viernes, 21 de marzo de 2014

La firma del Acuerdo de Asociación de Ucrania con la UE o la imposición de sanciones y contra-sanciones en la nueva guerra económica contra Rusia

Este  viernes 21 de marzo la crisis de Ucrania pasa una vez más por ambos frentes con más insistencia. Mientras que el presidente Putin firma la incorporación definitiva ya ratificada por la Cámara Baja de la Federación, de Crimea y de la Ciudad de Sebastopol. Al mismo tiempo en Bruselas, Bélgica la Unión Europea (UE) reunida con una delegación ucraniana presidida por el primer ministro Arseni Yatseniuk  firmaron los capítulos políticos del Acuerdo de Asociación de la UE con Ucrania. En virtud de ellos se pretende no sólo estrechar las relaciones en todos los niveles entre el ente supranacional y la nación centroeuropea. Por ello ambos bandos están acelerando sus respectivos espacios, mientras que desde el punto comercial las sanciones comienzan a tomar forma con una velocidad vertiginosa, donde tanto Moscú, como también, Londres, Berlín o Washington han no sólo elevado el tono, sino que aplicado sanciones concretas tanto a individuos de las altas esferas políticas o comerciales de la nación afectada, sino intereses económicos y financieros en general.

La guerra de palabras ha comenzado, donde ninguno de los dos parece ceder terreno, ni los europeos que esperan una normalización de la situación ucraniana, y de lo contrario aplican el ostracismo internacional a Rusia, al resurgir de las cenizas el entonces extinto G7, excluyendo a Rusia de las naciones más industrializadas e influyentes del mundo. No se celebrará por ende la reunión de Sochi programada para el junio del año en curso, ni tampoco se volverá a convocar más reuniones G8. Todo le contrario en un encuentro internacional programado la semana venidera en los Países Bajos, se hará un mini-cumbre entre los miembros del G7, para determinar las acciones por emprender en cuanto a la situación en Ucrania y toda posible consecuencia para sancionar a Rusia por sus acciones. Con la visita del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon a Moscú donde se reunió con Vladimir Putin, para sacar adelante esta impasse diplomática, Ban busca romper esta espiral de eventos, a la vez que estará visitando Kiev, donde también sostendrá reuniones con los principales líderes ucranianos, con la esperanza de sacar un acuerdo in extremis, que pueda al menos servir de base para una futura reconciliación ucraniano-rusa. Observadores de la ONU serán enviados a la península de Crimea para observar el respeto a los derechos humanos, y sobre todo los de las minorías ahí presentes, según consta un comunicado de la entidad supranacional.

Políticos como el ministro de relaciones exteriores alemán Frank-Walter Steinmeier, quienes tradicionalmente han sido favorables para una normalización con Moscú, al menos durante el tiempo que Schroeder fue Canciller, ahora se ven inmersos en una guerra cada vez más agresiva de comunicados y contracomunicados, que vienen a alimentar ésta interesantísima partida de ajedrez que  hasta no ha dado a saber quién realmente está en ventaja y quien no. Las medidas emprendidas por la administración Obama, contra oficiales y altos funcionarios del gobierno ruso, junto a empresarios, y naturalmente sus fondos en EE.UU., han llevado en reciprocidad  a Rusia a hacer lo propio con nueve  individuos de nacionalidad estadounidense, entre los que figuran John Boehner, y John McCain a entrar en Rusia y la nulidad de todo visado o régimen migratorio previamente existente. Por lo que concierne la UE, otras 12 personas han sido objeto de sanciones en suelo comunitario, en dónde no podrán volver, ni acceder a sus bienes muebles e inmuebles que fueron congelados.

Lo que menos se dice es que se está jugando de verdad en este clima de máxima tensión, el comercio internacional, pero también los acuerdos existentes entre empresas de la UE que tienen empresas tipo joint venture en Rusia, tanto en el sector gasífero, como en general empresas alemanas, francesas o inglesas o ee.uu.  que tienen intereses que salvaguardar en esta contienda, que por ahora se mantiene estrictamente en el sentido político, no económico. El día que Renault, Peugeot, la Deutsche Bank, Mc Donald´s o la British Petrolium vean sus haberes congelados, al igual que los de los afectados rusos en el extranjero, irán a las puertas de sus respectivas cancillerías o gobiernos a reclamarles responsabilidad de haber perdido oportunidades de intercambio internacional. 

