martes, 1 de abril de 2014

Manuel Valls nombrado primer ministro de Francia o la gran derrota de la izquierda en las elecciones municipales en Francia

La segunda vuelta de las elecciones municipales celebradas en Francia el pasado domingo 31 de marzo 2014  fue el peor resultado para un partido gobernante en la historia del país. Con una derrota tan marcada del Partido Socialista como de la izquierda en general, que obtiene tan sólo 349 municipalidades y 210 para el PS, mientras que la derecha, donde predomina el partido Union pour un Mouvement Populaire (Unión por un Movimiento Popular, UMP) con 320 y el temido Front Nacional con 11 ,  que obtienen 572  ciudades de más de 10.000 habitantes. Este balance donde grandes ciudades como Marsella, Estrasburgo o París se convirtieron en verdaderas trincheras, de las que Marsella no pudo ser conquistada por el candidato socialista Mennucci del alcalde saliente de UMP Jean-Claude Gaudin. Resultado de esta verdadera llamada de atención está además un tercer elemento, el abstencionismo, cuando tan sólo el 52% del electorado se presentó a las urnas, marcando un record histórico para este tipo de elecciones municipales en Francia. Milagrosamente París no sólo se mantuvo en bajo el PS, sino que por primera vez una mujer está al frente de la ciudad luz, Anne Hidalgo, inmigrante de origen andaluz al frente de uno de sus pocos bastiones intactos.

El día de ayer el ahora ex primer ministro Jean-Marc Ayrault presentó su dimisión al presidente de la república François Hollando, quien  nombró en su lugar al que fuera hasta entonces el ministro de interior, Manuel Valls, de la ala más centrista de su partido, y hombre de grande pragmatismo en cuanto a su corriente de pensamiento en el seno de la izquierda, de la que es ciertamente minoritario. Su labor como ministro de interior lo posicionan entre  el más alto después del primer ministro, al lado del encargado de relaciones internacionales o de finanzas y tradicional trampolín a la presidencia, tal como el ex presidente Nicolas Sarkozy mismo bajo Jacques Chirac . En una escueta ceremonia de traspaso del poder Ayrault intentó resumir la conclusión sobre la labor de sus dos años pasados en el palacio de Matignon, sede del gobierno francés. Siendo representante fiel de la etapa de Hollande en sus inicios, que fueron marcados aún por altas cuotas de popularidad, incluso por encima del mismo mandatario en algunos momentos.

No obstante el constante deterioro de la coyuntura en el interior del gobierno, éste fue incapaz de responder eficazmente a una población a la que se le prometió un panfleto de soluciones, que nunca vieron la luz del día. La desaceleración del crecimiento continuado, la degradación del ejecutivo en el país, y las andanzas militares de Hollando no  en la República Centroafricana y en Mali no  ayudaron demasiado a contrarrestar esta tendencia. Finalmente el aura de nuevo llegado se le termino por agotar, de la forma que la impopularidad de Hollande, como del Partido Socialista quedan más que confirmados por unas urnas, que lejos de apoyarlos, los dejan frente a una realidad innegable: el electorado francés le ha dado la espalda a los socialistas a tan sólo dos años de gestión.

Esta nueva configuración de gobierno que falta por plasmarse, pero que desde mañana miércoles 2 de abril debería de ya estar en la prensa, deja dudas de como el gabinete llevado por el emigrado catalán nacido en Barcelona, que podría presentarse como difícil, pues una importante parte de la dirigencia socialista no comulga con sus visiones revisionistas sobre el socialismo algo diluido de entrada bastante endeble. También es partidario de las cuotas para inmigrantes desde una línea que tiene muchas similitudes por momentos con el UMP. No tiene problemas de mostrar una mano dura contra este fenómeno, el cual desde la óptica socialista es considerado como particular y diferenciado de otros partidos. Como portador de ideas neoliberales dentro del mismo marco, algunos analistas lo comparan como el Blair francés, que parecería buscar la dichos tercera vía, que el Tony nunca logró materializar al menos.

La tensión pasó y deja atrás un panorama sombrío para un gobierno puesto en minoría por vías electorales, donde la extrema derecha ahora mismo gobierna 11 ciudades, y está presente como nunca en el territorio francés, incluso conquistando algunos ediles en los consejos donde obtuvieron grandes avances, que nos dan la idea que la extrema derecha se está no sólo popularizando cada vez más en sobre todo ciudades obreras pegadas por la crisis económica, sino por sectores de la sociedad que ven en el partido de Marine Le Pen una esperanza, llevados por un discurso depurado del estilo de su padre Jean-Marie, pero con mucho mayor efectividad.

El Front de Gauche (Frente de Izquierdas) donde predomina el  Partido Comunista Francés (PCF) tuvo uno de sus peores resultados, con tan sólo alrededor de 56 alcaldías a nivel nacional tan sólo el 5% de las ciudades mayores a 10.000 habitantes. Entre los diferentes sectores de la izquierda radical junto a los socialistas social-demócratas, no son capaces de hacer contrapeso a las fuerzas de la derecha tanto centrista como extrema derecha. Independientemente de eso ante todo la abstención dentro de los votantes de izquierda fue más patente que nunca, pues queda evidente que los simpatizantes de la derecha si hicieron el esfuerzo hasta la urna, y los de la izquierda mucho menos.  

Surge por lo tanto en Francia un gobierno que será presentado este miércioles 2 de abril por el mismo Manuel Valls, que posiblemente tenga que formar una fórmula de gobierno donde obtenga   los escaños necesarios para gobernar. No cuenta ni siquiera de toda la lealtad desde las propias filas, por lo que se está gestando aún. Un gobierno que lejos de gobernar tendra que dar soluciones inmediatas. La euforia y la popularidad de 2012 se disiparon muy pronto y no fueron seguidas por acciones que den continuidad a la misma. La decepción por un mandatario que prometió mucho, y no supo cumplir sus extensas promesas se manifiesta por ende por los canales existentes, esto que se le denomina a menudo un voto de castigo.

De esta votación sale un país que se dice más de derecha que de izquierda, y favorable a las intervenciones exteriores y la política de intromisión en asuntos tales como Siria o Ucrania y donde la extrema derecha va en crecimiento y UMP se convierte en primer partido en votación.. Esta es la opinión que se voto por una mayoría, mientras que la abstención hacia la izquierda no ayudó para contrarrestarlo. En este clima electoral Manuel Valls tendrá que demostrar sus mejores dotes de estadista, si no quiere también caer en el descrédito total, por donde Ayrault y Hollande ya pasaron antes..  

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