martes, 27 de mayo de 2008

Colombia: Un país sumido entre las FARC y la parapolítica

La parapolítica como muchos otras falacias políticas de la actualidad siguen igual de vigentes que antes. En tiempos pasados lo era el comunismo. El objetivo sigue siendo el mismo en su esencia. La legitimización de la violencia con un fin imaginario nunca realizable, porque ese es la fabulosa característica de la criminalización de los opositores. El sentimiento de inseguridad una vez instaurado puede ser tan prolongable como lo es un estado de excepción. En la década de los setenta en América Latina reinaba la polarización absoluta entre regímenes de derecha de dudosa legitimidad y de movimientos radicales de liberación nacional, que recurrían a la violencia armada como instrumento para lograr sus objetivos. Instancias de negociación eran absolutamente inpensables, considerando el interlocutor en cuestión eran unos militares con poca ética y el monopolio de la fuerza institucional.

El Plan Condor necesariamente tenía que llegar a un fin, logrando una vuelta a democracias y a gobiernos civiles como mínimo. Los movimientos armados sin embargo no han desaparecido aún. Es el caso de Colombia, donde los movimientos armados se han mantenido hasta la actualidad. Aquí el enfrentamiento no ha cesado nunca. Lo que ha variado es la forma que el gobierno de turno manejaba la situación en su momento. El gobierno de Andrés Pastrana, antecesor del actual presidente Uribe, mantuvo siempre la instancia de diálogo abierta, y llegó a hacer reuniones con el negociador de la FARC, el difunto Raúl Reyes. Uribe en cambio ha llegado con la firme intención de elimianr las FARC del mapa obviando toda negociación, obstaculizándola cuando se vió necesitado de hacer concesiones a su política de seguridad democrática. Nunca con la voluntad de cooperar en llegar a un acuerdo real con el grupo guerrillero. Es de mencionar que en el mapa colombiano hay otras más, entre las cuales no solo las de tendencia marxísta, sino de extrema derecha también. Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), las cuales a diferencia de las FARC recibieron un trato preferencial, al obtener una amnestía en caso de querer confesar los hechos y renunciar a la violencia. Esto es solamente una cortina de humo, pues nunca se reintegran del todo, además que algunos ni siquiera vienen con la intención de ello, sino a limpiarse las manos. El hacer esas dos medidas a vez es bastante contradictorio, si no hipócrita. Los lazos de la supuesta parapolítica hacía opositores como ahora se está haciendo, ya no solo entre los colombianos, sino entre venezolanos y ecuatorianos.Esto rebaza toda legalidad, pues termina siendo un acto extraterritorial, una vez más violando la soberanía de sus vecinos, como de hecho lo llevan haciendo bastante tiempo, sin recibir la condena que se merecen por el poco respeto que demuestra el ejército encabezado por el ministro de defensa Santos hacia las poblaciones indígenas.

Las FARC por su lado llevan manteniendo una política de toma de rehenes que nada ni nadie puede justificar. La lucha por una nueva Colombia comienza ante nada por el respeto mismo de tus compatriotas, no haciendo más daño a la sociedad civil. Si el objetivo de las FARC era el de cambiar a raíz la realidad neogranadina, están perdiendo el rumbo. El grupo ha sufrido muchas bajas ultimamente. Primero la muerte de Raúl Reyes, número dos, persona de contacto a nivel internacional. Ahora muere el líder histórico, fundador del movimiento, Marulanda. La renovación interna necesariamente conllevará a un cambio de estrategia, al estar ahora en su frente Alonso Cano, ideólogo del grupo. Por su parte el gobierno colombiano ha dado señas de voluntad de diálogo, siempre según sus criterios, y nunca dejando de lado la amenaza del uso de la fuerza contra ellos.

Estando comprobado el vínculo entre Uribe y la parapolítica, en su tiempo de gobernador de Antioquia y de su cercanía a Pablo Escobar el devuelve el mismo argumento contra quienes abogan por una solución humanitaria y contraria al uso de la fuerza. El acuerdo humanitario facilitó la liberación de Clara Rojas, ex candidata a Vicepresidente, junto a Ingrid Betancourt, bajo la mediación de Hugo Chávez y de Piedad Córdoba, senadora del Polo Democrático. En ese entonces la estructura misma de las FARC era muy distinta, pues ahora sin Raúl Reyes ni Marulanda, no se puede saber cual será la futura dinámica.

En realidad no hay problema que no se pueda resolver, si solo las dos partes ceden algo para entonces encontrar una base en común de donde partir. Si hay guerrila en Colombia, será porque realmente hay un problema, que requiere ser resuelto lo antes posible. Hay millones de campesinos empobrecidos, en una situación poco esperanzadora, y a la vez el tan lucrativo comercio de cocaína, el cual en muchos casos es la única salida a la misería absoluta. La criminalización de la hoja de coca ha conlevado a un nivel de tensión insoportable. Un producto de uso milenario, de un día para otro se vuelve ilegal y propenso a ser erradicado mediante fumigaciones tóxicas, las cuales dejan el suelo lavado e inútil para cualquier cultivo. Siendo ante todo la política por excelencia promivida por la DEA, indirectamente promivido por los fabricantes estadounidenses de estas sustancias, que en EE.UU mismo serían sacadas de cualquier mercado por su alto nivel de toxicidad y su comprobada relación con la contaminación del suelo afectado.

El mensaje del gobierno de Uribe sin embargo siempre busca relacionar a todo aquel que esté avanzando en la resolución de la crisis, con la FARC. Todos se han vinculado en algún momento con la FARC; otra cosa es colaborar con ellos. Al grado que una computadora mágica es capaz de poner en la cárcel hasta a presidentes por presuntamente financiar el grupo, partiendo de documentos tan ambigüos como falsificables. Ahora en Ecuador es justamente a Uribe que se quiere mandar a la cárcel por la masacre del campamente de las FARC en territorio colombiano.

La solución, si es que la hay a corto plazo, es un reconciliación de la sociedad colombiana. Se requiere que la FARC revise su actuación y libere a los rehenes. El mantener en cautiverio a una persona por más de 10 años sencillamente es inaceptable. Por parte del gobierno tiene que haber una real voluntad de negociación de igual a igual y sin condiciones previas ni amenazas preventivas. Ante todo las armas tienen que callar inmediatamente en ambas partes. Quizás habrá que esperar que Uribe no logre postularse a un tercer mandato presidencial, y con una renovación del gobierno colombiano, la paz sea posible en la conflictiva Colombia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo creo que esta todavia bastante confuso todo el tema, no se se huele que esto sigue....Hace 2 dias que no leo las noticias.

suz dijo...

se le ruega señor axel se presente en el aula liberada por ej. domingo a desde las 17 en adelante que hay asamblea, para que recoja sus laberintos. Stop. Las viejas pellejas trasnochan pero a veces estan exhaustas. stop. besos.stop. susana