miércoles, 16 de enero de 2013

La Operación “Serval” en Mali o la guerra al terrorismo internacional de Francois Hollande frente a la pérdida de popularidad creciente


La crisis institucional de Mali se vuelve a complicar, ésta vez por un actor exterior de gran implicación.  Francia, la ex-metrópolis de la Mali hasta 1958, bajo el liderazgo de François Hollande decidió poner en pie una operación militar para reestablecer la integridad territorial malí. Hace falta para entender la envergadura de la situación por unos instantes los precedentes para esto.

Desde abril 2012 la autoproclamada  nación de Azawad, en lo que correspondería al tercio norte de Mali se impone por las armas, frente a un estado malí que pasa por un momento de debilidad institucional por un golpe de estado perpetrado en contra del entonces presidente constitucional, Amadou Toumani Touré. Desde ese instante se fue viniendo una espiral sin precedentes, donde diferentes agrupaciones de tipo nómada o semi-nómada fueron haciéndose con las principales ciudades del norte, Timbuctú, Gao, Kidal. El Movimiento Nacional por la Liberación del Azawad (MNLA),  el Movimiento para la Unicidad y el Yihad en África Occidental (MUJAO), Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI)  y el grupo Ansar Dine lograron formar al menos una alianza fáctica dentro del autoproclamado  Estado de Azawad.  Si bien el primero de ellos se dice nacionalista en el sentido de instaurar un estado soberano del Azawad, el segundo es más bien un  movimiento de tipo religioso salafísta, que busca en sus objetivos la instauración de la ley islámica dentro de dicho estado. Finalmente el Ansar Dine,  próximo en sus postulados al AQMI, se busca un camino medio, sin por ello distanciarse del propósito de instaurar un estado islámico, de tinte más moderado que los salafistas mismos.

Estos diferentes grupos fueron haciéndose más fuertes, o de lo contrario fueron perdiendo su liderazgo, como es el caso del MNLA, que comenzó casi sólo, y ahora solo puede juntar una fuerza relativa, frente a sus contrincantes más o menos aliados. La rama de Al-Qaeda sin embargo se fue buscando la tolerancia de todos, sin que por ello se les considere por ello socios en igualdad, más bien buscan no entrar en conflicto alguno. Se trata en muchos casos de antiguos combatientes del líder difunto Muammar Ghadafi, quien al perder el poder, no les confiscó su armamento, sino que ellos se volvieron a Mali, con él y la experiencia militar adquirida en Libia.

François Hollande inicia un 10 de enero la operación “Serval”, que pretende venir en ayuda al gobierno y ejército de Mali, quien en el pasado pidió ayuda internacional frente a la insurrección en el norte de su territorio, directamente por el presidente interino Diacounde Traoré.  François Hollande, el nuevo mandatario galo, que buscaba en un principio darle vuelta a la página de la intervención francesa, ahora se ve en la obligación de  intervenir en dicho país, y mostrar por primera vez su faceta de comandante en jefe. El respaldo internacional lo encontró rápidamente, pues el Reino Unido proporcionó transporte logístico, como respaldo a la decisión tomada de forma unilateral. Si bien existe una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que habla en el mismo sentido.

Los objetivos siendo la restitución efectiva del territorio malí a su gobierno constitucional, después la eliminación de focos de terrorismo en el Sahel. No obstante de no tener una fecha de vencimiento, se arriesga en solitario en una de las zonas más ingobernables del planeta, donde los secuestros de franceses u occidentales en el pasado fueron una importante fuente de ingresos para los grupos que ahí operaban. También es zona de minería, donde el Uranio sirve a la industria de energía atómica francesa, en particular de la empresa AREVA, con importantes intereses locales.

En realidad el detonante de la intervención era que los  grupos insurrectos estaban ganando terreno al sur de su frontera fáctica, hacia la ciudad de Konna, lo cual puso en alarma al gobierno malí, que pidió la ayuda de forma urgente. Desde entonces los aviones rafales franceses fueron dando golpes aislados primero en Konna, que fue recuperada rápidamente. También en la zona de Kidal y  Gao se fueron retirando las fuerzas ocupantes temporalmente, por temor de ser alcanzados por los aviones franceses. Los países vecinos, el Niger, Nigeria, Burkina Faso entre otros, han dado un contingente de su ejército en apoyo a la operación Serval. Argelia cerró su frontera en común con Mali. El mismo ejército francés, con sus divisiones en África se hace presente, pues la base aérea de Yamena, Chad, como las fuerzas “Lincorne”, con base en Abiyán, Costa de Marfil han dado su aportación respectivamente en estos días pasados.

El hecho de entrar en operación a veces es más fácil que de terminarla. Es como cuando Bush entra en Afghanistán, o Iraq, sin perspectiva de salida en vista. La región saheliana no se conoce por ser la más estable del mundo, pues ahí pasa mucho del contrabando de armas, diamantes, u otras mercancías. Esta región no fue ni ha sido controlado efectivamente, por ninguno de los países que la revindican, sease Mauritania, Argelia, Mali,  Níger o Chad. Es por esas fronteras ficticias, que pasan todos los días ejércitos irregulares sin control alguno, y que pueden ejercer su poder sobre estas dunas, que en su vida fueron dominadas, ni por los mismos franceses en su tiempo. Es por ello que una pretensión tan optimista, como la de devolver el control efectivo al gobierno malí suene convincente, pero muy difícil de alcanzar a corto plazo.

El paradigma mismo de estado en la zona es un tanto complejo de abarcar, y hay que remontarse a la génesis de ellos, bajo la tutela francesa, para entender su estructura existente. Cuando se trazan las fronteras, éstas sólo existen en la imaginación de los colonizadores, que dicen acotar sus dominios africanos, de los de potencias colonizadoras competidoras. Nunca en el espíritu de hacer esa presencia efectiva, ni en pos de un cierto bienestar para los ahí gobernados. Su viabilidad fue tan teórica desde antes de ser estados soberanos, que hoy parece casi naíf, creer que se pueda resolver a corto plazo.

El presidente francés tomó una decisión tan arriesgada como necesaria, ante una degradación de su popularidad a siete meses de ser electo. Igual que Sarkozy, que en su momento entra en Libia de forma unilateral, abriendo camino al resto de la comunidad internacional de alto rango. Hollande necesita una causa externa, de la cual quizás no verá el término con en su mandato, si en cambio implementará las medidas de  prevención y seguridad ante la exposición de Francia ante el yihadismo internacional, y los que podrían querer atacar intereses franceses en Francia o en el extranjero. Por ello es tan útil para Hollando, ser el que combata el terrorismo, en términos globales, pues es un as perpetuo.

El desenlace mismo es tan dinámico como reciente, que estamos en tiempo donde no se puede entrever su conclusión, y por ende sólo se puede especular, si en el caso de poner en jaque a los enemigos, esto sería posible sin la colaboración de EE.UU. u otro aliado de turno. A falta de victoria final, pues siempre se podrá invocar el argumento de obligación internacional, de terminar lo comenzado, etc. Hollande, al igual que Sarkozy les gusta ponerse en posición de comandante en jefe, que les atribuye su función, y sabrá sacarse alguna crítica de encima por mientras. Luego que gane la guerra, eso serían ya palabras mayores.



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