La crisis política en Italia, más allá de resolverse, se alarga algo más en el tiempo. En el fin de semana pasado, la apuesta iba ante
todo a preservar la figura del
presidente de la república, como último bastión institucional, a prueba de la
actual coyuntura. El presidente saliente, Giorgio Napolitano, de 87 años de
edad, veía su mandato caducar en días, y no había sucesor a la vista. El
senador Franco Marini, considerado candidato de consenso de centro-izquierda,
no pasó la prueba de fuego, en parte por la disidencia interna del Partido
Democrático (PD), como el boicot de la formación de Beppe Grillo, Movimento Cinquestelle (Movimiento cinco estrellas), el cual
proponía a Stefano Rodotá como su candidato predilecto. Después de esta mala
jugada, Pierluigi Bersani opta por poner al ex–presidente del consejo Romano
Prodi, que a su vez estuvo activo en la
Comisión Europea, y fue presidente del
consejo de ministros durante la coalición del olivo entre 2006 y 2008, quien tampoco sale con la mayoría requerida. Después de cinco sesiones de nombramiento, sale relecto Napolitano, in extremis.
Desde la caída en desgracia del magnate y empresario Silvio
Berlusconi, y su paso a la sombra en definitivo, después de casi veinte años en
el gobierno, Italia se ve en una fase de transición política, liderada por el
burócrata Mario Monti, quien desempeño un trabajo de poca gloria, para
restablecer la normalidad institucional en el país mediterráneo, después del
paso de Berlusconi en tantos años. De un país que estaba en términos promedios
del grupo de G8, en menos de quince años, se pasó a verse en las últimas
posiciones en cuanto a PIB y casi se juega su membresía. No obstante la política
de endeudamiento no dejó de ser el tema más polémico, pues las finanzas
italianas tienen un endeudamiento cercano al 120%, el cual sin ser
excesivamente problemático, es de los más altos de la eurozona. El
estancamiento económico, en especial en el sur, donde el diferencial de
desarrollo parece aún muy patente, desde el mezzogiorno para el sur.
Las últimas elecciones, que tenían como objetivo no sólo
relegitimizar el poder, que estaba en manos de un gobierno interino de Monti, y
darle una salida sólida al nuevo gobierno a venir. Sólo que el resultado fue
que se entró en una impasse aún mayor que la anterior. El PD resulta ser el ganador en términos
numéricos, pero se ve en la incapacidad de formar gobierno. El Partido Sinistra Ecologia Libertá (Izquierda
Ecología Libertad) de Nichi Vendola (pronunciado Niki Vendola), era el aliado
natural para salir en coalición. Pero además Bersani necesitaba el apoyo de
otra formación, que tan solo podía ser Scelta
Civica ( Opción cívica), del
mismo Mario Monti, porfin salido de su silencio político, y en una lista
formal. Nada de esto se dio, el proyecto de Bersani choca principalmente con la
negativa de Grillo y su formación, que no se baja de su principal objetivo, el
de llevar a un extremo nunca visto la política italiana, y atacarla en cuanto
esté en su momento más débil. Con cerca de 25% de los votos, puede por medio de
un principio de no colaboración, no solo evitar entrar en el juego de pactos
partidarios, sino obligar a repetir elecciones, que en la opinión de Grillo,
tan sólo podrían fortalecer aún más su formación política. Antes de eso, la
vieja política se resiste, mientras que Monti lleva desde el 24 de febrero
pasado, en calidad de presidente del consejo dimisionario.
Cuando incluso el presidente ve su puesto caducar en mayo
2013, la puesta en marcha de unas sesiones maratónicas, para poner a un
sucesor, fueron un fracaso tras otro. El PD se quemaba sus mejores cartas, a la
vista de las demás formaciones; primero Franco Marini, luego Romano Prodi. El
que supo llevarse la mayoría necesaria, y único candidato para la continuidad
institucional, resultó ser el mismo octogenario y presidente saliente Giorgio
Napolitano bis. Otros siete años, al
frente de la máxima autoridad política, ahora mismo más importante que nunca.
Con sus 87 años, en junio 88, es sin duda el jefe de estado de mayor edad del
mundo, en funciones, puesto que Fidel ya no gobierna. Si llegara a su término, entregaría a los 95 años su
mandato.
La política está estancada en Italia, al igual que la
economía, que está en recesión, y frente a un problema de la gestión de deuda,
que preocupa tanto a los italianos, como
a los europeos, que ven la tercera economía de la eurozona en peligro de tirar
atrás el precario crecimiento económico. Lejos de cualquier solución a corto
plazo, al menos hay una continuidad, donde el presidente Napolitano podría
disolver de nuevo el parlamento, y ahora si intentar encontrar una solución para
el futuro gobierno legítimamente referendado, desde la caída de Berlusconi en
2011.
Ahora que el abismo se aleja de nuevo, se pude intentar de
nuevo, poner las bases en Italia, para allanar el camino al primer candidato
que sea capaz de formar mayoría, por muy relativa que sea, y por el tiempo que se pueda sostener. La
cuestión es tan sencilla, que desde la entrada en el escenario político
italiano de Beppe Grillo, no se ha podido llegar a ningún acuerdo, pues el
mismo se dice enemigo de todo compromiso parlamentario, y sólo acepta que se le
dé el buen visto a sus candidatos. Con un 25% de los sufragios de febrero, y
una capacidad de invalidar toda salida temporal, se propone a poner en entredicho
la viabilidad del sistema en sí. El hecho que Bersani no renunciara a la
alianza con el Movimento Cinquestelle, hasta el final, sin éxito, dio a entender
la forma de hacer política en el campo grilliano.
Al menos hay una cabeza de estado que permanecerá, hasta
nuevo orden, un octagenario es el salvador de las instituciones, prueba de que
ese país es principalmente de viejos. El
envejecimiento general de la población, se puede ver por ende reflejado en el
perfil de muchos de sus políticos, y de sus respectivas edades, Napolitano, 87,
Berlusconi, 78, Grillo, 65, Bersani, 61,
el más joven, casi junior en comparación. En este país de viejos, por algo la
juventud tiene mal para hacerse una vida económicamente independiente, algo
casi normal, cuando se ve, que los altos puestos, tanto de la política, como en
general, está en manos de los viejos. A falta de solución, el país se salvo lo más importante, la vacancia absoluta del poder.
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