La crisis institucional de Mali se vuelve a complicar, ésta
vez por un actor exterior de gran implicación. Francia, la ex-metrópolis de la Mali hasta
1958, bajo el liderazgo de François Hollande decidió poner en pie una operación
militar para reestablecer la integridad territorial malí. Hace falta para
entender la envergadura de la situación por unos instantes los precedentes para
esto.
Desde abril 2012 la autoproclamada nación de Azawad, en lo que correspondería al
tercio norte de Mali se impone por las armas, frente a un estado malí que pasa
por un momento de debilidad institucional por un golpe de estado perpetrado en
contra del entonces presidente constitucional, Amadou Toumani Touré. Desde ese
instante se fue viniendo una espiral sin precedentes, donde diferentes
agrupaciones de tipo nómada o semi-nómada fueron haciéndose con las principales
ciudades del norte, Timbuctú, Gao, Kidal. El Movimiento Nacional por la Liberación del Azawad (MNLA), el Movimiento para la Unicidad y el Yihad en
África Occidental (MUJAO), Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) y el grupo Ansar Dine lograron formar al
menos una alianza fáctica dentro del autoproclamado Estado de Azawad. Si bien el primero de ellos se dice nacionalista
en el sentido de instaurar un estado soberano del Azawad, el segundo es más
bien un movimiento de tipo religioso
salafísta, que busca en sus objetivos la instauración de la ley islámica dentro
de dicho estado. Finalmente el Ansar Dine,
próximo en sus postulados al AQMI, se busca un camino medio, sin por
ello distanciarse del propósito de instaurar un estado islámico, de tinte más
moderado que los salafistas mismos.
Estos diferentes grupos fueron haciéndose más fuertes, o de
lo contrario fueron perdiendo su liderazgo, como es el caso del MNLA, que
comenzó casi sólo, y ahora solo puede juntar una fuerza relativa, frente a sus
contrincantes más o menos aliados. La rama de Al-Qaeda sin embargo se fue
buscando la tolerancia de todos, sin que por ello se les considere por ello
socios en igualdad, más bien buscan no entrar en conflicto alguno. Se trata en
muchos casos de antiguos combatientes del líder difunto Muammar Ghadafi, quien
al perder el poder, no les confiscó su armamento, sino que ellos se volvieron a
Mali, con él y la experiencia militar adquirida en Libia.
François Hollande inicia un 10 de enero la operación “Serval”,
que pretende venir en ayuda al gobierno y ejército de Mali, quien en el pasado
pidió ayuda internacional frente a la insurrección en el norte de su
territorio, directamente por el presidente interino Diacounde Traoré. François Hollande, el nuevo mandatario galo,
que buscaba en un principio darle vuelta a la página de la intervención
francesa, ahora se ve en la obligación de
intervenir en dicho país, y mostrar por primera vez su faceta de
comandante en jefe. El respaldo internacional lo encontró rápidamente, pues el
Reino Unido proporcionó transporte logístico, como respaldo a la decisión
tomada de forma unilateral. Si bien existe una resolución del Consejo de
Seguridad de la ONU que habla en el mismo sentido.
Los objetivos siendo la restitución efectiva del territorio
malí a su gobierno constitucional, después la eliminación de focos de
terrorismo en el Sahel. No obstante de no tener una fecha de vencimiento, se
arriesga en solitario en una de las zonas más ingobernables del planeta, donde
los secuestros de franceses u occidentales en el pasado fueron una importante
fuente de ingresos para los grupos que ahí operaban. También es zona de
minería, donde el Uranio sirve a la industria de energía atómica francesa, en
particular de la empresa AREVA, con importantes intereses locales.
En realidad el detonante de la intervención era que los grupos insurrectos estaban ganando terreno al
sur de su frontera fáctica, hacia la ciudad de Konna, lo cual puso en alarma al
gobierno malí, que pidió la ayuda de forma urgente. Desde entonces los aviones
rafales franceses fueron dando golpes aislados primero en Konna, que fue
recuperada rápidamente. También en la zona de Kidal y Gao se fueron retirando las fuerzas ocupantes
temporalmente, por temor de ser alcanzados por los aviones franceses. Los
países vecinos, el Niger, Nigeria, Burkina Faso entre otros, han dado un
contingente de su ejército en apoyo a la operación Serval. Argelia cerró su
frontera en común con Mali. El mismo ejército francés, con sus divisiones en
África se hace presente, pues la base aérea de Yamena, Chad, como las fuerzas “Lincorne”,
con base en Abiyán, Costa de Marfil han dado su aportación respectivamente en
estos días pasados.
El hecho de entrar en operación a veces es más fácil que de
terminarla. Es como cuando Bush entra en Afghanistán, o Iraq, sin perspectiva
de salida en vista. La región saheliana no se conoce por ser la más estable del
mundo, pues ahí pasa mucho del contrabando de armas, diamantes, u otras
mercancías. Esta región no fue ni ha sido controlado efectivamente, por ninguno
de los países que la revindican, sease Mauritania, Argelia, Mali, Níger o Chad. Es por esas fronteras
ficticias, que pasan todos los días ejércitos irregulares sin control alguno, y
que pueden ejercer su poder sobre estas dunas, que en su vida fueron dominadas,
ni por los mismos franceses en su tiempo. Es por ello que una pretensión tan
optimista, como la de devolver el control efectivo al gobierno malí suene
convincente, pero muy difícil de alcanzar a corto plazo.
El paradigma mismo de estado en la zona es un tanto complejo de abarcar, y hay que remontarse a la génesis de ellos, bajo la tutela francesa, para entender su estructura existente. Cuando se trazan las fronteras, éstas sólo existen en la imaginación de los colonizadores, que dicen acotar sus dominios africanos, de los de potencias colonizadoras competidoras. Nunca en el espíritu de hacer esa presencia efectiva, ni en pos de un cierto bienestar para los ahí gobernados. Su viabilidad fue tan teórica desde antes de ser estados soberanos, que hoy parece casi naíf, creer que se pueda resolver a corto plazo.
El presidente francés tomó una decisión tan arriesgada como
necesaria, ante una degradación de su popularidad a siete meses de ser electo. Igual
que Sarkozy, que en su momento entra en Libia de forma unilateral, abriendo
camino al resto de la comunidad internacional de alto rango. Hollande necesita
una causa externa, de la cual quizás no verá el término con en su mandato, si
en cambio implementará las medidas de
prevención y seguridad ante la exposición de Francia ante el yihadismo
internacional, y los que podrían querer atacar intereses franceses en Francia o
en el extranjero. Por ello es tan útil para Hollando, ser el que combata el
terrorismo, en términos globales, pues es un as perpetuo.
El desenlace mismo es tan dinámico como reciente, que
estamos en tiempo donde no se puede entrever su conclusión, y por ende sólo se
puede especular, si en el caso de poner en jaque a los enemigos, esto sería
posible sin la colaboración de EE.UU. u otro aliado de turno. A falta de
victoria final, pues siempre se podrá invocar el argumento de obligación
internacional, de terminar lo comenzado, etc. Hollande, al igual que Sarkozy
les gusta ponerse en posición de comandante en jefe, que les atribuye su función,
y sabrá sacarse alguna crítica de encima por mientras. Luego que gane la
guerra, eso serían ya palabras mayores.
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