jueves, 17 de febrero de 2011

La anulación provisional del año de México en Francia o la ingerencia extrajera en la justicia mexicana por parte de Sarkozy

La caja de pandora ha sido abierta en el caso Florence Cassez. No solo el "año de México" se desvanece de a poco, sino que desde ambos lados del atlántico, las opiniones son categóricas. Florence Cassez, ciudadana francesa, que se encuentra actualemente en calidad de presa común, está condenada a 60 años de cárcel por vínculos con la banda de sequestradores "Zodiaco", desmantelada durante un operativo en 2005, cuando estaba en posesión de un rehén, quien fue liberado. Desde entonces Cassez ha hecho uso de los recursos legales a su disposición, entre los que figura el amparo y una serie de apelaciones sucesivas. En febrero 2011 sin embargo la Corte Suprema de Justicia de México se pronunció de forma categórica, condenando a la francesa a 60 años de cárcel sin más apelaciones posibles.

Este es el caso judicial en sí, que posteriormente pasó en primer lugar a la ministra de relaciones exteriores de Francia, Michelle Alliot Mairie, quien de forma inmediata puso trabas al desarrollo del año de México en Francia, cancelando un evento cultural en el Lille, en el norte del país. Para justificarse, consideró que la justicia mexicana había cometido "varias irregularidades", además que daba una presunción de innocencia de la ciudadana francesa. Sin mucho contratiempo, el presidente Nicolas Sarkozy tomó una iniciativa un tanto contradictoria. En primer lugar, declaró que el año de México seguía en vigencia, pero que el tema principal giraría alrededor del caso Cassez. Esto no fue tomado con mucho agrado por parte del gobierno mexicano, que rechazo en primer instancia las acusaciones y se retiró de la celebración cultural, hasta que no haya rectificaciones por parte del ejecutivo francés.

A primera vista una cosa no tiene mucho que ver con la segunda. Además que la justicia mexicana, como la francesa, y en general se mantiene independiente del poder ejecutiovo, según el principio de la separación de los poderes. Pues en este contexto no se trata de una ingerencia del ejecutivo mexicano, que interfiere en asuntos judiciales, sino la diplomacia de otro país tercero. La presunción de la inoncencia de Cassez hace actualmente muchas olas en la prensa francesa, que en gran medida se solidariza de esta conciudadana, que aparentemente fue juzgada "como sabemos que fue juzgada", dixit Nicolas Sarkozy. A falta de un fundamento verdaderamente jurídico, el gobierno francés se ha metido en un callejon sin salida jurdíco. Ha amenzado con intervenir en la Corte Interamericana de Justicia. También ha dicho que haría escuchar su voz en el seno del G8/G20, donde Sarkozy ostenta la presidencia pro-tempore. La siguiente nación en tener ese honor, será....México.

La radio como la prensa oficialista, al menos, ha comenzado un verdadero proceso de victimización, de llamados que rozan lo paético, apelando, primero que su tiene familia en Francia, haciendo intervenir a su abuela, a su madre y a quien sea necesario, para convencer en la causa. Ante todo apelando a su ciudadanía franccesa. Como si ese criterio fuese a priori determinante en la innocencia o culpabilidad de una persona. Se exhiben fotos de Florence en el interior de su celda, dando a entender que se trata de una grave injusticia hecha a una francesa.

Los hechos que la inculpan en sí son tan discutibles como vinculantes. La relación sentimental con Israel Vallarta, miembro confeso de la banda criminal por un lado dan a entender que Florence conocía el entorno donde se movía. No hay que ser adivino para ver que un secuestro es ante todo un acto criminal y penalizable, sin importar la procedencia del inculpado. Es cierto que en ciertos casos, según el Tratado de Estrasburgo, un carcelario, puede en ciertas condiciones cumplir su pena en su país de procedencia, si es ciudadano de otro país. En ningún modo esto puede interferir en el veredicto inapelable que recibió la francesa. El reconocimiento oral del rehén en cuestión, quien reconoció no solo las manos, sino su voz con una intonación francesa, ha sido hasta ahora la prueba más contundente de que Cassez fue hasta cierto grado participe de dichas actividades de sequestro, y no simple observadora.

