de Alemania. No obstante estas posibles alternativas la mera posibilidad de esto pone en suspenso a toda la Unión Europea, que hizo hasta los imposible para salir de la impasse presentada, y para evitar que su potencial socio, Ucrania no tenga que buscarse alternativas más costosas y complicadas para poder subsistir energéticamente.

Los ucranianos por su lado vieron en los últimos días nuevos desarrollos desconcertantes suceder, los cuales no ayudan exactamente a la resolución de la crisis con Rusia. El sábado 14 de junio una multitud de personas se concentraron en frente  de la Embajada de la Federación Rusa en la capital ucraniana, volcando los autos oficiales estacionados en frente del recinto diplomático. Además lanzaron piedras y huevos contra su fachada, y bajaron la bandera rusa del asta, reemplazándola por una ucraniana. Con cantos anti-rusos fueron incitando a la violencia, con una cierta pasividad por parte de las fuerzas de seguridad encargadas de la seguridad de las legaciones diplomáticas. Más en la noche el ministro de relaciones exteriores ucraniano Andrei Deschitsa se reunió con los manifestantes, vociferando junto a ello una proclama muy explícita: "Me voy a quedar con vosotros para decir: Rusia, fuera de Ucrania. Putin es un cabrón, ¡eso es!". De este modo el jefe de la diplomacia dio a entender su parecer del presidente ruso, sin lugar a dudas.

Los incidentes de la embajada, que de alguna forma recuerda también la vez que la embajada cubana fue asediada en Caracas por miembros de la oposición en 2002, son una clara violación a la Convención de Viena, que estipula las relaciones diplomáticas entre estados. En ella figura entre otras cosas la responsabilidad del país huésped de proteger la integridad de su recinto, y su inviolabilidad. Esto fue puesto entredicho en múltiples momentos, no sólo el hecho que la entrada fuera bloqueada por llantas, desmontadas de los mismos autos oficiales que fueron volcados, y la destrucción de sendas ventanas en la fachada del edificio. Cuando Moscú hizo una condena internacional del evento en el consejo de seguridad de la Naciones Unidas, esta moción fue bloqueada por Francia, EE.UU. y el Reino Unido, aunque informalmente al menos un portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. condeno estos sucesos.

Así parece que mientras que la amenaza de una interrupción a Ucrania se hace cada vez más probable, al menos que antes de mañana, al menos mil millones de dólares lleguen a las cuentas de Gazprom antes de las 10:00h hora de Moscú, estamos viendo el cumplimiento del ultimátum. El gobierno de Poroshenko tendrá que encontrar caminos o de evitar esto, o si no fuera posible esto, encontrar un plan b, con el que asegurarse la continuidad del esquema energético a corto y mediano plazo. No ayuda en este sentido los llamamientos de Deschitsa a romper relaciones diplomáticas con Rusia en la brevedad, ni tampoco su actitud poco diplomática mostrada en frente de la embajada rusa de Kiev. Sin lugar a duda el gobierno de Kiev está jugando con fuego una vez más, sin estar verdaderamente conscientes de las consecuencias que esto puede tener para la economía real, la cual tendrá un verdadero problema si no ahora en algunos  meses.

Alemania que es un importante cliente de Rusia, dice tener reservas suficientes para algunos meses, a la vez que tiene la alternativa del gasoducto del mar báltico a corto plazo para efectos de surtirse. Los  países del este miembros de la UE, Estonia, Letonia, y Lituania también podrán contar con el gasoducto que viene a través de Bielorrusia, aunque  su dependencia energética seguirá siendo una constante a corto plazo al menos. En términos globales esto podría encarecer el gas a nivel europeo, al menos que Noruega, Argelia o los mismos EE.UU. vengan a cambiar este esquema. No obstante en lo inmediato nada de esto tiene la posibilidad de reemplazar la importación de hidrocarburos rusos. Si acaso subirá los costos a términos globales, y le agregará una nota más al conflicto en curso entre EE.UU./Unión Europea vs. Rusia, al estar en el aire nuevas sanciones contra ésta última.

Los gobiernos europeos en cierto modo le dieron un cheque en blanco a los Ucranianos, y a sus nuevas autoridades, sin calcular verdaderamente lo que ello supondría. Estarían echando su suerte si se trata que el clima comercial y diplomático cada vez más enrarecido se convierta en asfixiante, y que los resultados en pleno invierno se hagan ver en su entera extensión. Rusia que tiene una nueva alianza con China, y que acaba de concluir un futuro marco de unión aduanera con Kazajistán y Kirguistán, están abriendo sus posibilidades hacia el Este, donde existe un gran mercado paralelo, que sin duda no hará que la disminución de divisas provenientes de Europa occidental se neutralice, pero si la podrá atenuar mucho más de lo que podrían los estado europeos occidentales.

