La crisis política de Mali parece tomar un curso nuevo desde
hoy. Los militares accedieron a la
negociación a cambio de una amnistía para sus participantes. El martes 12 de
abril se ungió un presidente interino en la persona del presidente del parlamento
malí Diancounda Traore. El pacto alcanzado entre la junta militar, la Comisión Nacional para la Restauración de
la Democracia y el Estado (CNRDE) liderada por el capitán general Amadou Sanogo y
la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de Africa Occidental) que actualmente
es presidida por el presidente marfileño Allassane Ouattara. Tras la dimisión del ahora ex presidente
Amadou Toumani Touré el político cuasi unánime, la junta cedió y volvió a
instaurar formalmente la constitución en
el país.
Sin embargo este hecho no puede dejar de vista la
problemática del norte de Mali. Esta zona desértica de Timbuctú, donde prolifera
el contrabando de armas entre el Níger, Argelia y Mauritania. Es también la
zona geográfica que se ha escindido formalmente mediante la declaración
unilateral de la independencia del Estado de Azawad el 6 de abril, basándose en la carta magna de
las Naciones Unidas . No obstante no se han definido en cuanto a su territorio
reclamado. Tampoco han recibido reconocimiento alguno desde el extranjero. En
el terreno sin embargo han tomado ciudades como Gao, Kidal y Tombuctú. Estas ciudades
habían permanecido antes del golpe del 21 de marzo en la autoridad central de
Bamako, pero con el caos provocado cayeron en manos del Movimiento Nacional de
Liberación de Azawad (MNLA). Su administración de facto se escapa totalmente a
Bamako. El país realmente gobernado se reduce a la zona
alrededor del río Níger.
El gobierno interino de Diancounda Traore tendrá varios
objetivos prioritarios en su agenda. En primer
lugar organizar las elecciones presidenciales previstas constitucionalmente en
un plazo de cuarenta días. Luego es el de recuperar el control sobre su
territorio nacional. A primera vista este segundo objetivo tendría que parecer
posible, pero en Mali esto supone tomar medidas contra una realidad que es
patente y constituye hoy un status quo. Las zonas desérticas del norte de Mali
son y permanecen ingobernables. Los grupos armados que operan en los distritos
de Timbuctú, Gao y Kidal no sólo desconocen actualmente su pertenencia a Mali y sino que se han proclamado independentes recientemente. Esto querría decir que la nación
malí estaría fácticamente dividida, al menos que el nuevo gobierno logre su
propósito de recuperar estas zonas.
La crisis política de Mali demuestra una vez más el fracaso del modelo de estado implementado en las independencias políticas de las ex metrópolis europeas. Se trazaron fronteras en el Congreso de Berlín de 1885, que determinaron a su vez los estados independientes. Visto desde esta perspectiva los actuales desenlaces no sería más que la confirmación de una evidencia, de que en muchos casos las nacionalidades no son el reflejo del tejido de comunidades in situ, sino todo el contrario, que estas agrupaciones culturales traspasan las fronteras internacionales impuestas por las ex potencias coloniales.
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