jueves, 27 de marzo de 2008

Mahmoud Abbas ante la disyunctiva

Un nuevo acuerdo interpalestino se produjo hace unos dias entre las dos facciones Hamas y Al Fatah. El gobierno yemení fue el mediador entre los dos y se felicita haber acercado a dos grupos tan opuestos. Al parecer prevee algo parecido al efímero gobierno depuesto en el 2007 entre los dos mismo grupos. En teoría habría que creer que es un nuevo comienzo para un diálogo donde porfín tenemos a todos los interesados en la mesa de negocación reunídos, incluso a Hamás. Parece ser que este acuerdo es producto más que de un encuentro, de una equivocación. El presidente Abbas había mandado a su negociador y no había podido comunicarse con él, por lo que este último actuó por cuenta propia. Abbas mismo se encuentra en consecuencia en una presión muy fuerte.

En Ramalah el presidente palestino había estado negociando con el primer ministro Ehud Olmert en base de los tratrados de Annapolis, en los cuales no había participado Hamás. Ahora Olmert está poniendo en duda el desarrollo de estas negociaciones vacías si Abbas accede a negociar con Hamás. De progresar el acercamiento interpalestino, la base de Annapolis estaría anulada, por su primer premisa, la cual excluye a Hamás por ser considerado indigno de estar en la ronda al no reconocer al Estado de Israel. Abbas está ante la disyunctiva de dos caminos incompatibles uno con el otro. O bien intenta acercar a los palestinos en un proyecto político en común, o renuncia a ello y puede seguir consiguiendo el apoyo internacional del cual ha gozado por su cercanía a Washington y a Tel-Aviv.

Esta es la oportunidad para los palestinos para reconciliarse y poder al menos consolidar lo poco que les queda de su fragmentada patria. Esto es justamente lo que no le conviene a Israel al querer ante todo dividir antes que permitir que esto suceda, pues está claro que de suceder estaría desporovisto de un buen pretexto para seguir asediando la Franja de Gaza. Esto derrumbaría el último sustento del frágil gobierno de Olmert, tan impopular y con tan poco apoyo parlamentario. El futuro político de los dos dirigentes está en juego con este pacto yemení. Ahora más que nunca queda claro que los intereses que sustentan a los gobernantes del Medio Oriente se basa en un apoyo estadounidense, el cual está muy amenazado a esta altura.

Como ya se ha demostrado en el pasado nada de lo que se pacta en está conflictiva región responde realmente a los intereses locales. Habrá que ver si las elecciones estadounidenses en noviembre mantienen este curso con un republicano con Mc Cain, o si con el demócrata Barack Obama la baraja política se repartirá para lograr a largo plazo un hipotético estado más pacífico para la población de Palestina como de Israel, donde porfín se llegará a una solución más sustentable y pacífica para todos sus habitantes.

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