jueves, 17 de marzo de 2011

La represión como último recurso en Libia y Bahrein o el dilema de la no-injerencia

Las mesas se han volteado. El ejército del coronel Ghadafi ha vuelta a recuperar la ventaja militar y ha reconquistado ciudades que habían caído en manos de los rebeldes, tales como Zawiyah o Ras Lanuf, mediante duros combates, donde emplea la aviación a la vez que fuerzas terrestres. Dichas ciudades resistieron largamente a la ofensiva de Ghadafi, pero una mayor disciplina y mejor armamento por parte del ejército libio terminaron por obtener victoria tras victoria sobre los rebeldes, en plena retirada. Los puertos petroleros de Brega y Ras Lanuf han vuelto en manos del régimen de Ghadafi, y la noche del 16 al 17 han tomado posesión de Adjabidja en cercanía inmediata con Benghazi. Misurata está aún resistiendo el asalto del ejército, pero el avance del ejército libio hacia la capital de la Cyrenaica sigue en curso. La televisión estatal ha emitido declaraciones de Saif El-Islam Al-Ghadafi, que prometía una vez más baños de sangre en la ciudad de Benghazi, bastión mismo de la rebelión y sede del Consejo Transitorio Libio, reconocido oficialmente por Francia como representante del pueblo libio.

El retroceso de los rebeldes en el terreno militar y la posibilidad de que Ghadafi avance hasta Benghazi y que le ponga sitio, abren la hipótesis, que ésta guerra civil en breves termine con una victoria aplastante para Ghadafi, quien habría logrado su cometido. Esto antepone que la comunidad internacional no intervenga en el conflicto, una condición que hasta nuevo orden es la vigente.Las fichas se están comenzando a mover en la Liga árabe, que ha propiuesto la creación de una zona de exclusión aérea en Libia. Ante una injerencia que se quiere necesaria y humanitaria, las posiciones están aún divididas entre los miembros de la Unión Europea, en pos de una posición en común hacía el conflicto. Entre estos 27 estados miembros, Italia, Malta y Grecia por su cercanía geográfica, tienen actualmente un inmenso peso de responsabilidad. Lo que comparten todos es la preocupación por las posiciónes de los rebeldes, que por la medida unilateral de Nicolas Sarkozy de reconocer el Consejo Transitiorio, están en la órbita de influencia occidental. Si ayudan materialmente a los rebeldes, los occidentales podrían caer en algún momento en directa confrontación con las fuerzas de Ghadafi, y esto sólo podría hacer escalar la situación general de violencia. Si se quedan con los brazos cruzados y con puras declaraciones de intenciones, en algún momento se podría considerar la capitulación de Benghazi a Ghadafi. El precedente del reconocimiento crearía una situación bastante incómoda para occidente.

Esta guerra civil que ha comenzado con una franca ventaja de los rebeldes al menos hasta llegar a Misurata, dió un giro inesperado, donde el coronel Ghadafi fue recuperando el control primero de la ciudad de Trípoli, luego de a poco de su hinterland, y por el lado del golfo de Sirta, los puertos petroleros. El avance rebelde que había conseguido el control de Misurata, y Ras Lanuf, se vió detenida, u por lo tanto dicha fue la máxima extensión de territorio rebelde. Desde entonces los rebeldes con mucho valor, pero escasas armas, se han visto impotentes frente al poder de destrucción del ejército libio, dispuesto a matar a conciudadanos rebeldes con sangre fría.

El coronel Ghadafi, quien en el pasado ha tenido relaciones muy perturbadas con occidente, luego del accidente de Lockerbie, y que hasta 2002 no normalizó sus relaciones diplomáticas con Londres, difícilmente volverá a tener esta suerte en una hipotética victoria sobre los rebeldes. La purga de los disidentes sería brutal. El castigo sobre Benghazi por su infidelidad sería ejemplar. También sería un duro golpe para la moral de tantísimos pueblos árabes en plena lucha, en Bahrein, Yémen, Marruecos, etc.

