domingo, 1 de mayo de 2011

Bashar Al-Assad frente a la contestación social o Siria convertida en laboratorio de injerencia internacional

Este domingo se ha convocado en todo Siria un día de manifestaciones a nivel nacional. Ciudades como Damasco, Homs o Lataquia han sido en las semanas pasadas el escenario de brotes de violencia callejera oponiendo el ejército sirio a manifestantes opositores. Este movmiento contestatario ha ganado un creciente protanogismo desde el inicio de la nueva era en el mundo árabe en diciembre 2010. El régimen de Bashar Al-Assad considerado en el pasado como sólido y estable, parece sufrir un serio deterioro interno. Mientras que una impresión de paz interna fue la constante, salvo algunas excepciones, ésta misma se está lentamente desvaneciendo, dando paso a una poliarización de la sociedad civil.

Siria es oficialmente una república, pero otra realidad da fe de una monarquía republicana, liderada por el partido Baath. Este partido que se define de línea del socialismo árabe, cercano al nasserismo, controla gran parte de la vida política de la república. Desde su existencia, sólo ha conocido a dos presidentes, Hafez Al-Assad de 1958 a 2000, y de su hijo Bashar Al-Assad actualmente en el poder. El carácter personalista del régimen por ende es bastante evidente. Desde 1963 hasta 2011 estuvo en vigor la ley de excepción, condicionando de forma permanente toda la vida política y social. La derrogación de dicha ley en el mes pasado fue interpretada como una apertura radical del régimen, fuertemente criticado en ciertos ámbitos internacionales. En su lugar se decretó una ley transitoria para regular las manifestaciones no autorizadas. La previa autorización para cualquier manifestación pública, siendo requisito para su celebración.

En la ciudad fronteriza de Dera´a en el sur del país, que colinda con Jordania, ha sido el foco de violencia más fuerte desde las semanas pasadas. Una resistencia se organizó alrededor de dicha ciudad, e incluso ha ganado bastiones más al note, en Alepo, Homs por ejemplo. El ejército sirio ha tomado posiciones alrededor de Dera´a hasta asediarla. Los combates que persiguen en este enclave insurrecionalista son hasta la fecha origen de grandes reprobaciones en muchas chancillerías tanto europeas como estadounidenses. Cabe hacerse una serie de reflexiones acerca de la naturaleza de esta oposición, como también las implicaciones extranjeras en esta organización. El reino hachemita de Jordania, fronterizo al sur de Siria, es quizás el aliado más fiel que le queda al Reino Unido en la región. Es de presumir que podrían existir redes de influencia indirecta de los británicos, que intervienen logísticamente y financieramente en la oposición de Dera´a.

En términos generales se puede constatar un fuerte deterioro de la situación general del país. La intervención del ejército en la calle y la persistencia del movimiento opositor han posibilitado una puesta en duda de la legitimidad del régimen, al menos por parte de la prensa europea y estadounidense. En cierta prensa latinoamericana como de países de tipo progresísta, al contrario se ha demostrado una cierta neutralidad frente a los hechos, sin por ello omitir las violencias perpetuadas. Lo cierto es que ambos bandos se basan en declaraciones de ciudadanos sirios, que en toda evidencia se dividen en este tema, si apoyar o despotricar sobre el presidente Al-Bashar.

El régimen sirio ha recibido duras críticas por parte de Francia, EE.UU. y el Reino Unido. El presidente Barack Obama ha amenazado con consultar el Consejo de Seguridad, por violaciones de derechos humanos en Siria. Francia, antigua administradora bajo el mandato de la Sociedad de Naciones, y el Reino Unido también ha hecho frente común en denunciar el régimen en los canales diplomáticos y de prensa. Al grado llega, que Londres decidió anular la invitación al embajador sirio a la ceremonia de la boda real, en reacción a la política reciente del presidente Al-Bashar.

Después de la dimisión del primer ministro, y la formación de uno nuevo, y la derrogación de la ley de excepción, las demandas sociales al parecer no han acabado. En un afán por recuperar una credibilidad en sectores opositores, se ha querido dar una nueva imagen del poder sirio mediante el llamamiento de una reorientación política actualizada a los problemas del país. Lejos de convencer a todos, aún persisten algunos grupos de oposición, que se ven enfrentados por las fuerzas del orden periódicamente.

Para entender la complejidad de la situación actual, hay que considerar que el factor del agente exterior existe, y posiblement sea determinante para la pervivencia de estos grupos opositores. De ahí a que las demandas hechas por los contestatarios pueden ser perfectamente válidas y productivas para el devenir del pueblo sirio es algo indiscutible. Otra cosa sería ver en estos grupos una “oposición a control remoto”, que en tiempos conflictivos, sirve los propósitos desestabilizadores de países como Francia o el Reino Unido, empeñados en redefinir la carta de Medio y Próximo Oriente mediante una nueva Realpolitik marcadamente intervencionista.

Sin caer en extremos del legitimismo apriorista de la oposición o de justificaciones circunstanciales de tipo oficialista, es necesario discenir lo que es de carácter popular, y lo que no lo es. En todo caso el régimen Al-Bashar puede ser tan legítimo, como puede ser personalista. La situación geográfica del país, que también es fronterizo con Iraq, y receptor de gran parte de la diáspora iraquí en exilio, ha importado un potencial de descontento social y de agentes sociales potenciales. De la misma forma que en la guerra civil los palestinos lo fueron en el Líbano, que acogió a una importante parte de los refugiados de la Nakba de 1948 y de conflictos posteriores, y que fueron actor de primer orden en los desarrollos de la guerra civil subsequente desde 1975 a 1990.

En tiempos de fuertes aires injerencionistas en la región del Medio Oriente, ningún país ha estado excento de movimientos algunos, sin que por ello se vieran implicada su seguridad interna necesariamente. Siria podría ser en estos momentos un laboratorio de movimientos sociales, que tienda a abrir la situación para una intervención futura con justificación hecha sobre medida, legitimada de forma totalmente circunstancial.

Estando aún lejos de escenarios tan radicalizados, cabe creer que en algún momento en vez de retrocalimentar la violencia en el país, se abra la posibilidad de una redefinición política, mediante una nueva estructura político-social que sea adecuada a las demandas que aquejan el país, y que garantizen la soberanía efectiva de la nación. En una posición de doble presión, exterior e interior, Bashar Al-Assad deberá demostrar sus capacidades de estadísta, y en efecto responder a su pueblo, que en el caso de desvincularse del Baath y del presidente Al-Bashar, con o sin ayuda del extranjero, recuperará el poder, tal como fue el caso en Túnez o Egipto.

No hay comentarios: