domingo, 27 de febrero de 2011

El progresivo declive del coronel Ghadafi o el cerco sobre Tripoli en plena consolidación

La revolucoión tunecina ha conseguido finalmente una etapa más de su lucha, la dimisión de Mohamed Gannouchi como primer ministro. El que fuera ministro durante la era Ben Ali, y que pretendió la sucesión en la presidencia ad interim, pero solo consiguió el puesto de primer ministro de transición, había permanecido pese a todas las presiones desde el 14 de diciembre, fecha de la salida de Ben Ali del país hasta el el 28 de febrero. En la primera configuración post-Ben Ali, el gabinete había sido caracterizado por una mayoría de ex-colaboradores del ex-presidente, lo cual llevó a Gannouchi a incluir más ministros de las diferentes formaciones políticas del país, anteriormente clandestinas. Pese a ello, él mismo nunca consideró renunciar al puesto de primer ministro al cual había sido nominado por el presidente ad interim Fuad Mebazza. Después de dos días de permanencia en frente de la residencia del primer ministro de una concentración de manifestantes, y un peligro de volver a una situación de violencia inminente a nivel nacional, Gannouchi accedió a renunciar de su puesto. En su lugar ha sido nominado por el presidente interino Beji Caid Esebsi, antiguo minstro de relaciones exteriores bajo la presidencia de Bourgiba. Una etapa más ha sido alcanzada en la revolución tunecina, pero que no deja aún satisfecha la voluntad de cambio, en una estructura política demasiado moldeada en las líneas del ex-presidente Ben Ali para una parte de la sociedad, aún inconforme.

También en Oman ahora ha salido una ola de resistencia, que surgió en la ciudad de Sohar y en la capital Mascate, donde hasta ahora no se había registrado mayores incidentes. La muerte de dos manifestantes en los enfrentamientos con las fuerzas del 0rden público, han iniciado la chispa para una continuación de dichas manifestaciones en el sultanato, en las puertas del estrecho de Ormuz, salida natural del golfo pérsico. El sultan Qabous ha iniciado de forma preventiva una alsa general de los sueldos, como una serie de concesiones políticas, con el objetivo evidente de no permitir que su reino caiga en una ola de insurgencia, ya observada desde Marruecos hasta Bahrain.

Los avances de los desarrollos en Libia son sin duda alguna los protagonistas, donde un régimen que se autodenomina revolucionario se ve asediado por una deserción que está ganando nuevas ciudades. Misurata, tercera ciudad en población ha caído en su turno a la oposición a Ghadafi. La constitución una convención unitaria de las ciudades "liberadas" se está formando en Benghazi en estos momentos. En Zawiyah, al sur de Tripoli, se dice que las fuerzas pro-Ghadafi han desertado la ciudad. El círculo alrededor de Tripoli se está estrechando con el paso de los días, mientras que las apariciones del líder autoproclamado de la revolución trata de reunir sus simpatizantes en Tripoli para dar una imagen de unidad y cohesión al exterior. Sus discursos dirigidos a condenar una intervención exterior. Según sus puntos de vista el pueblo sigue "amando a Ghadafi", y nada ha puesto en duda esta confianza. El hijo de Muammar, Saif Al Islam Ghadafi pronunció unas palabras a la prensa internacional, donde dice que los bombardeos sobre las ciudades no eran verdaderos, solamente se bombardearon los depósitos de armas de la insurgencia, en ningún caso la población civil. Se quiere dar la idea de que todo esto ha sido dirigido desde el exterior, y que la revolución (de 1969) no va a sucumbir a este intento.

En el exterior mientras que las condenas de embargo a la venta de armas ha sido impuesto y se está estudiando la intervención en el espacio aéreo libio, la OTAN ha negado toda intervención, si no es que está esté acompañada de un mandato de la ONU. De lo contrario, mientras que gran parte de la diplomacia libia ha desertado al coronel, y han declarado servir desde ahora al pueblo libio, Nicaragua es sin duda la nación más cercana a la línea de Ghadafi. Daniel Ortega, quien ha hecho declaraciones favorables a Ghadafi, y dice haber hablado con el coronel por vía telefónica. Su apoyo incondicional, como la acusación de una conspiración exterior contra el régimen, contrastan fuertemente con las reacciones diplomáticas de otros países tanto de occidente como del tercer mundo, que no han dudado en poner en tela de juicio el régimen. Venezuela a su vez no ha declarado abiertamente su apoyo al régimen, pero si ha condenado toda injerencia occidental en Libia.

El nuevo orden que se viene desdibujando está dejando en evidencia un país, que fuera de toda consideración política de no-injerencia, es una dictadura. Si se puede definir este término, no siempre empleado de forma correcta, se puede coincidir que se trata de un régimen autoritario, donde en ausencia de un estado de derecho, toda libertad de expresión o de organización política son prohibidas, coartadas, o excluidas. Es un estado donde no hay expresión de oposición alguna, y si la hay esta no tiene la posibilidad de exprimirse de forma legal. Esto se aplica con toda evidencia a Libia, donde no hay organización política formal autorizada, y con un aparato de estado tan estricto, que se crea una red clientelista, como única vía de supervivencia. Si este régimen ha estado en vigor todos estos años, es en parte por la política ambigua de occidente, que por conseguir petróleo barato, y por la necesidad de controlar los flujos migratorios mediterráneos, se vió en una convivencia tácita con Ghadafi, en particular Europa del sur, la Italia de Berlusconi siendo su principal valedor en la Unión Europea. Este último ha tenido que distanciarse también de Tripoli, más por mantener una apariencia en la arena política, pero no esconde una voluntad de dilatar en la medida de lo posible toda acción en contra del régimen. Es cierto que la propuesta de la diplomacia estadounidense o occidental de cofinanciar estas oposiciones pueden levantar la sospecha de que se trataría de una injerencia exterior. El nacimiento de estos movimientos con toda seguridad salen desde la misma sociedad, y no son actores externos. El discernir los actores externos en la opacidad de los eventos no es cosa fácil, pero con un poco de coherencia, se puede llegar a un grado de diferenciación útil.

Ghadafi se aferra a una realidad que está desvaneciéndose. Su séquito que aún le sigue fiel es el núcleo más duro, que a estas alturas se resume en Tripoli. El cerco que se estrecha con el paso de los días sobre la capital solo hará recrudecerse la lucha por la supervivencia del régimen de Ghadafi en un territorio cada vez más reducido, de ciudades, como de barrios de Tripoli. Al menos que un cambio de situación devuelva la ventaja a Ghadafi, éste está con toda evidencia en retirada en su propio país. Antes o después vendrá un asalto final, donde su legado llegará a un fin, al menos que el coronel decida en contra de lo declarado de morir como "martir", irse a un exilio incierto en un país tercero dispuesto a acogerlo. Lo más constatable es que sus días en el poder están contados.

1 comentario:

mooooonikkkkkk dijo...

hola Axel muy bien rescatado el conflicto, lo lei muy rapido , prometo hacerlo mas ddeyenidamente.