lunes, 22 de abril de 2013

El nombramiento de Giorgio Napolitano bis a la presidencia italiana o el impasse político italiano sin resolver


La crisis política en Italia, más allá de resolverse, se alarga algo más en el tiempo. En el fin de semana pasado, la apuesta iba ante todo a preservar  la figura del presidente de la república, como último bastión institucional, a prueba de la actual coyuntura. El presidente saliente, Giorgio Napolitano, de 87 años de edad, veía su mandato caducar en días, y no había sucesor a la vista. El senador Franco Marini, considerado candidato de consenso de centro-izquierda, no pasó la prueba de fuego, en parte por la disidencia interna del Partido Democrático (PD), como el boicot de la formación  de Beppe Grillo, Movimento Cinquestelle (Movimiento cinco estrellas), el cual proponía a Stefano Rodotá como su candidato predilecto. Después de esta mala jugada, Pierluigi Bersani opta por poner al ex–presidente del consejo Romano Prodi, que  a su vez estuvo activo en la Comisión Europea, y fue  presidente del consejo de ministros durante la coalición del olivo entre 2006 y 2008, quien tampoco sale con la mayoría requerida. Después de cinco sesiones de nombramiento, sale relecto Napolitano, in extremis.

Desde la caída en desgracia del magnate y empresario Silvio Berlusconi, y su paso a la sombra en definitivo, después de casi veinte años en el gobierno, Italia se ve en una fase de transición política, liderada por el burócrata Mario Monti, quien desempeño un trabajo de poca gloria, para restablecer la normalidad institucional en el país mediterráneo, después del paso de Berlusconi en tantos años. De un país que estaba en términos promedios del grupo de G8, en menos de quince años, se pasó a verse en las últimas posiciones en cuanto a PIB y casi se juega su membresía. No obstante la política de endeudamiento no dejó de ser el tema más polémico, pues las finanzas italianas tienen un endeudamiento cercano al 120%, el cual sin ser excesivamente problemático, es de los más altos de la eurozona. El estancamiento económico, en especial en el sur, donde el diferencial de desarrollo parece aún muy patente, desde el mezzogiorno para el sur.

Las últimas elecciones, que tenían como objetivo no sólo relegitimizar el poder, que estaba en manos de un gobierno interino de Monti, y darle una salida sólida al nuevo gobierno a venir. Sólo que el resultado fue que se entró en una impasse aún mayor que la anterior.  El PD resulta ser el ganador en términos numéricos, pero se ve en la incapacidad de formar gobierno. El Partido Sinistra Ecologia Libertá (Izquierda Ecología Libertad) de Nichi Vendola (pronunciado Niki  Vendola), era el aliado natural para salir en coalición. Pero además Bersani necesitaba el apoyo de otra formación, que tan solo podía ser Scelta Civica ( Opción cívica), del mismo Mario Monti, porfin salido de su silencio político, y en una lista formal. Nada de esto se dio, el proyecto de Bersani choca principalmente con la negativa de Grillo y su formación, que no se baja de su principal objetivo, el de llevar a un extremo nunca visto la política italiana, y atacarla en cuanto esté en su momento más débil. Con cerca de 25% de los votos, puede por medio de un principio de no colaboración, no solo evitar entrar en el juego de pactos partidarios, sino obligar a repetir elecciones, que en la opinión de Grillo, tan sólo podrían fortalecer aún más su formación política. Antes de eso, la vieja política se resiste, mientras que Monti lleva desde el 24 de febrero pasado, en calidad de presidente del consejo dimisionario.

Cuando incluso el presidente ve su puesto caducar en mayo 2013, la puesta en marcha de unas sesiones maratónicas, para poner a un sucesor, fueron un fracaso tras otro. El PD se quemaba sus mejores cartas, a la vista de las demás formaciones; primero Franco Marini, luego Romano Prodi. El que supo llevarse la mayoría necesaria, y único candidato para la continuidad institucional, resultó ser el mismo octogenario y presidente saliente Giorgio Napolitano bis. Otros siete años, al frente de la máxima autoridad política, ahora mismo más importante que nunca. Con sus 87 años, en junio 88, es sin duda el jefe de estado de mayor edad del mundo, en funciones, puesto que Fidel ya no gobierna. Si llegara a su término, entregaría a los 95 años su mandato.

La política está estancada en Italia, al igual que la economía, que está en recesión, y frente a un problema de la gestión de deuda, que preocupa  tanto a los italianos, como a los europeos, que ven la tercera economía de la eurozona en peligro de tirar atrás el precario crecimiento económico. Lejos de cualquier solución a corto plazo, al menos hay una continuidad, donde el presidente Napolitano podría disolver de nuevo el parlamento, y ahora si intentar encontrar una solución para el futuro gobierno legítimamente referendado, desde la caída de Berlusconi en 2011.

Ahora que el abismo se aleja de nuevo, se pude intentar de nuevo, poner las bases en Italia, para allanar el camino al primer candidato que sea capaz de formar mayoría, por muy relativa que sea, y  por el tiempo que se pueda sostener. La cuestión es tan sencilla, que desde la entrada en el escenario político italiano de Beppe Grillo, no se ha podido llegar a ningún acuerdo, pues el mismo se dice enemigo de todo compromiso parlamentario, y sólo acepta que se le dé el buen visto a sus candidatos. Con un 25% de los sufragios de febrero, y una capacidad de invalidar toda salida temporal, se propone a poner en entredicho la viabilidad del sistema en sí. El hecho que Bersani no renunciara a la alianza con el Movimento Cinquestelle, hasta el final, sin éxito, dio a entender la forma de hacer política en el campo grilliano.

Al menos hay una cabeza de estado que permanecerá, hasta nuevo orden, un octagenario es el salvador de las instituciones, prueba de que ese país es principalmente de  viejos. El envejecimiento general de la población, se puede ver por ende reflejado en el perfil de muchos de sus políticos, y de sus respectivas edades, Napolitano, 87, Berlusconi, 78, Grillo, 65,  Bersani, 61, el más joven, casi junior en comparación. En este país de viejos, por algo la juventud tiene mal para hacerse una vida económicamente independiente, algo casi normal, cuando se ve, que los altos puestos, tanto de la política, como en general, está en manos de los viejos. A falta de solución, el país se salvo lo más importante, la vacancia absoluta del poder. 

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