La
cumbre de la OTAN en Cardiff en el país de Gales que se inauguró el día de hoy
se presenta en un momento decisivo para tanto la alianza transatlántica como
para Ucrania. La presencia de Petro Poroshenko en Cardiff fue clave para la
reunión, donde participan tanto potencias europeas y EE.UU. con con Ucrania,
para la puesta en claro de un plan para
llegar a una paz duradera en la nación centroeuropea. No obstante la
proposición de Putin de un plan en siete puntos hacia Kiev, la cual el primer
ministro Yatseniuk ya rechazó por su lado, no pudieron hacer cambiar de opinión
a las naciones líderes de este pacto militar. Lejos de distanciarse de más
sanciones en contra en Moscú, la ministra de relaciones exteriores italiana que
tiene la presidencia pro-tempore de la Unión Europea, reafirmó que estas son
necesarias para proteger a los intereses ucranianos en esta contienda. Además
de acusar a Moscú de estar tener
presencia militar y de brindar apoyo directo a los grupos rebeldes desde el
mismo ejército, todo esto claro sin poner de por medio ningún tipo de prueba
irrefutables a la luz.
Una
reunión de este tipo, donde los principales líderes occidentales se junten en
una mesa para dialogar y afirmar la unidad de la Alianza Transatlántica, no se
podría esperar un mensaje menos belicoso, puesto que después de la breve visita
de Obama a Tallin, Estonia el día de ayer, estamos viendo cómo ni los
occidentales ni los rusos están dispuestos a dar un paso atrás, con la reserva
claro de que el involucramiento ruso en el este ucraniano no sea que una
hipótesis, más que una realidad confirmada. Tampoco se puede ignorar que el
tema de la Crimea, ya viejo de varios meses no parece más que el pretexto más
tangible para no bajar un ápice la presión ejercida sobre la nación euroasiática,
la cual ya fuertemente bajo presión internacional, no ha caído aún en la
provocación permanente a la que ha sido
expuesta.
A
modo de repaso la situación de la Crimea es tan delicada, puesto que su
pertenencia a Ucrania es tan sólo vieja de setenta años, antes de la adhesión a
la Federación Rusa, y de ningún modo
existía un acuerdo fronterizo propiamente dicho para la delimitación de
fronteras en el pasado que asegurara su permanencia en Ucrania, que tan solo le
anexionó en el año 1954. Si bien es cierto que Kiev siempre ha estado en una
situación complicada entre Rusia y sus vecinos europeos occidentales, los
cuales han visto en ella una forma de poner en jaque al viejo enemigo de la
guerra fría. A estas alturas todas las reservas ya han caído, y el tono
acusador en contra de Rusia se ha convertido en la regla por parte de sus
integrantes, chicos y grandes, sin por ello entrar en las razones particulares.
Italia
desde su postura particular no es de las naciones más anti-rusas, cuando
consideramos incluso la antigua amistad entre el ex primer ministro Silvio
Berlusconi con Vladimir Putin, y su posterior visita cuando Enrico Letta aún
gobernaba previo a Renzi. La titular de los asuntos exteriores, Federica
Mogherini, quien hace un equilibrismo entre la amenaza por parte del bloque
europeo, y la búsqueda de una solución política entre las partes, insiste no
obstante no sólo en la corresponsabilidad de Rusia en el asunto, además en que
la integridad de Ucrania va por encima de otra cosa.
En
el escenario mismo vemos que la cuestión
es un tanto más complicada, pues las poblaciones que hoy combaten a las fuerzas gubernamentales, son y
se dicen ucranianos de origen ruso, pues es sabido que esa parte no pertenecía
a Ucrania hasta su creación como estado independiente cuando la disolución de
la ex URSS. Ellos con ayuda de voluntarios de muchos países, incluyendo a rusos,
y con armamento de fabricación rusa, pues esta es una importante productora de
armas, no tiene ni demuestra en sí en nada que la mano de Putin está en la
región. Todo el contrario, el gobierno ruso se dice preocupado por la presencia
de cuerpos armados no controlados en las fronteras de su país. Dicho de paso no
ha habido formalmente ninguna invasión territorial rusa, que fuera una
incursión accidental y nocturna, como ha pasado también por parte del ejército
ucraniano. Lejos de ser una batería de
argumentos irrefutables, estas son una vez más una serie de falacias, que
sostienen un discurso anti-ruso y
absolutamente ideológico con fines de aislar a la nación, que hace apenas
veinte años aún era el enemigo a vencer, y desde el colapso de la URSS, no ha
estado en la condición de poner condiciones propias en el escenario
internacional. Ahora que vemos que la bipolaridad ha vuelto, al menos en
apariencia, la retórica en general no ha dejado de inundar las noticias del
mundo, con acusaciones que no son nunca posibles de confirmar ni de refutar.
La
cumbre también ha puesto el escenario el
tema de Irak, y el Estado Islámico ahí presente, como también en el oriente de
Siria. Es curioso como ahora las fuerzas de la OTAN; en particular David
Cameron, anfitrión de la cumbre, no duden en atacar a las posiciones del
estado, pero en Siria, y sin la colaboración del gobierno sirio, que es el
legítimo gobernante. La aparente necesidad de su parte para vencer a los que
ellos mismo ayudaron a llegar al poder mediante el apoyo material y político,
en contra de un gobierno constitucional,
no es más una prueba de la persistente miopía occidental, y de su rechazo de
reconocer a estas alturas que Bashar Al-Assad no sólo es un actor necesario en
la zona, sino que su ayuda sería tanto más útil, en la medida que este territorio
volviera a estar pronto bajo la autoridad de Damasco, eso por lo visto no es ni
deseable, ni probable desde la perspectiva de David Cameron y de Barack Obama.
Siria sería una operación que se haría sin consultación alguna, ni
consentimiento de parte del gobierno sirio, y por lo tanto esto abre un
precedente incomparable en las leyes internacionales, que buscan ante todo
llevar el diálogo internacional ante de la confrontación.
La
Cumbre de Cardiff es sin duda una cita importantísima para Occidente y para
EE.UU., que ven como una Rusia que entra en una espiral de problemas
económicos, pero que también ha sabido jugar sus cartas excelentemente, ha
abierto sus propios espacios desde donde protegerse de cualquier agresión, y
quiere ganarse su propio espacio económico, con China y con la unión
euroasiática, la cual sería el contrapeso a la Unión Europea, con la que cada
día tiene menos que discutir, y la cual le impone sanciones cada vez más
importantes.
Si
de soluciones políticas se trata estas son sin duda una mera fachada, la cual
sirve para poder llevar los objetivos más obscuros de la OTAN, con una mira anti-rusa indudable. Para Ucrania son sin duda los interlocutores
más importantes los que hoy Poroshenko vio, con el fin de cubrirle las espaldas
por ahora contra el enemigo declarado, llamado Rusia.
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