lunes, 8 de agosto de 2011

El Consejo Nacional Transitorio ante el fracaso militar o Siria en la mira de los medios occidentales

Los diarios occidentales tienen en la actualidad a Siria como un caso muy caliente. Casi todos los días salen reportes de decenas de muertos, de tantos otros heridos, por el ejército sirio, e indirectamente por el "clan Al-Assad". Otro frente al menos tan sangriento puede ser en México, Guatemala o El Salvador, donde grupos armados, y visiblemente mejor equipados que las fuerzas del orden, ponen en jaque toda la política de seguridad de EE.UU. en Centroamérica y México.

¿Cual es la diferencia en la actuación del gobierno de Bashar Al-Assad y la de Álvaro Colom de Guatemala? Los dos tienen un enemigo fuera de la ley, que además de armado, es al menos tan fuerte como para poner en riesgo el estado de derecho imperante en el país, y en parte puede obligar a decretar estado de excepción. La diferencia, es que a Colom lo pondrá la prensa, como el que lucha contra el narcotráfico y las bandas armadas, causando muertes directas e indirectas. Bashar Al-Assad en cambio "reprime" al pueblo, mientras que trata de neutralizar a bandas armadas, que se dicen "pacíficas", financiadas por la Mossad, la CIA, u otras agencias internacionales, con la finalidad de desestabilizar el país, y después mostrarlo del dedo, por su uso de fuerza "desproporcionado".

La "primavera árabe" que ha venido a trastocar todo el panorama político de Medio y Próximo Oriente, se ha convertido en una finalidad en sí misma, pues justifica con la mera mención de la antigüedad de un régimen, y la existencia de una oposición en la calle, la intervención de los "gendarmes del mundo", que saben mejor que nadie quien és, y quien no és considerado democrático. Es curioso como algunas monarquías como en Arabia Saodita, o en Bahrain, no reciben crítica alguna, aunque en realidad no hacen otra cosa que permanecer en el poder, en pate con la ayuda pasiva de una secretaria de estado de EE.UU., que sabe pesar sus palabras cuando hace falta, y no duda en críticar incluso en asuntos internos de estados, donde con toda evidencia, hay un interés en cambiar sus estructuras de poder.

No hace falta mencionar el carácter fracasado del Consejo Nacional de Transición (CNT), de Libia, que aún con todo el reconocimiento internacional, no ha sabido capitalizar en cinco, casi seis meses una victoria contundente contra el coronel Ghadafi. Es más, ha perdido a su comandante más experto en el campo de batalla, Abdul Fatah Yunis en circunstancias excepcionales. La retirada progresiva primero del portaviones francés Charles de Gaulle, después de varios meses de apoyo, y la creciente dificultad de los países involucrados de pagar los costos de guerra, como también la no-inclusión de nuevos países de la OTAN para apoyar a la insurgencia, ponen en crecientes problemas al autonombrado Consejo Nacional de Transición.

En Siria parece que no habrá intervención hasta nuevo orden, en parte por que Rusia y China no están de la misma opinión que EE.UU. y Francia, sino que además la OTAN no contempla abrir un nuevo frente en Siria, cuando no ha cerrado el de Libia. En todo caso el ataque de los medios contra el presidente Al-Assad, es implacable desde las agencias informativas occidentales. Lo que en un principio puede ser el intento de controlar a grupos armados por agentes extranjeros, que atentan a la soberanía siria, el combatirlos resulta ser un golpe contra fuerzas "pacifistas y desarmadas" que además representan a priori el pueblo sirio.

Hay escenarios donde por razones evidentes los EE.UU. son proclives a una intervención armada, sobre todo cuando se trata de potenciales terroristas, o incluso terroristas declarados. Ahí entra que la vida humana, como el daño colateral son secundarios, dixit, en el caso que el CNT pierde a combatientes, por fuego amigo propiciado por sus propios compañeros de armas, o de los bombardeos de la OTAN, las muertes son tan deplorables, pero justificadas. Cuando sus propios agentes son víctimas de la fuerza de un estado soberano tercero, entonces si indudablemente se trata de un tirano y de un dictador. La doble moral sigue imperando sin fisuras algunas en el mundo, en la medida que aún los medios están dominados por la opinión parcial de quien juzga y perdona, a los que le sirven, pero aplica el ostracismo a sus enemigos declarados.

La guerra en Libia, iniciada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y acompañada por David Cameron, comenzó de una forma, donde al parecer la caída del líder revolucionario Muammar Ghadafi era una cuestión de tiempo. Cinco meses no han sido suficientes para derrocar a Ghadafi. En el frente de Siria tampoco parece haber mucho progreso, cuando la comunidad internacional parece preparar un ataque a uno de los bastiones más fuertes en su contra, el dichoso eje, Teheran-Damasco-Gaza. Si además se le agrega el Hezbollah en Líbano, que es el socio fuerte del actual gobierno de Najib Mikati, la influencia occidental que hubo durante el tiempo de Mubarak, Ben Ali y Saad Hariri es ya casi pasado.

Si Goebbels tenía razón en sus postulados, tan sólo con el frente mediático, se podría vencer a cualquier enemigo, con una descalificación premeditada. Este método lo aísla hasta de sus mayores socios, que por temor a represarias, se distancian de su aliado. Ante el fracaso evidente de esta táctica en Libia, que se está conviertiendo en una guerra de desgaste, al menos en Siria prima por ahora la prudencia entre los occidentales. Por lo mismo habrá que ver el devenir de la intervención en Libia, la cual promete alargarse aún por algún tiempo más.

1 comentario:

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Eliana Villarreal