El pedido de auditoría por parte de la oposición fue en
efecto tomado en cuenta, y será llevado a cabo en los días venideros al 54% de
las urnas, con la aprobación de Capriles. Según el último conteo, el candidato
ganador Nicolás Maduro había obtenido 50.78% frente a un 48.98% para Capriles, dándole a Maduro una escasa ventaja
de 1.8%. Sin embargo los resultados fueron dados por buenos por parte del CNE,
que valido la mayoría relativa de Maduro. Si la nueva auditoría fuera a cambiar
las proporciones finales de la votación, los posibles panoramas pasarían desde
reconocer y confirmar la victoria del oficialismo hasta invalidarlo, y convocar
a nuevas elecciones.
Con el juramento ya efectuado, todo indica que por parte del
presidente electo, no hay dudas de su victoria, puesto que se arriesga a poner
a prueba lo último, y no cambiar de rumbo por mientras. El recién ungido presidente,
continuador de la revolución bolivariana, es el segundo presidente de la quinta
república, bajo la constitución
bolivariana actualmente en vigencia. Cuando su entrada en el escenario parece
más bien torpe y algo reducida en comparación con lo que acostumbraba recolectar
Hugo Chávez, incluso en sus peores resultados, éste no estuvo ni cerca de la
barrera de la mayoría, con el mínimo de 54% en 2011. El chavismo, si es que tal
denominación fuera del todo correcta, está algo debilitado tras estas
elecciones. Fueron la primeras hechas en ausencia del comandante, y se
enfrentaron a una oposición que gana terreno elección tras elección,
acercándose peligrosamente a la barrera de la mayoría relativa. Esto demuestra,
que lejos de estar desorganizada como en los tiempos de Manuel Rosales, ahora si
tiene más capital político que nunca. No por ello, lograron, al menos hasta
nuevo orden, conquistar el poder por vía democrática.
La legitimidad va a ser referendada en breves, con la salida
de los resultados definitivos de la auditoría. Su carácter final, hará que se
despejen las dudas, que puedan persistir en el campo de la oposición. El líder
opositor Capriles se dijo satisfecho con el reconteo parcial, y acataría sus
veredictos, lo cual se espera es una garantía de que no se dará otro evento,
como el que se dio en los días que siguieron las elecciones del 14 de abril,
con muertos y heridos, tanto por parte de las fuerzas del orden, como por los
militantes de la oposición o por los simpatizantes chavistas. El orden volvió
al país, y con ello la normalización de la situación.
Un capítulo de la historia venezolana podría estar
cerrándose, con la entrada del mandato de Maduro. El chavismo parece haber
sobrevivido la prueba, al menos que se demuestre lo contrario, y el projecto
bolivariano internacional está a su vez a salvo. En la medida que la diplomacia
venezolana se haya convertido en piedra angular, tanto del UNASUR, del CELAC,
del ALBA, entre otros, y siendo miembro activo de Mercosur recientemente, se
puede decir, que al menos a corto plazo, la vía política iniciada por el
comandante eterno, será vigente. En alguna medida con más contrapeso que antes,
pero no por ello incapacitado, Maduro tendrá que demostrar la altura de su gobierno,
siempre pudiendo ser puesto en comparación con su mentor político difunto, y
logar que la adherencia y coherencia política siga siendo válida en el futuro. Por
ahora se ganó el reconocimiento internacional general, exceptuando a
Washington, con lo que se está saliendo de la crisis postelectoral, y el camino
del socialismo puede seguir en la tierra de Bolívar.
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