Y si por cualquier razón las relaciones diplomáticas cesaran entre Kiev y Moscú, aunado con el fin del gas ruso entregado a Ucrania, estamos ante una situación poco propicia para cualquier normalización a corto plazo, cuando la guerra civil en el este del país sigue devastando la infraestructura de la zona más industrializada de Ucrania, y los refugiados de la guerra se siguen sumando a la frontera con Rusia, creando ahora sí un problema de tipo humanitario.   

viernes, 13 de junio de 2014

Sobre el fracaso de las negociaciones trilaterales en Bruselas o el constante deterioro de la situación militar en el este de Ucrania

El enfrentamiento ruso-ucraniano se presentó esta semana desde múltiples frentes, tanto militares como comerciales, que dan a entender que estos roces no se resolverán en la brevedad.Desde la reunión de Normandía una reunión trilateral en Bruselas el pasado lunes 9 de junio, no hubo consenso posible entre los Kiev y Moscú, en cuanto al precio por pagar por mil metros cúbicos de gas, mientras que los rusos ofrecían una tarifa de $385, por debajo del promedio europeo, y cercano al que gozara en tiempos de Timoshenko. No obstante ello el primer ministro ucraniano Arsenii Yatseniuk exigía que el precio fuera de $268 dólares, precio preferencial que fue vigente durante el tiempo que Ucrania era parte de la Unión Aduanera con Rusia, ahora que no lo es, Gazprom dice que no ve razón de cobrar precio de amigos, cuando en realidad Kiev quiere alejarse de Moscú y acercarse a la Unión Europea (UE). Con todo el encuentro en suelo belga se concluyó sin éxito, y con la propuesta de volver a encontrarse el próximo lunes 15 de junio, para concluir un acuerdo. Este día es también que se vence el plazo para Kiev para pagar la deuda acumulada de varios meses que tiene con Gazprom, que se eleva a pronto 4 mil millones de dólares. Al no programarse ninguna nueva reunión bilateral, el gobierno ucraniano se verá en la impasse de o pagar, o ver el flujo de gas interrumpirse hasta nuevo orden.

En segundo lugar la guerra continúa en el este de Ucrania, donde en las regiones de Lugansk y Donetsk las repúblicas autoproclamadas se siguen enfrentando al ejército regular, quien mantiene una operación anti-terrorista que Moscú condena como contraria al espíritu de reconciliación que el presidente recién electo Poroshenko proclamó durante su campaña presidencial. Lejos de ello el jueves 12 de junio se registró por parte de medios presentes y de habitantes locales el uso de fósforo blanco en Slaviansk, un arma química que está prohibida por la Convención de Ginebra sobre el Uso de Armas Prohibidas, y altamente tóxico para la población afectada. A ese efecto Rusia levantó una condena ante las Naciones Unidas para condenar a Kiev por la violación de esta convención, algo que el gobierno ucraniano niega rotundamente.

En tercer lugar unos blindados ucranianos entraron el día de hoy a territorio ruso, donde entraron hasta ser detectados por el ejército ruso. Sus tripulantes dieron marcha atrás y volvieron a suelo ucraniano, más dejando atrás el aparato militar. Este evento fue evaluado por Rusia como una violación de la soberanía rusa, por parte del ejército ucraniano, y lo llamó una provocación sin igual. En este aspecto llamó a Yatseniuk a cesar estas mismas, en vistas de una posible resolución del conflicto.

Con estos eventos presentes queda claro como el desarrollo de la región no hizo más que regresar significativamente. Mientras que Kiev no logra recuperar el control del este del país,  tampoco logra comprar más tiempo a los rusos, pues pensaban que con esta estrategia, y bajo la protección del Vicepresidente de la Comisión Europea y Comisario para los asuntos económicos, Olli Rehn, su estrategia de la intransigencia sería efectiva, lo cierto es que ni siquiera los europeos vieron de buen ojo la demanda sin concesión del lado ucraniano vis-á-vis con los rusos. Lejos de ganarse un respaldo económico ponen en aprietos hasta a sus propios socios europeos, pues si el gas deja de pasar a través de Ucrania, un 40% del gas ruso en Europa Occidental podría estar en riesgo.  Este panorama que fuera discutido en el pasado por los 28 en vistas de obtener una mayor independencia de Rusia, no encontraron modo de llevar a cabo la estrategia aislacionista para con Moscú, sin poner en riesgo el esquema energético en general.