El reino de Bahrein ha sido testigo hoy de la entrada de soldados saudís en el archipiélago. La subida de la tensión entre los manifestantes en la Plaza de las Perlas en Mánama, y la imposición de nn toque de queda en todo ese sector de la capital bahreini de 4 pm a 4 am. El ejército disolvió anteayer un grupo de bahreinis en dicha plaza a partir de un verdadero operativo de desmantelamiento. La llegada de soldados saudís, en apoyo al monarca sunita. Al parecer todos los intentos de resolución pacífica se han agotado, quedando la represión pura y sumple como último recurso. Este acto, que en sí en nada es diferente al de Ghadafi, sin embargo no se interpreta de la misma, forma. En primer lugar la monarquóa bahreini es aliada de EE.UU., y además alberga una base y un puerto militar ee.uu. en su reino. Su posición estratégica frente a Trán, cambia el valor de la represión llevada a cabo, con la de Ghadafi, quien ni siquiera merece ya ser un interlocutor válido.

La Realpolitik de décadas de consenso ha chocado con una contradicción creciente. La relativa tolerancia de prácticas consideradas “autoritarias”, lo eran menos en sitios, donde el interés prima por encima de la ética. La organización de oposiciones más o menos organizadas en casi todos los países de Medio Oriente, abiertas con los preceedentes tunecinos y egipcios, se ha convertido en omnipresente, y en la misma medida también las medidas preventivas que todo régimen debe de tomar en épocas como esta. Icluso llega a la ayuda entre estados, como está ocurriendo entre Bahrein, Arabia Saúdita y los Emiratos Árabes Unidos, que antes de ver el mismo escenario en su propia capital, vienen en ayuda a una monarquóa vecina.

La línea que separa la no-injerencia en asuntos ajenos, y la intervención militar premeditada en otro país, abarca una serie de realidades pragmáticas varias. Es cierto que en una guerra civil las posiciones están muy demarcadas, y esto no siempre tiene que responder a criterios rationales. Sin embargo en el caso dado de Libia, el régimen de Muammar AL-Ghadafi ha llevado a un cierto consenso internaconal de rechazo ante su ofensiva interna. Su más leal aliado de renombre es ahora China popular, que no solo teme que en su país broten similiares gurpos de oposiciónl, sino que parece coincidir en muchos aspectos prácticos en la política. Si en algo pueden contribuir, es en vetar resoluciones que afectarían los intereses de su aliado. Esto probablemente está sucediento en la actualidad, y es una de las razones, por las cuales Ghadafi se ha podido mantener todo este tiempo de aislamiento internacional. Entonces cabe preguntarse, que entiende el gobierno chino de la no-injerencia. Si está guerra civil estuviese enteramente internacionalizada, los rebeldes ya habrían encontrado alguna potencia amiga para reabastecerse en los más necesario, pero por lo visto, este aliado le ha hecho falta, a diferencia de Ghadafi. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas reunido en la cuidad de Nueva York votará esta tarde una resolución acerca de la implementación de una zona de exclusión aérea sobre Libia. Aún en vías de redacción, queda por averiguar el contenido de dicha resolución, que la Liga árabe ha pedido explícitamente al Consejo de Seguridad.

Si nadie le vendiese armas a los diferentes grupos incolucrados, ya no habría conflicto, por falta de municiones. Como no es la realidad, las armas no han callado en el país africano en semanas. Una imposición efectica del embargo de armas al régimen de Ghadafi se hace muy necesaria, y un boicot a toda asistencia para conseguir sus fines. Cuando el lobby armamentístico es tan fuerte como para permitir situaciones tales, que la fuerza letal a disposición de un gobierno, lo hacen una amenaza regional, cabe preguntarse que lógica emplean estas personas, cuando hacen sus negocios. Ahora nada más queda la opción de armar a su vez al Consejo Transitorio, para que éste resista y posiblemente pueda revertir la situación, alimentando a su vez la máquina de muertes en ambos bandos. Mientras que esto no ocurra en cantidad suficiente, muy pronto esta guerra civil llegará a su fin, y Libia volverá a estar unida bajo el yugo de Ghadafi.

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