El fin de la era Uribe o el legado funesto que asume el presidente Santos

La era Uribe tiene sus días contados. A partir de hoy su gabinete ha renunciado en favor del gobierno entrante de Juan Manuel Santos, quien asumirá la presidencia el 7 de agosto. Este cambio de mando después de ocho años de permanencia cierran una etapa, donde Colombia padece de un bipolarismo entre la apariencia de crecimiento económico y una cierta paz política. A su vez el legado de juicios pendientes a Álvaro Uribe dejan entrever un posible desenlace fatal para el pronto ex-mandatario, quien podría tener que responder a la justicia por asuntos sin resolver en el pasado. El mismo presidente entrante Santos también tiene una causa abierta en su contra en Ecuador, por ser el ministro de Uribe en marzo 2008 responsable de la Operación Fenix contra el campamento de Raúl Reyes en zona fronteriza de Ecuador con Colombia. Entre esto y otros asuntos de menor resonancia marcan el paso de era en una Colombia metida en una espiral de violencia aparentemente inparable.

Alvaro Uribe Vélez abandona la presidencia con las ganas de haberse sacado de perdida un tercer mandato. Nada de eso le permitió el tribunal supremo de la nación. Después del segundo, que según se esta investigando, fue adquirido mediante soborno, el sueño de perpetuarse en el poder ha resultado infructuoso. Es de sumo interés ver como en el dueto presidencial saliente esta el presidente Uribe y el vicepresidente Francisco Santos. Ahora entra Jose Manuel Santos como presidente y como vice-presidente Angelino Garzón. El clan Santos acaba de dar un salto cualitativo, solamente asimilable al que hizo el clan Uribe al pasar de gobernar Antioquía directo a la presidencia de la República.

Uribe deja un historial largo de pendientes para Santos. 1.La política de Seguridad Democrática que fue su emblema de campaña, resultó ser un fracaso político inducido o no. 2. Su errática política con la FARC de mediar, volver a atacar, volver a negociar, han dejado atrás un clima de desconfianza tan agudo en la misma sociedad colombiana, al grado nunca antes visto. 3. Su política militar de intervención antes de negociación le llevó a empeñarse con la liberación de Ingrid Betancourt. Esta colombo-francesa secuestrada desde 2002 por la FARC era el punto en común con otro presidente en apuros, Nicolas Sarkozy, con lo cual ambos se quitaron un problema de encima con su liberación. Los resultados posteriores no son otros que Betancourt fue a demandar al mismo estado que la salvo por una suma extrapoladísima, y Santos ya tiene una causa penal internacional en su contra por intervenir de forma extraterritorial en Ecuador. 4. Los falsos positivos constituyen una fuente inagotable de causas futuras contra el estado colombiano. Esta práctica llevada a cabo bajo el ministro de defensa Santos de presentar a la población civil muerta de forma colateral o voluntaria, como caídos durante el enfrentamiento con la FARC. Siendo demostrado a posteriori, que muchos de ellos eran civiles,y posiblemente nunca se hubiesen sido apto para la guerra. 5. Como broche de corona, Uribe se buscó el último problema al acusar unilateralmente a Chávez de albergar y apoyar a miembros de la ELN y de la FARC en territorio fronterizo de Zulia. Esto en consecuencia llevó a Chávez a romper relaciones con Colombia. Ante la no resolución a priori de este asunto solo se sabe que el legado diplomático que deja Uribe a Santos no es exactamente más claro. En conclusión con una idea muy interesante por parte de la prensa colombiana, el caso de Uribe se presenta como el juicio de la historia. Uribe sufrirá mucho más que lo que pudo pasarlo a cualquier ex-mandatario, como Chirac o en un futuro hipotético Berlusconi; cuando evadir la justicia se convierte en una finalidad en si misma.


Cuando Obama asumió el poder en 2008, la hipótesis de un posible rompimiento del orden de Bush en América Latina iba a ser inamovible. Hasta ahora es cierto que el TLC no ha sido aprobado por el Congreso de EE.UU., aunque esto se deba a la nueva configuración de democrátas en el gobierno pero en minoría en ambas cámaras, controladas por republicanos, empeñados en hacerle toda reforma un dolor de cabeza. Por eso es que si bien la continuidad del Plan Colombia y de la Seguridad Democrática no ha sido tocada hasta ahora. El nuevo ministro de defensa designado Rodrigo Rivera Salazar, miembro del Partido de la U, seguramente no se desenmascaría tampoco, pese a todas las acusaciones de violaciones de los derechos humanos en Colombia. Pues el mismo informe de la Comisión de Derechos Humanos en Colombia, en su último informe de 2009, indicaba que tanto los paramilitares, el ejército, como la guerrilla misma, son los causantes de los estragos que padece el país hace más de cuatro décadas.

Ante la expectativa de tener un nuevo interlocutor a nivel internacional es de esperar que los primeros cien días sean de novedades por el nuevo estilo de gobernar, aunque sabemos que Santos ya es perro viejo en el asunto y más probablemente sorprenderán sus nuevos colaboradores oficiales tanto como extraoficiales. Muchas dudas se plantean en cuanto a la voluntad aparente que expresó el vice presidente electo Garzón acerca de la supuesta voluntad del gobierno de Colombia de dialogar con la FARC a pedido del mismo dirigente máximo de la guerrilla, Alonso Cano. Parece que Garzón será el portavoz de lo más controvertido, cuando Santos no pueda o quiera dar la cara


Santos quería la presidencia y la consiguió, después de que la fiesta haya acabado, que los invitados se hayan retirado, vendrá la resaca, que hacer para gobernar semejante país, del cual acaba de heredar el gobierno. Se cierra un capítulo de la historia colombiana, y se abre uno nuevo.