martes, 16 de abril de 2013

La crisis postelectoral en Venezuela o la entrada en una espiral de violencia urbana


Las elecciones terminadas Venezuela despierta inmersa en un clima de tensión y violencia. Las fuerzas opositoras operando contra todo símbolo de la revolución bolivariana, y contra sus simpatizantes. Capriles Radonski a su vez llama al levantamiento y al desconocimiento de los resultados de las elecciones. He aquí un esbozo de lo sucedido desde las elecciones presidenciales del domingo pasado.

En las últimas 24 horas el panorama político venezolano dio giros inesperados y lamentables. Las elecciones celebradas el domingo 14 de abril, se produjeron aparentemente sin incidencias, y dentro del marco establecido. Los resultados emitidos en la noche del mismo 14 de abril dieron como ganador a Nicolás Maduro por 50,66%, frente a Henrique Capriles con 49.0%. Una diferencia de tan sólo 1.6% separan al vencedor del segundo en lista. El 15 de abril en un segundo reporte del Consejo Nacional Electoral se revisaron las cifras a 50,75% para Maduro frente a un 48.98% para Capriles.

Pese a su anterior compromiso de acatar los resultados, el candidato opositor desconoció estos mismos, y llamó “espurio” e “ilegítimo” al presidente electo. Su llamado lamentablemente no se quedó en sacar cacerolas y sartenes a la calle y acusar de fraude electoral, sino que la violencia se hizo cuando militantes de la oposición salieron en diversos puntos de la capital y en el interior, a asediar sedes del Partido Unido de Venezuela, como también las emisoras de televisión VTV y Telesur. Militantes armados en motos se desplazan en grupos a tomar sitios estratégicos, y enfrentarse en algún momento con simpatizantes chavistas, dejando al menos 4 muertos de entre los últimos. Manifestaciones ante sedes diplomáticas venezolanas se dieron entre otros sitios, en Argentina, México, Panamá y Perú. Es de constatar que según los resultados de octubre 2012, en los votos emitidos en consulados y embajadas haya una predominancia de la oposición.

Capriles Radonski pidió una auditoría total de los votos emitidos, algo a lo que Maduro accedió. Es de notar, que según la ley electoral, el 54% de las papeletas es conservado, para un futuro recuento. Esto en el momento de  clausurar el mismo, tiene que coincidir con las papeletas almacenadas en cada mesa electoral. Pese al desconocimiento fáctico de la Mesa de Unidad Democrática, que en todo momento colaboró y estuvo de acuerdo con el sistema empleado, ahora revoca todo ello, y se niega a reconocer los resultados. Incluso interpela que Maduro sería aún presidente encargado hasta resolución del proceso electoral. Su interpretación de los eventos sería pues, que ellos serían los vencedores; “el perdedor es usted” es  lo dijo el candidato opositor en un acto político del mismo 14 de abril.

El lunes 15 de abril Nicolas Maduro asiste a la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE), para recoger su constancia de presidente electo. Acompañado por el cuerpo diplomático, ministros, militantes entre otros, dio su primer discurso en calidad de presidente electo. Para ese entonces ya el desconocimiento de facto por parte de la oposición quedó evidenciado, después de la llamada telefónica que sostuvieron Maduro con Capriles. El diálogo entre ambos hombres estaba llegando a un mínimo histórico. En la calle fue que la verdadera batalla se dio. Los militantes de la oposición comenzaron a tomar calles a base de cacerolas  vociferando contra el presidente electo. La batalla con las fuerzas del orden, como con militantes del Comando Hugo Chávez Frías contra su contrincante, el comando Simón Bolívar, son la evidencia pura de un clima postelectoral explosivo a peligroso. Ante una tensión imposible de contener, donde una sociedad se encuentra de hecho dividida en dos bandos bien diferenciados, síntoma previo de casos de guerra civil, sólo habla de un grado de polarización política y social importantísimo. Donde antes la tregua era posible, hasta cierto modo, ahora dejó  cada vez se entra más en una espiral postelectoral archiconocida de antemano. El asedio de sedes de televisión da fe de ua intención de toma de medios estatales, dentro de un posible esquema de golpe de estado, y siendo que esto se dio tanto en Telesur como en VTV, da a entender un esquema previo. Similar como durante el asedio de la embajada cubana en Caracas, mientras que se estaba dando el golpe de estado de 2002.

El reconocimiento internacional de estos comicios que por lo tanto preñado de escepticismo. Habiendo recibido su felicitación de varias cancillerías. Sin embargo en el caso de EE.UU. y España se habla de otro idioma. En el primer caso la Subsecretaria de Estado Roberta Jacobson, que afirmaba, que las elecciones “deben de ser justas y creíbles”. En España, el ministro de relaciones  exteriores, José Manuel García Margallo, hizo una alusión a la crisis postelectoral, al declarar, que se mantendrían las buenas relaciones con Venezuela, “sea quien sea” el presidente electo. Esto interpretado por la cancillería venezolana, se tradujo en llamar a consulta al embajador venezolano ante España, Bernardo Álvarez. Pese a ello, Margallo reconoció formalmente al presidente electo.

Este capítulo postelectoral venezolano apenas se acaba de abrir, por lo que mucho queda por escribir e indagar. Por ahora estamos en un extraño caso, que por momentos recuerda a México en 2006, donde Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se quedó a 0,58% detrás de Calderón. La historia posterior, ya conocida, ya dista de toda comparación, además de que casi un 1.8%, si bien es escaso, es determinante. Luego está el debate de la “solidez” y “legitimidad”. Cuando AMLO quedó segundo, y agotó las instancias, hablamos que operó en una estructura electoral surgida en los tiempos de Salinas, en 1990, por lo tanto nacida en pleno priísmo. Con el precedente de 1988 y el fraude practicado al Lic. Cuauhtémoc Cárdenas, la ciudadanía en desconfianza por lo anterior, debía recuperarla mediante el Instituto Federal Electoral (IFE).  En el caso de las elecciones de 2006 se puede hablar de condiciones fuera de lo establecido, además poco observado por parte de organismos internacionales o instituciones electorales otras. En condiciones relativamente laxas, se dio que pese a una aparente predominancia de AMLO, éste sólo fuera el segundo, y ganara Calderón. La realidad choca entonces con los resultados de forma atroz.

En Venezuela las elecciones no sólo son archi-observadas, por lo mismo que se le quiere buscar el talón de Aquiles de todos las formas, y tienen un sistema bastante complejo y seguro para el conteo de votos. Cuando además no se permite ninguna forma de sondeo a pie de urnas, ni estimaciones parciales, tan solo el CNE está habilitado a ello. La demanda de recuento parece ser sólo una cuestión de tiempo, pues antes del 19 de abril, deberá de estar resuelto el litigio, previo a la toma de posesión formal. Si para entonces los resultados dieran un giro, está por verse. De lo contrario, será una forma de satisfacer la demanda de verdad, sobre la que la oposición tanto insiste, y se verán en la obligación, de reconocer la victoria, por pírrica que fuera, de Nicolás Maduro Moros.

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