Ahora pasando al segundo item, la cultura, que se ve politizada con toda intención por el gobierno francés, quien mezcla lo inconciliable. El rechazo de la culpabilidad de una francesa, con la anulación de un año de México. Si realmente los artistas y músicos mexicanos hubieran podido interferir en algo, en relación con el caso judicial, lo cual es de entrada dificil, son ellos que pagan la factura, con la anulación simple y llana de todos los eventos programados. Una oportunidad de oro ha sido desperdiciada con la metida de pata del presidente Sarkozy, y la ministra de relaciones exteriores, Alliot-Marie. El gobierno mexicano por su lado decidido suspender su participación de forma oficial, hasta nuevo orden. Incluso, se han decidido por realizar el año de México en Francia, en México mismo.

La frustación de los medios artísticos pueden ser palpables, como también de los organizadores, que se encuentran con una anulación total insesperada a última hora. Es ante todo la sociedad mexicana que en diversas formas ha demostrado un rechazo categórico, a la ingerencia de la diplomacia gala, que se mete en un tema harto sensible para México, el de la inseguridad y del secuestro. Pues de convertirse en precedente, cualquier ciudadano francés esta capacitado a quebrantar la ley en países terceros, sin tener que pagar las consecuencias, por ser francés. A la inversa, y seguro que existen casos, mexicanos han sido juzgados en Francia por delitos mayores o menores. Pues en Francia un extranjero no recibe tratmiento VIP, sino el contrario, por no pertenecer a la Unión Europea. Además que ciertas leyes francesas han sido muy controvertidas en el pasado reciente, como la ley sobre la extinción de la ciudadanía francesa, por parte de franceses de origenes extanjeros, que llegaran a agredir o matar a representantes de las fuerzas del orden público. Luego no hay que olvidar como trata el estado francés a los gitanos, que son deportados con toda legalidad a su "país de origen", de manera coercitiva, con un criterio racial marcado, aplicado a los gintanos (roms).

En primer lugar Francia está lejos de ser hoy un ejemplo en materia de justicia, ni mucho menos tiene jurisprudencia fuera de su territorio nacional. Tampoco cabe politizar todo lo politizable, la cultura en general , el G8/G20, y ante todo la justicia mexicana con acusaciones apriorísticas, que solo pueden contaminar las buenas relaciones entre dos países, y entre sus respectivos gobiernos.

Con esto dicho, tampoco hay que dejar de criticar las instituciones mexicanas, que pueden y deben de obedecer a las demandas de su pueblo. Esto concierne tanto el gobierno o la justicia. El país no está en su mejor momento, ni económico, ni social, ni por parte de la legtimidad necesaria de un gobierno federal. Sin embarrgo ante las acusaciones hechas por el gobierno francés, han venido excelentes para crear una situación de apoyo nunca antes visto por parte de Calderón, quien ya independientemente de los antecedentes de 2006, representa de facto la voz de México, y probablemente ha tomado la decisión adecauda, de rechazar toda ingerencia venida de forma tan frontal desde París.

Cassez se encuentra en calidad de presa común, tan común que los demás presos mexicanos, y si después de tantas apelaciones, su culpabilidad persiste, es que efectivamente tiene vínculos comprobables, a menos que se hubiese tratado de un juicio político en serie. La diplomacia francesa sigue esperando algún mensaje conciliador, o alguna concesión, que sin duda harían que Cassez cumpla en Francia su pena. Esta podría entonces ser amnestidad por su presidente, y volver a ser libre. Y entonces, suponiendo que no fuese tan innocente como clama, un capricho del presidente francés habrá logrado poner en entredicho la soberanía mexicana en cuestión judicial.

Sakozy está jugando con fuego, cuando abre esta crisis diplomática, daña la imagen de Francia a ojojs de América Latina, con su prepotencia y su insistencia de salvar a franceses (y francesas) por el mundo, sin importar su pasado. Primero Ingrid Betancourt, ahora Florence Cassez. Su falta de tacto, su necedad sobre la innocencia apriorística de sus conciudadanos/as, tarde o temprano le pasarán factura. Por ahora ha abierto una grieta en el G8/G20, cuando Calderón es su sucesor en la presidencia pro-tempore.

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