miércoles, 19 de enero de 2011

La formación del gobierno de "exclusión nacional" o el intento del RCD de mantener su hegemonía

En Túnez la crisis política se perpetúa, mientras que en el interior como en el exterior se producen sucesos tan importantes como significativos para este país que vivió bajo 23 años bajo el dominio del partido de Zine El Abedine Ben Ali. Recapitulemos ante todo algunos hechos de los primeros días.

Cuando el 17 de diciembre la inmolación de Bouazizi produjo el comienzo del fin de un régimen, que había perdido todo apoyo real de la calle y se mantenía por la mera fuerza del orden, el primer ministro de la última formación Mohamed Gannouchi fue nombrado antes de la salida de Ben Ali a Arabia Saodita presidente interino. Sin embargo la constitución en vigor no le daba fe a ese acto, pues el presidente nombrado ad interim fue el presidente del parlamento Fouad Mebazaa. Sin embargo pese al descontento de la población, Mebazaa nombra a Gannouchi a formar un gobierno provisional el 17 de enero. Este nombramiento en cuanto sale a la luz enfurece de nuevo a la población en general, que ve en ello una mera continuación del antiguo régimen. Pese a todo el "gobierno de unión nacional" comprende a tres miembros de la oposición en puestos de segundo rango, como la salud, o la educación. En los puestos del primer ministro, que permanece en la persona de Ganouchi, tanto como el ministro de interior Ahmed Kriaâ, de relaciones exteriores Kamel Morjane y de economía Ridha Chalgoum. Al cabo de un día de conformarse, los tres miembros de la UGTT ( Union Générale des Travailleurs Tunisiens) habían dimitido en protesta de la continuidad de los puestos clave.

Mebazaa y Ganouchi formalemente retiraron su afiliación al RCD (Rassemblement Constitutionnel Démocratique), partido único durante la era Ben Ali. De hecho no solo el RCD fue excluido de la Internacional Socialista formalmente, un acto al que muchas voces en su interior clamaban anteriormente. La desafiliación de estos dos políticos dificilmente hará olvidar al pueblo tunecino los años de mal gobierno que sufrieron durante el antiguo régimen. La oposición en el exilio vuelve de a poco, como por ejemplo Moncef Mazourik de la Liga de los Derechos Humanos, formación ilegalisada hasta ahora. La formación islámica aún ilegalisada de Enhadah, que como otros muchos grupos permanecen en el exilio. Por más que quieran lavarse las manos, la represión contra la población que se quiere contra la presencia en puestos claves de un gobierno que se dice de "exclusión nacional", donde la oposición sirve de decoración y la política seguiría como acostumbrado. Sin una pacificación real de la sociedad ningún gobierno podrá reestablecer la normalidad, al menos que quiera perpetuar un estado policiaco como el de Ben Ali.

Ahora con mirada fuera de Túnez hay también interesantes desarrollos. Por un lado, el día de la revolución de los jazmines, la ministra de relaciones exteriores de Francia, Alliot-Marie se pronunció en términos, que ella misma dijo que fueron "malinterpretados" por la asamblea national sobre asuntos exteriores. Ella hablaba entonces de que la Francia podía ayudar a Túnez en cooperación, pero no cualquiera, sino en el mantenimiento del orden público. Dicho de otro modo, si Ben Ali ya no podía contener su oposición en sus casillas, la metropolí le ayudaría con gusto. De la situación en general, de la represión en las calles ni una palabra. Posteriormente diría que nadie podía prever los sucesos, y que Francia en su posición de no-injerencia (parece que cuando menos se cree, hasta Francia se acuerda de ese deber), no podía más que apostar por las instituciones democráticas del país. Cabe preguntarse, si acaso ese adjetivo no es un poco eufemístico, cuando para otros contextos parecen tener amnesia democrática. En realidad se sabe que el régimen tunecino servía a fines geoestatégicos. Es decir, una barrrera contra el islamismo fundametalista, como también un muro contra los inmigrantes ilegales. Cuando de eso se trata, todo régimen que mantiene orden hacia el exterior es bienvenido para la Unión Europea.

En el caso del mundo árabe se abre otro gran capítulo.Parece que la ola que salió de Túnez ha llegado a un sinfín de sitios. Donde ya había tensiones, pero que no habían llegado a nada concreto. Las inmolaciones, o intentos de inmolación se han multiplicado en Egipto,Argelia, Jordania, Libia y Mauritania. Régimenes que no gozan de una situación del todo democrática tampoco. En Mauritania hasta 2007 el país gozaba de una vida parlamentaria y democrática. Sin embargo ese año un nuevo golpe militar dió fin a esa, y ha impuesto una junta militar, que hasta la fecha no ha dado paso al poder civil.

