viernes, 18 de febrero de 2011

El nuevo triángulo Libia-Bahrein-Yemen o la amplificación de la revuelta del mundo árabe

El movimiento de contestación se extiende inexorablemente en el mundo árabe. Los frentes se han multiplicado en al menos tres países, Libia, Yemen y Bahrein. Por primera vez una situación de contestación pone en peligro la seguridad regional del Próximo Oriente, en especial en Bahrein, reino que alberga una base militar de los EE.UU. en Juffai.

En Libia el régimen post-revolucionario de Muammar Ghadafi, en el poder desde 1969 se enfrenta a la mayor ola de contestación desde décadas. La ciudad de Benghazi, segunda ciudad del país, mayor polo económico y puerto de Libia, está en estado de excepción. Ghadafi ha mandado el ejército a disolver las manifestaciones espontáneas, tanto en Beghazi como en la ciudad vecina de Al Baida. Incluso han procedido a bloquear las comunicaciones telefónicas y de internet, para contrarestar a los contestatarios. Esta región que desde mucho antes no era excactamente simpatizante del régimen del corononel Ghadafi, es ahora el bastión principal de su oposición. En Tripoli aún no ha llegado la ola de contestación, pero eso sería una cuestión de tiempo, que la capital misma esté en a su turno tocada de enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los manifestantes, que han dirigido su ira contra los comités revolucionarios locales, como a las comisarías policiales. Se sabe en hasta el momento de redacción de al menos 7 muertes a raíz de los enfrentamientos.

En Bahrein por su lado los manifestantes que comenzaron hace una semana a tomar la rotonda de las Perlas en el centro de la capital Manama. La monarquía sunita que domnia en el archipiélago, se ve contestada por la mayoría sunita del reino. Esta característica particular, anteriormente solo comparable con el Iraq de Sadam Hussein, es única en todo el Próximo Oriente. Bahrein, como el país más pequeño en superficie, como también de producción de hidrocarburos, sin embargo es un punto de apoyo para los EE.UU. de suma importancia. La base de Juffai, base de la V flota naval de los EE.UU., pieza clave para la seguridad del comercio internacional de hidrocarburos, en la vecindad de Irán, alberga 4000 soldados y un puerto de gran capacidad para el ejército estadounidense. Desde 1971 el primer minsitro Khalifa ben Salman al Khalifa ha gobernado el archipiélago vecino de Arabia Saodíta. La poblacion chíita pide hoy la igualdad de posibilidades de empleo, en un reino, donde se favorece a los sunitas minoritarios. La muerte de varios manifestantes en los días pasados llevo a grandes desfiles durante los enterramientos públicos, que posteriormente terminaron en enfrentamientos con la policía, con nuevos muertos. La aparente voluntad de diálogo del poder real hacía los manifestantesm contrasta con las medidas coercitivas que resultan de la intención de los manifestantes de pernoctar en la rotonda de las perlas.

En Yemen las manifestaciones contra Ali Abdalah Saleh, en poder desde 1978, se han hecho sentir en la ciudad de Aden, puerto del sur del país, y antigua capital antes de la reunificación de 1990 entre el Yemen del Norte y el Yemen del Sur. Saleh, presidente entonces en Yemen del Norte, que reunificó ambas partes. La fractura norte-sur no ha desaparecido todavía, pues existen tensiones internas evidentes. Más aún, la presión popular tanto en Sanaa como en Aden pide la dimisión del presidente. El ejército ha intervenido para dispersar las masas, y el uso de balas reales ha sido observado en diferentes ocasiones, con el saldo de al menos 10 muertes durante dichos enfrentamientos.

En general, se puede decir que los EE.UU. ven por primera vez una repercución mayor en la ola revolucionaria del mundo árabe. La crisis de Bahrein ha obligado a Hillary Clinton hacer una declaración pública, pidiendo que las autoridades bahreiníes respeten las libertades de expresión. La importancia estratégica de la Base de Juffair es la razón de mayor peso, a la vez que una interrupción de las exportaciones de petróleo de Bahrein podría ser el primer eslabón de inestabilidad en la zona del Próximo Oriente, principal proveedor de energía fossil del mundo. Cuando hace unos días unos buques de la flota iraní pasó a traves del canal de Suez en dirección a Siria, levanto fuertes preocupaciones a Israel.

La región del Medio y Próximo Oriente están verídicamente poniendo en tela de juicio de la geoestratégia de los EE.UU. Además abre la posibilidad de que en algún momento hubiese interrupciones importantes de la producción y exportación de petróleo a la economía mundial. Libia en calidad de exportador de gas y petróleo se ha hecho imprescindible para el abastecimiento del sur de Europa, Italia, Grecia etc. Una baja de producción sería un factor adicional para el alza del precio en los mercados internacionales. Esta crisis está tomando amplitudes nunca antes contempladas, y que posiblemente tomarán por sorpresa a más de una economía dependiente de esos recursos. La seguridad en el Mar Rojo y en el Golfo Pérsico se están convirtiendo en un problema a escala internacional, en la medida que incluso los regímenes considerados más estables, ven hoy como sus pilares de dicha estabilidad se están mostrando cada vez menos eficaces.

La diplomacia estadounidense hoy ha aprendido a invertir la cuestión, en la medida que a los regímenes adictos a ella, les incita a dialogar, a permitir la libre expresión. A los enemigos de EE.UU. suben el tono hasta llegar a incitar a las poblaciones, de Irán por ejemplo, a levantarse contra la opresión, y de paso se han dedicado a reactivar la oposición a control remoto, que tan bien ha servido en el pasado. Las manifestaciones pro-revolucionarias tomaron hoy la calle para en parte demostrar la adhesión de la población con el regímen revolucionario. Con toda evidencia en Irán por ahora no se puede hablar de una situación de sublevación verdadera, y si acaso no es tan importante como para poner en peligro la existencia del régimen como tal.

En una situación global cambiante, las certitudes de ayer, hoy son papel mojado. Los regímenes juzgados como estables ya no lo son, y se decantan entonces las verdaderas intenciones de un poder establecido, cuando con el poder de la coerción es el único o último pilar que detiene un gobierno. En esta nueva era de revoluciones, solo permancerán los poderes capaces de obtener la confianza y la legitimidad de su pueblo. Los otros caerán irremediablemente, como fichas de domino. De paso la hegemonía estadounidense es testigo de la desarticulación de su tejido de poder regional a cuenta gotas. Sin Egipto, ni Bahrein, ni Yemen bajo su control, y con una población iraquí que amenaza con tomar las armas también, los tiempos no son los mejores para Occidente. Los vientos del cambio han venido para quedarse. Nada podrá detenerlos, y de esto saldrá un nuevo orden mundial, donde ojalá los EE.UU. hayan dejado de lado sus aspiraciones imperialistas, y se ocupen de sus propios asuntos. Hasta entonces queda mucho por conquistar.

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