Sancionar una economía como la rusa puede tener importantes repercusiones en el abastecimiento de gas y petróleo, la mayor empresa en el mundo de ese sector, la Gazprom, puede en cualquier momento tomar la decisión de interrumpir el flujo de gas tanto a Ucrania, que por cierto ha dejado de pagar sus cuentas corrientes, y se estaría buscando esta situación, donde perdería el régimen preferencial del que ha estado gozando en virtud de un acuerdo hecho entre las entes de gas de Ucrania y Rusia bajo la presidencia de Yanukovich. Lejos de buscar el diálogo en este sentido, para la permanencia de las buenas relaciones comerciales, se está buscando en Bruselas la posibilidad de diversificar la importación de tales insumos, sea de Noruega, pero también desde los EE.UU. que recientemente fueron descubriendo zonas enteras con Gas sacado por el método del fracking, que se ha dicho que es potencialmente peligroso en muchos sentidos, según estudios hechos, y algunos seísmos que fueron provocados ad hoc a su implementación.

Además está  la complicación inherente de crear una red independiente de suministro de Rusia, algo que por ahora parece muy poco factible, tanto para la UE, o Alemania en particular, ni para Ucrania misma, que depende de forma masiva del gas para su funcionamiento, y que hasta ahora no ha sido interrumpido, pese a la deuda acumulada ante Gazprom de hasta 11 mil millones de dólares a día de hoy. Una tal acción, que conlleva poner en riesgo importantes inversiones, posiblemente congeladas por parte del ejecutivo ruso, sería tan fatal para los mismos impulsores de las sanciones, como para la economía rusa en sí.

Esta impasse hace que las relaciones dentro de la Comunidad de Estados Independientes se fortalezca en consecuencia, comunidad que dicho sea de paso ha perdido de forma unilateral a uno de sus miembros, Ucrania, recientemente. China, las economías BRIC, ALBA, Brasil, Cuba, Mercosur o CARICOM, son tantos mercados potenciales  donde Moscú tiene una importante presencia, y podría reforzar en la medida que sus mercados tradicionales en Europa occidental se les estarían cerrando temporalmente.

Cuando dentro de la misma UE hay voces más cautas que otras, entre las que está Italia o Alemania, otros como los franceses están elevando la voz para medidas aún más contundentes. En EE.UU. Barack Obama no duda en agregar cada día un poco más de aceite al fuego, con mayores sanciones que dicen estarían respaldadas tanto por la mal llamada comunidad internacional y por el gobierno interino de Kiev. Ahora que la adhesión parece no solo un hecho consumado, y que Putin firmara su definitiva implementación hoy, da a entender el espíritu de las relaciones en el concierto de naciones actualmente, el aislar, el sancionar, el desconocer un proceder, el que ésta misma fue capaz de dar por válido en el 2008 con el caso de la República de Kosovo. No salimos de los términos inicialmente puestos, nadie quiere negociar, y aquí estamos yendo directo contra el muro, mientras que nadie pise al freno en algún momento, rompiéndose cada día un poco más los múltiples lazos diplomáticos, comerciales y en general las relaciones entre Rusia y las principales cancillerías occidentales y la estadounidense.

Este clima que algunos han calificado de propio de la guerra fría no debería por lo tanto sorprender a nadie, en la medida que la OTAN sigue siendo una digna representante de esta época, aún en pie y en plena actividad. El reforzamiento de las bases ee.uu. en los países bálticos, en Polonia y en Rumania, fronterizos a Rusia, el cerco militar a la nación euroasiática parece más que evidente al observador. La posible entrada de Ucrania a esta organización militar, y la adquisición de equipo militar para su defensa son uno de los objetivos del primer ministro Arseni Yatseniuk y del presidente ad interim Alexander Turchinov, a la vez que una creación de milicias voluntarias para la defensa de la nación frente al ruso está siendo llevada a pasos forzados.

Esta partida de ajedrez a nivel internacional no ha terminado, y antes de que se vean las consecuencias inmediatas y más duraderas, seremos testigos de cómo dos grandes pesos de la diplomacia internacional están poniendo en el juego todos sus recursos, sin consideración alguna de un acuerdo por muy mínimo que sea. El verdadero perdedor siendo  una vez más los pueblos afectados, tanto del lado de los sancionados, en Rusia, o de los ucranianos que están siendo el objeto de la contienda misma, pagando tal vez la factura real de estos juegos de la Realpolitik.   

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