La crisis centroafricana se prolonga indefinidamente, sin que por ello se
vea mucha atención por parte de los medios de comunicación, salvo los
francófonos. Desde 2004 sumido en una crisis perpetua, el presidente-general François
Bozizé, en el cargo desde 2003 parece estar quedándose con pocas cartas,
mientras que la alianza de rebeldes Séléka
gana cada vez más terreno, y sobre todo, las principales ciudades de esta
nación, entre las que tan sólo queda Damara, a 75 km de la capital Bangui, que
se resiste aún a los insurgentes.
No sería la primera vez que la República Centroafricana
(RCA) sufre tales coyunturas. De golpes de estado a regímenes imperiales
pasaron por la historia reciente de la joven nación africana. Independizada en
1958 en el marco de la Comunidad Francesa, heredera directa de la colonia del
África Ecuatorial Francesa, goza de una cierta estabilidad bajo el liderazgo de
David Dacko hasta el año 1965, cuando se produce el primer golpe de estado
perpetrado por Jean-Bédél Bokassa. Su régimen primero republicano, se
convertiría en el “Imperio Centroafricano” entre el año 1977 y 1979. El
emperador Bokassa I, será a su vez víctima de un golpe de estado perpetrado por
el anterior gobernante Dacko. Sin embargo es el general André Kolingba en 1981,
quien depone a Dacko e impone un régimen militar bajo la denominación del Comité Militar de Reconstrucción Nacional, que
fue vigente hasta 1986. A posteriori se celebró un referéndum para la aprobación
de una nueva constitución y unas elecciones presidenciales, donde salió
vencedor Kolingba mismo, cumpliendo su mandato hasta el año 1993. Ese año el
Ange-Félix Patassé ganó las primeras elecciones formales en el la RCA. En el
año 1996-7 sufrió tentativas varias de golpes de estado, que no tuvieron éxito
alguno. Terminó su mandato, que ya es mérito en esta línea cronológica, y se
reeligió en el 1999 a un segundo mandato, que sin embargo no pudo concluir,
puesto que fue derrocado en el 2003, tras una primera intentona en 2002 cuando
estuvo exiliado por un tiempo en la república vecina del Chad, donde el presidente-general
Idriss Déby Itno lo apoyaba y recibía abiertamente.
Es entonces que entramos en la etapa de François Bozizé,
quien toma el mando del país en 2003 logra pasar por referéndum una nueva constitución,
y se hace elegir efectivamente en el año 2005 como presidente constitucional de
la RCA. Sin embargo en el país se formaron una serie de milicias insurgentes,
que entre 2004 y 2007 combatieron en una
guerra civil perpetua. Diferentes agrupaciones, La Unión de las Fuerzas Democráticas
para reunificación (UFDR), bajo el mando de
Michel Am
Nondroko Djotodia, el Grupo de Acción
Patriótica para la Liberación de Centroáfrica (GAPLC), el Movimiento de la Liberación Centroafricana
para la Justicia (MLCJ), y finalmente el Frente Democrático Centroafricano (FDC). Después
de tres años de combate y una mesa de negociación en Libreville, Gabón, se
llega a un acuerdo de paz en 2007.
En el mismo año del acuerdo de 2007 se vuelven a observar combates en la
ciudad de Bria que son detenidos por la intervención de la trigésima Legión extranjera
francesa in extremis. El gobierno de Bozizé decreta una amnestía a los
insurgentes del UFDR y los integra al ejército. Incluso en 2008 se firma la
reconciliación nacional centroafricana. Sin embargo en 2010, año de celebración
de elecciones presidenciales de 2010 son postergadas hasta 2011, donde Bozizé es
reelegido por otro mandato, aún en curso. En consecuencia las fuerzas antes
mencionadas, volvieron a la actividad de nuevo en Bria en noviembre 2010 junto
con la nueva Convención Patriótica para
la Justicia y la Paz (CPJP), además del UFDR bajo el mando de Djotodia.
La “alianza” o Séléka volvió a una ofensiva a finales de
diciembre 2012. Partiendo de Bria, toman Bambari, seguido de Ouadda, Ndele y
finalmente Kaga Bondoro, el 25 de diciembre 2012. Un 26 de diciembre llegan a los alrededores de
Damara, considerada la última línea defensiva antes de llegar a la capital
Bangui.
