lunes, 14 de febrero de 2011

La nueva crisis de Lampedusa o la revolución dividida después de la caída de Mubarak

El perro ha caído, pero el perrito sigue su senda. Esto mismo se ha vuelto a repetir en Egipto, tal como lo fue en Túnez. El 11 de febrero el presidente-militar renuncia al poder y se retira a su residencia secundaria en Sharm El Sheik. Mientras tanto el vacío de poder es asumido ad interim por el antiguo minsitro de defensa, Mohamed Hussein Tantawi. Igualmente septuagenario y en el cargo ministerial desde 1991. El gobierno provisoinal ha hecho durante los dos últimos días declaraciones políticas importantes. Ante todo el gobierno provisional seguirá honorando todos los tratados interrnacionales firmados por el gobierno de Mubarak. Enseguida comunica la disolución del parlamento y la suspensión de la constitución vigente. Por lo mismo convoca a unas elecciones tanto legislativas como presidenciales en un tiempo estipulado de 6 meses.

La plaza Tahrir que durante 18 días estuvo abarrotada de gente, se vió al cabo de la caída efectiva de Mubarak liberada y debidamente limpiada y puesta en estado por la misma gente que anteriormente estuvo pernoctando en ella. Sin embargo algunos siguen resistiendo frente a lo que consideran una usurpación del poder popular en manos de un viejo general intrínsecamente relacionado con Mubarak y el antiguo régimen. No obstante el numero de manifestantes no llega de lejos a las proporciones del día 18 de la protesta. Su obstinación a no dejar la plaza hasta ver llegar el traspaso efectivo del poder usurpado, choca con la voluntad del ejército de despejar la plaza Tahrir al tráfico de automóviles y ante todo a la normalización de la economía y de la vida pública.

Este panorama demuestra una nueva realidad post-Mubarak muy diferente al ambiente pre-caída. La unidad detrás de la renuncia del presidente-militar fue el cemento de esta revolución se ha perdido dejando una oposición dividida entre unas personalidades fuertes de la política, como El Baradei, director general de la IAEA (Agencia Internacional de Energía Atómica) o el secretario general de la Liga Árabe, Amr Moussa. Luego está la hermandad árabe, durante décadas en la clandestinidad, y finalmente el conjunto de sectores que formaron el contingente de manifestantes, profesionales, amas de casa, estudiantes, trabajadores, desempleados etc, que en sí forman una masa heterogénea, que no tiene hasta la fecha ningún líder visible ni organización representativa de ningún tipo.

En dichas condiciones los más reivindicativos afirman que la revolución les fue robada por los militares. Lo cierto es que los militares son actualmente la estructura más sólida en el país, y la única capaz de mantener una cara visible del régimen. Además que las escenas de confraternación que se observaron durante los últimos días en repetidas veces, dando a entender una cierta confianza que le pueblo egipcio otorga(ba) al ejército. Si además se considera que es uno de los ejes económicos desde la configuración de la era Mubarak, que le da al dicha institución una predominancia en la sociedad por encima de cualquier otro sector, llevando en forma paralela negocios muy lucrativos en la economía. Estos favores han enriquecido a más de un general por encima incluso de su sueldo percibido por el ejército. El reciente choque entre manifestantes y soldados dispuestos a devolver la normalidad de la vialidad atravesando la plaza Tahrir, da una idea como este proceso de "democratización" no da unanimidad.

Si da tranquilidad a los mercados y a los gobiernos del mundo occidental, que ven como al menos tienen en Tantawi una cara conocida, que inspira más confianza que un gobierno interino de tipo revolucionario. Israel respira de nuevo, pues tiene asegurado el respeto del tratado de paz de 1979 hasta nuevo orden. Seis meses, en los cuales los militares tienen un país que ya no tiene ley de excepción, ni leyes de ningún tipo, desde que de facto la constitución ha sido suspendida. Tampoco existe vida política, ni la del antiguo régimen, ni ninguna otra. Hasta la puesta de un nuevo marco jurisdiccional, nada garantiza que la población pueda protegerse de los posibles abusos de poder que podría llevar a cabo el ejército. En todo caso, si la situación en la plaza Tahrir llegase a degenerar de verdad, la experiencia ha demostrado que el mismo método sirve para sacar al perrito de su trono, si eso fuese necesario.

