El
lunes 16 de junio de 2014 a las 06:00h
Hora Media de Greenwich (GMT) se agotará
el ultimátum puesto por parte de Gazprom para el pago de la deuda pendiente de
Ucrania elevado a alrededor de 4 mil millones de dólares. A partir de entonces
el nuevo esquema requerirá que Kiev pague sus entregas de gas por adelantado,
de lo contrario los rusos optarán por cerrar los gasoductos hacia la nación
centroeuropea hasta nuevo orden. Las negociaciones de Bruselas para resolver el
litigio pendiente entre las dos partes no llevó a ningún acuerdo tangible, y la
nueva fecha para una nueva reunión para el día de mañana fue cancelada por la
delegación rusa unilateralmente, indicando que ésta vez no habrá más prórrogas
para el pago de la deuda acumulada. En cuanto al precio del gas tampoco se pudo
encontrar un acuerdo, al estar la delegación ucraniana intransigente en recibir
el precio preferencial de $268, y al final acceder a que se reduzca a $328, sin
por ello lograr que los rusos acepten esta oferta.
La
situación de la posible crisis energética que pueda surgir a raíz de este corte
no parece poco, al menos para Ucrania y en particular para algunos estados
centroeuropeos como Hungría o Eslovaquia, cuando su gas normalmente entregado
pasara por los gasoductos que pronto podrán estar fuera de uso por un tiempo
indeterminado. Otros países consumidores del gas ruso en cambio podrán ver sus
insumos energéticos venir posiblemente a través de los gasoductos alternativos,
siendo uno el que pasa por Bielorrusia y Polonia, o por el que pasa por debajo
del mar Báltico hasta las costas de Alemania. No obstante estas posibles
alternativas la mera posibilidad de esto pone en suspenso a toda la Unión
Europea, que hizo hasta los imposible para salir de la impasse presentada, y
para evitar que su potencial socio, Ucrania no tenga que buscarse alternativas
más costosas y complicadas para poder subsistir energéticamente.
Los
ucranianos por su lado vieron en los últimos días nuevos desarrollos
desconcertantes suceder, los cuales no ayudan exactamente a la resolución de la
crisis con Rusia. El sábado 14 de junio una multitud de personas se
concentraron en frente de la Embajada de
la Federación Rusa en la capital ucraniana, volcando los autos oficiales
estacionados en frente del recinto diplomático. Además lanzaron piedras y
huevos contra su fachada, y bajaron la bandera rusa del asta, reemplazándola
por una ucraniana. Con cantos anti-rusos fueron incitando a la violencia, con
una cierta pasividad por parte de las fuerzas de seguridad encargadas de la
seguridad de las legaciones diplomáticas. Más en la noche el ministro de
relaciones exteriores ucraniano Andrei Deschitsa se reunió con los
manifestantes, vociferando junto a ello una proclama muy explícita: "Me
voy a quedar con vosotros para decir: Rusia, fuera de Ucrania. Putin es un
cabrón, ¡eso es!". De este modo el jefe de la diplomacia dio a entender su
parecer del presidente ruso, sin lugar a dudas.
Los
incidentes de la embajada, que de alguna forma recuerda también la vez que la
embajada cubana fue asediada en Caracas por miembros de la oposición en 2002,
son una clara violación a la Convención de Viena, que estipula las relaciones
diplomáticas entre estados. En ella figura entre otras cosas la responsabilidad
del país huésped de proteger la integridad de su recinto, y su inviolabilidad.
Esto fue puesto entredicho en múltiples momentos, no sólo el hecho que la
entrada fuera bloqueada por llantas, desmontadas de los mismos autos oficiales
que fueron volcados, y la destrucción de sendas ventanas en la fachada del
edificio. Cuando Moscú hizo una condena internacional del evento en el consejo
de seguridad de la Naciones Unidas, esta moción fue bloqueada por Francia,
EE.UU. y el Reino Unido, aunque informalmente al menos un portavoz del
Departamento de Estado de EE.UU. condeno estos sucesos.
Así
parece que mientras que la amenaza de una interrupción a Ucrania se hace cada
vez más probable, al menos que antes de mañana, al menos mil millones de
dólares lleguen a las cuentas de Gazprom antes de las 10:00h hora de Moscú,
estamos viendo el cumplimiento del ultimátum. El gobierno de Poroshenko tendrá
que encontrar caminos o de evitar esto, o si no fuera posible esto, encontrar
un plan b, con el que asegurarse la continuidad del esquema energético a corto
y mediano plazo. No ayuda en este sentido los llamamientos de Deschitsa a
romper relaciones diplomáticas con Rusia en la brevedad, ni tampoco su actitud
poco diplomática mostrada en frente de la embajada rusa de Kiev. Sin lugar a
duda el gobierno de Kiev está jugando con fuego una vez más, sin estar
verdaderamente conscientes de las consecuencias que esto puede tener para la
economía real, la cual tendrá un verdadero problema si no ahora en algunos meses.
Alemania
que es un importante cliente de Rusia, dice tener reservas suficientes para
algunos meses, a la vez que tiene la alternativa del gasoducto del mar báltico
a corto plazo para efectos de surtirse. Los
países del este miembros de la UE, Estonia, Letonia, y Lituania también
podrán contar con el gasoducto que viene a través de Bielorrusia, aunque su dependencia energética seguirá siendo una
constante a corto plazo al menos. En términos globales esto podría encarecer el
gas a nivel europeo, al menos que Noruega, Argelia o los mismos EE.UU. vengan a
cambiar este esquema. No obstante en lo inmediato nada de esto tiene la
posibilidad de reemplazar la importación de hidrocarburos rusos. Si acaso
subirá los costos a términos globales, y le agregará una nota más al conflicto
en curso entre EE.UU./Unión Europea vs. Rusia, al estar en el aire nuevas
sanciones contra ésta última.
Los
gobiernos europeos en cierto modo le dieron un cheque en blanco a los
Ucranianos, y a sus nuevas autoridades, sin calcular verdaderamente lo que ello
supondría. Estarían echando su suerte si se trata que el clima comercial y
diplomático cada vez más enrarecido se convierta en asfixiante, y que los
resultados en pleno invierno se hagan ver en su entera extensión. Rusia que
tiene una nueva alianza con China, y que acaba de concluir un futuro marco de
unión aduanera con Kazajistán y Kirguistán, están abriendo sus posibilidades
hacia el Este, donde existe un gran mercado paralelo, que sin duda no hará que
la disminución de divisas provenientes de Europa occidental se neutralice, pero
si la podrá atenuar mucho más de lo que podrían los estado europeos
occidentales.
Y si por cualquier razón las relaciones diplomáticas cesaran entre Kiev y Moscú, aunado con el fin del gas ruso entregado a Ucrania, estamos ante una situación poco propicia para cualquier normalización a corto plazo, cuando la guerra civil en el este del país sigue devastando la infraestructura de la zona más industrializada de Ucrania, y los refugiados de la guerra se siguen sumando a la frontera con Rusia, creando ahora sí un problema de tipo humanitario.
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