Desde ese momento el presidente-general Bozizé busca la
ayuda de su homólogo francés, François Hollande, quien por un lado manda una
legión de paracaidista para proteger su legación en Bangui, pero en ningún caso
demuestra la voluntad de querer ayudar a Bozizé en la medida que los
predecesores lo hicieron. Mientras que EE.UU., con el precedente del consulado
de Bengazi, Libia y la muerte del embajador Stevens, mandan sacar a sus
conciudadanos y cierran su embajada ante la RCA. El año nuevo se da tenso, y en
la medida que se abre una nueva mesa de negociación en Libreville, Gabón,
actualmente aún en pleno desarrollo, los rebeldes han amenazado con tomar
Bangui, cosa que a efectos de poder negociar pusieron en entredicho por ahora.
No obstante el régimen de Bozizé ve una demanda reiterada de dimisión, la cual
ha rechazado categóricamente, llegando a ofrecer un gobierno de unidad
nacional, donde seguiría siendo jefe de estado.
La misión internacional en pie en la RCA sirve por ahora
para contener a la Séléka en las
afueras de Damara a tan sólo 75 kilómetros de Bangui. Los portavoces en
Libreville no parecen ponerse de acuerdo por ahora, e incluso el trabajo de
mediador por parte de la Comunidad Económica de los Estados de África Central,
de la cual es presidente pro-tempore Idriss Déby, no han podido desbloquear unas posiciones
aparentemente irreconciliables en el país.
Llegados a este punto de desarrollo se puede constatar que en primer lugar el
gobierno perdió efectivamente el control de 75% del país, en manos de la
alianza insurgente. No está tampoco en condiciones de retomar ese territorio
con un ejército en pésimas condiciones materiales, y no puede casi garantizar la seguridad en su
propia capital. Los integrantes de la Séléka esperan sacar fruto de su posición
privilegiada frente al gobierno, y piden abiertamente su dimisión, lo cual pone
las negociaciones en un punto muerto. Se comprometieron a no avanzar más, y
seguir negociando en la mesa de Libreville II, pero su palabra tampoco es garantía de que alguna facción no haga
caso omiso de la consigna general.
La comunidad internacional, los franceses y la ONU en diferentes instancias fueron los que aseguraron la permanencia de los presidentes centroafricanos en el poder. El cambio de ruta propuesto por los socialistas franceses en lo que concierne la “Françafrique”, osea su dominio fáctico de poner quitar a gobernante por su apoyo indirecto o directo, fue una de las ideas del nuevo presidente galo. Llevarlo a cabo querrá decir dejar caer a Bozizé a su suerte, al igual que parece serenarse en ese sentido el mismo Idriss Déby Itna, quien tradicionalmente fue siempre aliado de Bozizé. Los rebeldes que se cree tienen apoyo tácito por parte de la República Democrática del Congo, tienen unos ases en mano, que Bozizé no puede ignorar. Además que ellos lo critican por no respetar los acuerdos de paz de Libreville I, de 2007, está vez no quieren arriesgarse a ver al presidente-general volver sin más a su mandato.
Sea cual fuera el desenlace final de esta trama
interminable de golpes de estado, insurrecciones y mandatos inconclusos, es
difícil creer que mañana los insurgentes se sumen a un gobierno de unidad sin
concesión alguna por parte de Bozizé. El presidente, ex golpista, ahora no
admite ver su autoridad menguar en el norte, pero se ve obligado a dialogar. Si
la mesa de Libreville II llega a un acuerdo en 2013, éste podría salvar el
mandato que Bozizé tiene hasta 2016. De
lo contrario la guerra civil se podría perpetuar con o ayuda material de
aliados extranjeros a cada facción. En todo caso no es de ayer que la RCA lucha
por imponer la ley en la totalidad de su territorio nacional, ni sería la
primera vez, que un presidente electo y
en funciones de la RCA sea víctima de un golpe de estado exitoso que lo mande
al exilio antes del término de su mandato.
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