En Argelia por su lado la situación de la población parece ante todo precaria. La cleptomanía de un poder que controla unos recursos de gas y petróleo, no ha sabido mantener una paz social ni nada similar. La tensión interna desde varios años ha llevado a ataques contra comisarias de policía, y hasta a sedes diplomáticas acreditadas en Argel. La realidad de un estado policial en defecto de una real participación de la sociedad argelina, que en el pasado había hecho prueba de fortaleza y resistencia contra la presencia francesa, ahora se ve sumida en un país que no da lo que promete,y reprime la oposición ferozmente. Pues en cuanto a la explotación y exportación de gas y petróleo, ese rubro no parece afectado a priori.

En Libia, donde desde el derrocamiento de la monarquía por el coronel Ghadafi, y la instauración de un régimen socialista en 1958,mucho tiempo ha pasado. Ya fuera del caso Lockerbie o de la búsqueda de armas nucleares por parte de Tripoli, en el interior la situación social no es nada buena, pese a las buenas recetas petroleras. Las instituciones del estado siendo las de un "socialismo árabe", han combinado en parte preceptos musulmanes con otros marxistas-leninistas. La combinación es ante todo una imposición poco democrática, que a fuerza de perpetuarse se ha vuelto terriblemente pragmática. La declaración de Ghadafi de que no reconocería otro gobierno que el de Ben Ali en Túnez, sorprende a más de un espectador, árabe o no.

En Egipto bajo la férula de Hosni Mubarak en el poder desde 1981 las cosas no son mucho mejor en términos generales. Desde el punto de vista de la legitimidad, Mubarak sucedió a Anwar el Sadat, quien fue asesinado. Este a su vez llevaba en el puesto desde 1970. El año nuevo de 2011 en Alejandría hubo un atentado en la iglesia copta de los Santos. La hostilidad y creciente islamisación de la sociedad parece querer eliminar a los históricos coptos de Egipto, precursores incluso a la fe musulmana. La presión sobre la liga musulmana, que a su vez esta ilegalisada, pero tiene su peso en la sociedad egipcia aún, solo ayuda a subir los tonos. Ahora parece que el método de la inmolación ha llegado a Egipto donde hubo ocho intentos en este día de hoy, en un claro intento de literalmente inflamar la situación, hasta el derrrocamiento de Mubarak.

Jordania a su vez bajo la monarquía hachemita, no es más que la reminiscencia de la monarquía iraquí de Faisal, que fue derrocada por nadie menos que Saddam Hussein, en 1958. Su reino adoptivo de Jordania le fue hecho en pieza por los británicos. Mejor aliado de los occidentales, representa como los demás los régimenes impuestos después de la I Guerra mundial y con la descomposición del Imperio Otomano bajo los vencedores.

El único sitio más o menos tranquilo parece ser Marruecos. Sin embargo como hemos visto las apariencias esconden realidades inimaginables, y la monarquía alauíta de Mohammed VI también esta sobre un barril de pólvora, listo para explotar en cualquier momento, y de paso abriría la posibilidad histórica para el pueblo saharáui de reclamar sus tierras usurpadas hace poco más de 35 años.

Desde 1920 hasta la actualidad estas élites sociales en los países árabes, que en un momento proclaman su profundo panrarabismo, pero luego se venden al mejor postor occidental. Estas élites que utilizan a la causa palestina para hacer adhesión en la población en un objeto exterior. Nunca esperarían de hecho que el pueblo palestino realice otra intifada y logra en pocos días algo que la Liga Árabe no ha sido capaz en cuarenta años.

Tal es la situación ante todo tensa en el mundo árabe. Nada está aún dicho, y todo esta por darse. El gobierno de unión nacional tunecino, que aún "está en formación" tendrá que hacer prueba de más concesiones si quiere la adhesión del pueblo tunecino, de lo contrario, como muchas voces en el interior del país dicen, la contra-revolución ha venido a mantener el orden mínimo para el exterior y para la seriedad internacional hacia los mercados y gobiernos europeos. ¿Vendrá ahora la revolución definitiva, capaz de derrocar hasta a los antiguos ministros de ex-presidente Ben Ali? ¿Hacía donde lleva la vía elegida por los tunecinos? ¿Qué repercusión tendrá en el mundo árabe? Las respuestas se darán en su momento.

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