No se habían visto tantas catástrofes al mismo tiempo en un sólo sitio. El Japón sufrió el viernes pasado el mayor terremoto desde 140 años. Con una magnitud de 8,9 grados en la escala de Richter, este terremoto supera todas las previsiones sísimicas hechas en el pasado. Al mismo tiempo un tsunami arrasa en consecuencia el norte de la costa pacífica del archipiélago, inundando vastas zonas en la región de noreste del país. La más preocupante sin embargo es la presencia de 12 centrales nucleares ubicadas muy cerca de una falla sísmica, de las cuales cuatro resultaron seriamente dañadas por el seísmo constituye ahora mismo el mayor de los problemas, después de la pérdida humana misma.
El día de ayer la explosión de la central de Fukushima Daiichi y la creciente dificultad de enfríar el núcleo de la central, después de que los mecanismos previstos a ese efecto, fueron destruídos por el seísmo. Entre el día de ayer y hoy, ya se produjeron dos explosiones en dos centrales, que pudieron ser contenidas por la múltiples capas de protección sobre el núcleo, y una tercera central está en estos mismos instantes en un estadio crítico de refrigeración. La introducción de agua marina hasta ahora ha sabido paliar lo peor, evitando toda fusión de material núclear. El grado de peligro atómico, , medido en una escala de 7, siendo la máxima la explosión de Chernobyl en 1986. Oficialmente legobierno japonés ha anunciado un nivel de 4, mientras que expertos hablan de un peligro mucho mayor, ligado en parte por los daños provocados por el terremoto.
Con tantos frentes que lidiar a la vez, en general los japoneses han demostrado un altísimo grado de educación civil, sabiendo en su mayoría aplicar las medidas y gestos que hay que tomar, y ante todo por la calma relativa que hay en la población, que pese a la tragedia humana, sabe evitar todo desbordamiento,propio de situaciónes similares. Otro aspecto en sí a tratar, es como el grado de aplicación de medidas antisísmicas en la construcción de infrastructura ha sido respectado. Muchos edificios resistieron las fuerzas de choque, demostrando de ese modo su efectividad. Dicha efectividad parece llegar a ciertos límites, en el caso de la central de Fukushima Daiichi, donde en vías de agotamiento de los recursos, para enfríar el núcleo, el gobierno ha pedido la ayuda oficial a los EE.UU. La tensión es máxima cuando la población no sólo se enfrenta a una situación de riesgo de fugas de sustancias radioactivas en el medio ambiente, sino al de una réplica del seísmo, que de hecho se hicieron sentir.
La alarma internacional se ha levantado en gran parte por la cuestión de las centrales atómicas. Las inevitables comparaciones con Chernobyl en 1986, como la de Three Mile Island en EE.UU. en el año 1979 parecen peligrosamente cercanas. Sin querer comparar uno a uno las cararcterísticas específicas de cada incidente atómico,hay razón para preocuparse de verdad del riesgo de la energía atómica en sí. El accidente de Chernobyl, que fue acompañado por un incendio en la central atómica, junto con nuves de humo radioactivo crearon esa nuve atómica que atravesó medio continente euroasiático. En Three Mile Island la fusión del núcleo creó una explosión, que se pudo mantener aislado. En Japón ya se registraron en estos días dos centrales que no pudieron evitar la fusión, y donde se tiene detectado un grado muy alto de contaminación radioactiva en el aire circundante. El mismo gobierno ha declarado la posibilidad de una fuga ocurrida ayer, y ha decretado estado de urgencia nuclear. Las poblaciones en el norte han sido evacuadas en dirección hacia el sur, mientras que muchos extranjeros como también japoneses han salido del país. El país está paralizada, ya que en una economía tan industrial, el suministro de energía es vital. Cuando tantas centrales están paradas a la vez se llega a una reducción significativa de la energía disponible. La distribución de comida está interrumpido y se está constatando una escasez de alimentos y agua potable. Muchos japoneses perdieron sus casas, además que familiares o amigos.
El golpe causado en el punto de vista económico es enorme. Las pérdidas económicas por infraestructura industrial dañada y el paro de la producción en varios sectores de la economía, como es la industria automotriz, o en la producción de electricidad, reducen el margen de la recuperación inmediata de la economía japonesa. En cuestión de deuda, Japón debe dos veces su producto nacional bruto. Sin embargo, algo muy propio a Japón, esta deuda está en manos de los mismos japoneses a 85%. Esto claramente protege y sobre entiende un instinto de autopreservación en cuestiónes económicas. Con una notación crediticia aún sobresaliente, y en calidad de tercera economía mundial ,atrás de EE.UU. y China, Japón constituye una placa económica muy dinámica, tanto con Asia del Sud Este y con China, como también con EE.UU. Su capacidad de autoreconstruirse desde abajo, demostrada sobre todo después de 1945 en adelante, hace creer que estas catástrofes múltiples no afectarían significativamente la economía en términos generales. Pero a corto plazo es evidente que hasta nuevo orden la tercera potencia económica está detenida.
El debate surgido en consecuencia en todos los países que también hacen uso de energía atómica, como Alemania, Francial, Suiza, España o el Reino Unido, está teniendo su efecto, pues ya existen dudas en la opinión pública, como en sus respectivos gobiernos, sobre la utilidad y los riesgos de dicha energía. Alemania, país que ha renovado reciente la licencia de uso de algunas centrales nucleares por diez años, ahora se plantéa revocar dicha licencia. Francia, país que en gran medida energía se cubre una parte de sus necesidades eléctricas por este medio, incluso ha visto elevarse voces pidiendo la salida de dicha energía.La central española de Ascó, que no sólo lleva ya muchos años en servicio, ha sido en los años recientes prorrogada en su uso repetidamente y suscita diversas críticas en España en los últimos años por grupos ecologístas o antinucleares.
Evidentemente que en un país en cercanía de una falla sísmica las medidas de seguridad tienen una máxima prioridad, mientras que en países que se encuentren lejos, este factor no cuenta tanto. Si importa más el mantenimiento de las centrales. Los costos tan solo para los transportes de deshechos radioactivos, no hacen de este medio de producción eléctrica el más económico. Si en el pasado el argumento de la seguridad aún era postivo en el debate sobre su utilidad/riesgo, la balanza se ha invertido. Los argumentos de tipo ecologísta, que han sostenido durante los años el discurso antinuclear, ahora se ven beneficiados por la razón histórica. Algo que la sociedad no se veía como un riesgo mayor, puede en efecto convertirse en uno en muy poco tiempo.
Si estuvieramos al borde un accidente nuclear, finalmente la generación “No Future” tenía mucha razón en su miedo atómico. Si durante toda la guerra fría, sobre durate la crisis de los misiles en Cuba de 1961, no ha sido utilizada ninguna bomba nuclear desde Nagasaki y Hiroshima, al fin de cuentas el error humano más una serie de factores naturales en conjunto, han llevado al mundo frente al abismo nuclear, con un arsenal nuclear mundial, capaz de destruir múltiples veces la tierra, si explotaran a la vez. Habrá que creer que la cooperación de la comunidad internacional junto con los japoneses puedan evitar mayores tragedias, manteniendo refrigedaros los núcleos atómicos. A ver si a fuerza de errar, el hombre termina por aprender de sus errores, y en el intento no destruyamos nuestro único planeta y bíotopo habitable, convirtiéndolo en un desierto atómico.
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