La segunda vuelta de las elecciones municipales
celebradas en Francia el pasado domingo 31 de marzo 2014 fue el peor resultado para un partido gobernante
en la historia del país. Con una derrota tan marcada del Partido Socialista
como de la izquierda en general, que obtiene tan sólo 349 municipalidades y 210
para el PS, mientras que la derecha, donde predomina el partido Union pour un Mouvement Populaire (Unión
por un Movimiento Popular, UMP) con 320 y el temido Front Nacional con 11 , que obtienen 572 ciudades de más de 10.000 habitantes. Este
balance donde grandes ciudades como Marsella, Estrasburgo o París se
convirtieron en verdaderas trincheras, de las que Marsella no pudo ser
conquistada por el candidato socialista Mennucci del alcalde saliente de UMP
Jean-Claude Gaudin. Resultado de esta verdadera llamada de atención está además
un tercer elemento, el abstencionismo, cuando tan sólo el 52% del electorado se
presentó a las urnas, marcando un record histórico para este tipo de elecciones
municipales en Francia. Milagrosamente París no sólo se mantuvo en bajo el PS,
sino que por primera vez una mujer está al frente de la ciudad luz, Anne Hidalgo,
inmigrante de origen andaluz al frente de uno de sus pocos bastiones intactos.
El día de ayer el ahora ex primer ministro Jean-Marc
Ayrault presentó su dimisión al presidente de la república François Hollando,
quien nombró en su lugar al que fuera
hasta entonces el ministro de interior, Manuel Valls, de la ala más centrista
de su partido, y hombre de grande pragmatismo en cuanto a su corriente de
pensamiento en el seno de la izquierda, de la que es ciertamente minoritario.
Su labor como ministro de interior lo posicionan entre el más alto después del primer ministro, al
lado del encargado de relaciones internacionales o de finanzas y tradicional
trampolín a la presidencia, tal como el ex presidente Nicolas Sarkozy mismo
bajo Jacques Chirac . En una escueta ceremonia de traspaso del poder Ayrault
intentó resumir la conclusión sobre la labor de sus dos años pasados en el
palacio de Matignon, sede del gobierno francés. Siendo representante fiel de la
etapa de Hollande en sus inicios, que fueron marcados aún por altas cuotas de
popularidad, incluso por encima del mismo mandatario en algunos momentos.
No obstante el constante deterioro de la coyuntura
en el interior del gobierno, éste fue incapaz de responder eficazmente a una
población a la que se le prometió un panfleto de soluciones, que nunca vieron
la luz del día. La desaceleración del crecimiento continuado, la degradación
del ejecutivo en el país, y las andanzas militares de Hollando no en la República Centroafricana y en Mali no ayudaron demasiado a contrarrestar esta
tendencia. Finalmente el aura de nuevo llegado se le termino por agotar, de la
forma que la impopularidad de Hollande, como del Partido Socialista quedan más
que confirmados por unas urnas, que lejos de apoyarlos, los dejan frente a una
realidad innegable: el electorado francés le ha dado la espalda a los
socialistas a tan sólo dos años de gestión.
Esta nueva configuración de gobierno que falta por
plasmarse, pero que desde mañana miércoles 2 de abril debería de ya estar en la
prensa, deja dudas de como el gabinete llevado por el emigrado catalán nacido en
Barcelona, que podría presentarse como difícil, pues una importante parte de la
dirigencia socialista no comulga con sus visiones revisionistas sobre el
socialismo algo diluido de entrada bastante endeble. También es partidario de
las cuotas para inmigrantes desde una línea que tiene muchas similitudes por
momentos con el UMP. No tiene problemas de mostrar una mano dura contra este
fenómeno, el cual desde la óptica socialista es considerado como particular y
diferenciado de otros partidos. Como portador de ideas neoliberales dentro del
mismo marco, algunos analistas lo comparan como el Blair francés, que parecería buscar la dichos tercera vía, que el Tony nunca logró materializar al menos.
La tensión pasó y deja atrás un panorama sombrío para
un gobierno puesto en minoría por vías electorales, donde la extrema derecha
ahora mismo gobierna 11 ciudades, y está presente como nunca en el territorio francés,
incluso conquistando algunos ediles en los consejos donde obtuvieron grandes
avances, que nos dan la idea que la extrema derecha se está no sólo
popularizando cada vez más en sobre todo ciudades obreras pegadas por la crisis
económica, sino por sectores de la sociedad que ven en el partido de Marine Le
Pen una esperanza, llevados por un discurso depurado del estilo de su padre
Jean-Marie, pero con mucho mayor efectividad.
El Front de Gauche (Frente de Izquierdas) donde predomina
el Partido Comunista Francés (PCF) tuvo
uno de sus peores resultados, con tan sólo alrededor de 56 alcaldías a nivel
nacional tan sólo el 5% de las ciudades mayores a 10.000 habitantes. Entre los
diferentes sectores de la izquierda radical junto a los socialistas
social-demócratas, no son capaces de hacer contrapeso a las fuerzas de la
derecha tanto centrista como extrema derecha. Independientemente de eso ante
todo la abstención dentro de los votantes de izquierda fue más patente que
nunca, pues queda evidente que los simpatizantes de la derecha si hicieron el
esfuerzo hasta la urna, y los de la izquierda mucho menos.
Surge por lo tanto en Francia un gobierno que será presentado este miércioles 2 de abril por el mismo Manuel Valls, que posiblemente tenga que formar una fórmula de gobierno donde obtenga los escaños necesarios para gobernar. No cuenta ni siquiera de toda la lealtad desde las propias
filas, por lo que se está gestando aún. Un gobierno que lejos de gobernar tendra que dar soluciones inmediatas. La euforia y la popularidad de 2012 se disiparon muy
pronto y no fueron seguidas por acciones que den continuidad a la misma. La
decepción por un mandatario que prometió mucho, y no supo cumplir sus extensas promesas
se manifiesta por ende por los canales existentes, esto que se le denomina a
menudo un voto de castigo.
De esta votación sale un país que se dice más de
derecha que de izquierda, y favorable a las intervenciones exteriores y la
política de intromisión en asuntos tales como Siria o Ucrania y donde la extrema derecha va en crecimiento y UMP se convierte en primer partido en votación.. Esta es la
opinión que se voto por una mayoría, mientras que la abstención hacia la
izquierda no ayudó para contrarrestarlo. En este clima electoral Manuel Valls
tendrá que demostrar sus mejores dotes de estadista, si no quiere también caer
en el descrédito total, por donde Ayrault y Hollande ya pasaron antes..
No hay comentarios:
Publicar un comentario