martes, 13 de julio de 2010

La salida de 7 disidentes cubanos hacia España o la "apertura" del régimen cubano hacía la comunidad internacional

Una nueva etapa ha iniciado en Cuba, según palabras del ministro de relaciones exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos. En efecto llegaron ayer a Madrid los primeros 7 excarcelados cubanos, Ricardo González Alfonso, Léster González, Omar Ruiz, Antonio Villarreal, Julio César Gálvez, José Luis García Paneque y Pablo Pacheco, fruto de este acuerdo entre la Iglesia Católica cubana, el ministerio de relaciones exteriores de España y el gobierno cubano. En total se han indultado a 52 presos políticos, de los cuales. Estos son los primeros que han aceptado el exilio de la isla a España, donde se les prometió una regularización inmediata dentro del reino peninsular. Los demás no han podido salir por la simple y llana razón que estos traslados se están produciendo en líneas comerciales contratadas por el gobierno español, y no hay la capacidad suficiente para sacar a tanta gente, puesto que estos salen con todos sus bienes, y sus familias, con lo que en esta primera vuelta ya son treinta personas que fueron recibidas en España.

Miguel Ángel Moratinos ha sostenido que esta apertura ha sido la prueba irrefutable de la necesidad de flexibilizar la posición en común de la Unión Europea (UE) hacia Cuba. Esta posición que ha congelado una ayuda y colaboración a nivel institucional a nivel comunitario y en cuanto a la política exterior de la UE desde sus programas y acuerdos comerciales hasta entonces existentes. El gobierno de Zapatero, quien reiteradas veces ha sostenidos esta necesidad, no ha podido llevarla a cabo por la retinencia de diferentes sectores tanto en España misma, o como en países como la República Checa y el Reino Unido. Ahora en plena presidencia rotativa belga ausente en cuanto a gobierno, difícilmente podría salir ahora mismo una respuesta de la naturaleza que fuese, hasta que no se forme un gobierno realexistente en Bélgica.

Las reacciones en el ámbito internacional no se dieron esperar. EE.UU. ha felicitado tanto a la Iglesia de Cuba como al gobierno español del éxito de la operación, insistiendo ante todo la necesidad de liberar a TODOS los presos, para poder porfin hablar de un régimen aceptable. Además ha insistido en la libertad de movimiento y tránsito a toda persona independientemente de su origen o nacionalidad, según como consta en la declaración de los Derechos Humanos (DD.HH.) de la Naciones Unidas de 1948. No obstante hace afán de una grave falta de autocrítica, al no mencionar que no solo ellos también tienen lagunas en los susodichos DD.HH., con solo mencionar Guantánamo, Abu Ghraib, la ley patriótica o incluso la antiterrorista y por que no el embargo sobre la isla, sostenido ininterrumpidamente desde más de cuatro décadas.

En un futuro próximo muchas más familias de disidentes se irán trasladando a España a raíz de este acuerdo celebrado, por lo que es de suponer que llegará un momento en que el mero hecho de estar lejanamente relacionado con tal o cual disidente, es un boleto para España y Europa. ¿Acaso se puede estar seguro que todos ellos han sido efectivamente "víctimas" de la terrible dictadura de los Castros en la isla? Esto puede convertirse entonces en una rendija extralegal para salir del país por vía preferente y con papeles garantizados en el otro lado.

La decisión de Raúl Castro a acceder a tal acuerdo,según se especula en medios contrarios al régimen, se basa en una urgente necesidad de los fondos prometidos por la reapertura de los canales diplomáticos con la UE. Todo lo contrario, se trataría de una flexibilización de la política de estado de no ceder a las presiones mediante la huelga de hambre. La muerte del disidente Zapata Tamayo, además de la prolongada huelga de Fariñas, ha puesto en duda la continuidad de dicha línea, no ahora por razones políticas, sino llanamente humanitarias. La insistencia de Guillermo Faríñas Hernández en su huelga y su deterioro de su estado de salud terminó por hacer torcer al gobierno cubano a las peticiones de los disidentes de la primavera negra de 2003, cuando 75 personas fueron arrestadas por estar implicadas en un intento de derrocamiento de la revolución cubana. Entre ellos hubo gente de todos los estratos, hasta los más elevados en el gobierno o ejército.

Si Raúl Castro accedió al indulto de estas personas, es ante todo una concesión cubana, pues todo país con gobierno constitucional necesariamente aplastaría un intento de derrocamiento, a su vez que los alzados se tienen que ver enfrentados a la mera posibilidad de ser encarcelados por delitos contra la constitución, desde una óptica meramente lógica y admitida en el mundo entero. Lo mismo aplica en EE.UU. aunque ahí hay que matizar la escasa aplicación práctica de las clausulas de su constitución vigente. Si esa misma admite la pena de muerte a menores de edad como también la tortura en sus instalaciones militares, no veo en el mejor de los casos, la altura moral de EE.UU. en exigir la liberación total de todos los presos políticos. En Europa en cambio se trata de totalmente otro panorama. Ahí el doble rasero existe en cuanto a la dicotomía comunitario/extracomunitario. El que por alguna razón se encontrase en la zona gris de la puerta de entrada del imperio, que hoy en día suelen ser las antesalas de los aeropuertos internacionales, como Madrid-Barajas, Paris-Charles-de-Gaule, o Frankfurt, ahí seguramente no rigen ni los DD.HH. ni ninguna convención de las Naciones Unidas, sino un mero criterio migratorio, que cada vez más levanta ampollas a cuanto gobierno latinoamericano que ve como sus conciudadanos no pueden entrar en Europa. Mientras ellos si tiene abiertas las puertas a todo europeo, pues él que trae divisa difícilmente se le va a pedir un visado de entrada como país tercermundísta. Además el mantener confinados a menores de edad detenidos en el intento de llegar a Europa en centros de retención choca con todo ideal de DD.HH. Ni hablar que después de los atentados de Londres o Madrid las leyes de detención preventiva son una generalidad en toda la Unión Europea. Estas aseveraciones pueden para algunos sonar a un reduccionismo, pues lo es, pero de forma biltaral.

Mientras que no se trate a Cuba de igual a igual, en un ámbito internacional, y que parezca que la inocente Iglesia hace sus buenas labores de mediación con un vil dictador, nunca saldremos de dichos términos. Primeramente habría que si no levantar, al menos flexibilizar el embargo económico sobre Cuba y la posición común de la Unión Europea, y normalizar las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, y por que no entre Bruselas y La Habana, para entonces si poner en la mesa todas las diferencias que puedan surgir. Antes de esto, estamos hablando de un diálogo de sordos.

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