Ahora desde el punto de vista militar está más que claro que no se trata de una guerra donde Rusia tenga una posición activa, pese a los reclamos de los países de Europa occidental y EE.UU., sino de un asunto interno ucraniano, donde una parte del país se declaró en rebelión, y tomaron las armas en contra de un poder central que no les amparaba ni la autonomía en asunto propios, ni siquiera el uso de la lengua rusa. Si Kiev no es capaz responder a las demandas de sus conciudadanos del este, los mismos se organizaron para organizar los referendos del mes pasado, que como se sabe no fueron tomados en cuenta por Kiev, y Rusia se ha mantenido discreta en el asunto. Son más bien las nuevas élites locales que están llamando a Rusia a incorporarlos, a imagen y semejanza de Crimea.

Por lo que Rusia no puede más que mediar entre enemigos acérrimos, quienes han  renunciado por lo visto a toda negociación, para pasar a la ofensiva total, tanto por los pro-rusos como por las autoridades centrales. Por ello es que tanto el creciente descontrol de la región afecta ya no sólo a Ucrania, sino a los vecinos inmediatos, como se pudo presenciar con la entrada de un tanque blindado en suelo ruso. No hay que confundir aquí los bandos, algo que podría fácilmente ocurrir, los ucranianos están desgastando su arsenal militar, incluyendo el uso de fósforo blanco, para someter a poblaciones rusófonas, que se levantaron en armas. Si lo que algunos es coresponsabilisar a Putin de meterse en Ucrania, más bien habría que pedir explicaciones a Kiev, de su errático comportamiento en el Lugansk y Donestsk.

Mientras que el respaldo europeo  y ee.uu.  esté del lado de Poroshenko y Yatseniuk, su estrategia seguirá la misma, siempre tratando de ganar tiempo, sin por ello resolver nada de sustancioso. De lo contrario si el gas deja de llegar, entonces sí podremos ver acciones más constructivas, cuando se sabe que este factor en el país centroeuropeo es más que fundamental, es elemental para poder seguir negociando cualquier salida. Si los europeos llegan a ver que el gas deja de llegarles, serán los primeros en reclamarles a los ucranianos su cuestionable estrategia, y posiblemente para ese entonces, Rusia ya tendrá cubierta su  espalda con el histórico acuerdo sino-ruso recientemente concluido. Europa que esperaba ver el gas de EE.UU. venir suplir esa demanda, sabrán para ese entonces que las reservas no sólo fueron exageradas en todos los sentidos, posiblemente se quedarán sin plan B para operar, o éste les saldrá mucho más caro que lo que actualmente les está saliendo la cuenta de gas con Gazprom.

Los ucranianos están verdaderamente jugando con fuego, y a más tardar el martes los van a ver blanco sobre negro, cuando sin mesa de negociación el cobrador venga a tocar la puerta del gobierno en busca de la deuda por recaudar. Ante la evidente imposibilidad inmediata, alguna salida tendrán que encontrar, o efectivamente verse sin ese gas que actualmente mantiene su economía en funcionamiento. Y si la guerra se extiende mucho más en el tiempo, también se alejará toda posibilidad de reconciliación con dichas poblaciones, las cuales buscarán por todos los medios lograr la incorporación a Rusia, la cual en algún momento, podría ser estratégicamente interesante para Putin.

Por mientras la jugada estratégica entre los grandes actores del mundo parece ante todo confusa, dada la actitud de las nuevas autoridades de Ucrania, las cuales no saben o no quieren llevar las cosas por un camino del diálogo. Si recortan categóricamente toda autonomía, y desconocen el idioma empleado por la mayoría de la población, les están negando derechos fundamentales, que podrían perfectamente justificar la toma de las armas por parte de las milicias pro-rusas. Mientras que toda la ofensiva internacional esté dirigida para aislar y negar a Rusia su posición histórica en la escena internacional, los argumentos esgrimidos son cada vez más dudosos, como para decirlo de forma neutral.

Ni sanciones contra la economía rusa, ni ninguna exclusión política, como la expulsión del ex G8 serán suficientemente convincente para que Moscú “devuelva” la Crimea a Ucrania, ni tampoco logaran que el comercio entre ellos se normalice en la brevedad. Lejos de ello desdibuja una nueva configuración política del mundo, donde el diálogo se ha enterrado tan profundo, que sólo quedan las acciones unilaterales y el idioma de las sanciones como recurso útil. Antes que esto se convierta en la realidad en Europa del Este, seremos testigos del inevitable y catastrófico deterioro de la coyuntura internacional.