Mientras en Túnez la situación ha llegado a un callejón sin salida, donde un primer ministro continunista, Mohamed Gannouchi sigue presidiendo el país, con una oposición un tanto dividida, pero con la consciencia de que el principal objetivo fue alcanzado, pero el definitivo sigue esperando, el de cambiar efectivamente la estructura social y política. A un mes de la salida de Ben Ali, la incertidumbre sigue reinando. Más aún, la emigración clandestina hacía la isla italiana Lampedusa, cercana a las costas tunecinas, ha recibido en cinco días una "oleada" de tunecino, llegando según fuentes italianas a 5000 individuos. Entre ellos pueden haber tanto criminales escapados, opositores perseguidos del antiguo régimen, ex-colaboradores de Ben Ali, y simples migrantes económicos. El gobierno de Silvio Berlusconi ha pedido ayuda internacional para contener esta ola de emigración, e intentar sellar esa puerta de entrada a suelo comunitario europeo. El vacío jurídico que ha dejado la salida de Ben Ali, deja entredicho la vigencia de los acuerdos de cooperación en el combate a la inmigración clandestina desde el régimen de Túnez. El actual primer minsitro Gannouchi recibió hoy al ministro de relaciones exteriores italiano Franco Frattini, quien esta en misión de contacto con el nuevo gobierno, con el objetivo de despejar la situación real. La intransigencia con la cual Berlusconi pretendió mandar para controlar efectivamente las costas tunecinas a la policía costera italiana o de otros países, fue rotundamente rechazada por Gannouchi, quien reivindicó su la soberanía tunecina sobre sus aguas territoriales.

La expansión de la ola contestataria se hizo presente en otros países, ahora en Iraq, donde se han comenzado a formar grupos de oposición organizados en Bagdad, por razones de escasez de electricidad y la vida cara en general. Las concesiones que súbitamente el gobierno de Nuri Al Maliki ha hecho, de otorgar los primeros mil kilovatios de forma gratuita son la prueba del miedo que el gobierno tiene a la fuerza popular. En la capital de Yemen, Saana, y su respectiva plaza Tahrir, un grupo de manifestantes quizo entrar en fuerza en ella, pero fue impedido tanto por el ejército, como por los grupos "pro-Saleh" se han apoderado de la plaza Tahrir. En Argelia la oposición al régimen organizó el sábado una marcha en Argel, la cual fue prohibida de forma preventiva. La policía bloqueó los accesos a la plaza de los mártires y se interpuso al camino, de forma que al cabo de pocas horas los manifestantes volvieron a sus respectivos hogares. El mero hecho de que una manifestación ilegal se lleve a cabo, fue un cambio por si mismo. Varios periódicos pusieron especial énfasis en ello, dando a entender que un"tabu" había caído. El sábado que viene, se ha previsto una siguiente marcha.

Como dos hay tres. Esta es la creencia que dice que después de Ben Ali, Mubarak, es la hora de Abdelaziz Bouteflika. Otras versiones ponen en tercer lugar a Ali Abdulah Saleh. Sea cual fuera el primero en caer, su destino en la mente de la gente, es que tarde o temprano se tendrán que jubilar, con o sin honores. La mayor dificultad hasta ahora no ha sido en sí el hecho de obligar a la renuncia a un mandatario, sino el derrocar sus estructuras económicas y políticas. La falta de ejercicio político, como la falta de oposición con experiencia real, ha dado que en muchos casos no existe forma práctica de evitar la entrega del poder a un ministro continuísta. La fatalidad vista ya en dos casos, Túnez y Egipto, es probable de reproducirse, por donde la ola revolucionaria tenga éxito. El desorden internacional que provoca es indudablemente presente. No por nada el precio del petróleo ha subido de forma drástica desde la caída del raïs en Egipto. El comercio internacional se está viendo afectado, desde que la inseguridad ya presente en aguas somalíes ahora se vienen adicionadas con una inestabilidad en el canal de Suez.

La ola no va a decaer tan rapidamente, se extenderá pronto en más países, donde independientemente de su éxito o fracaso, siempre será un hito, y buscará eliminar de una vez por todas a los enemigos del renacimiento árabe, del cual estamos siendo testigos.

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