viernes, 21 de enero de 2011

La crisis política en Costa de Marfil en el inmobilismo o la injerencia occidental en las elecciones presidenciales marfileñas

A una semana de cumplirse los dos meses desde la crisis post-electoral en Costa de Marfil,las posiciones permanecen firmes y el poder presidencial sigue bicéfalo en la práctica. En resumen esta el país que esta siendo gobernado de facto por Laurent Gbagbo, quien desde su perspectiva ha sido reelecto desde el 28 de noviembre de 2010 y solo cuenta con el apoyo de parte de Angola, único país en reconocer a Gbagbo como presidente legítimo. Luego el presidente "legítimo", Alassane Ouatarra, quien tamnbién se da como el presidente de Costa de Marfil, con la diferencia de que cuenta con el apoyo de las Naciones Unidas, de la Unión Europea,etc, de la comunidad internacional dicho de otra forma. Pese a tener embajadores en Nueva York y Paris, en Abidjan solo controla el perímetro del hotel del Golfo, llamado cínicamente "la republiqueta del golfo" por el bando de Gbabgo. Este recinto le sirve de refugio, rodeado desde antes de las elecciones incluso por los cascos azules de las Naciones Unidas. Su margen de maniobra parece mucho más estrecho que el de Gbagbo, quien pese a todas las presiones del mundo occidental, sigue con las riendas del país en cuestión económica.

Las mesas de diálogo llevadas desde el comienzo de la crisis siempre han ido dirigidas a llevar a Gbabgo a bajarse de la presidencia de forma "voluntaria" y ceder porfín la presidencia a quien le corresponda. Ahora cabe replantearse la pregunta misma, ¿Quién ganó efectivamente las elecciones de 2010? Ante esta disyunctiva esta la tésis pro-gbagbo y la tésis pro-ouatarra. La tésis pro-gbabgo dice lo siguiente. Las elecciones presidenciales de segundo turno del 28 noviembre fueron contabilizadas por la comisión electoral independiente (CEI), que emitió un resultado preeliminar dandole mayoría a Ouatarra por 54% de los votos censados. Luego, siempre siguiendo el protocolo democrático, la Corte Constitucional revisó una parte de dichos votos, declarando el resultado, esta vez a favor de Gbagbo por un margen de 51% de los votos y de 49% para Ouatara. Alassane Ouatarra a su vez se basa en el resultado primero que le da la mayoría absoluta, que a su vez fue reconocida por las grandes chancillerías del mundo occidental y las Naciones Unidas de inmediato. La cuestión reside en la pregunta si la Corte Constitucional tiene la facultad de cambiar los resultados electorales. Si se toma en cuenta entra la sigiuente duda: ¿Acaso la política de reconocimiento de un candidato sobre el otro por parte de la comunidad internacional y por las naciones unidas se puede justificar, cuando la primera instancia de decisión es claramente la corte constitucional marfileña?

La cuestión de la injerencia ha sido puesta en primera línea por los defensores de Gbabgo, que sin duda no ha perdido toda su popularidad en el país. Además que es su gobierno que paga a los funcionarios, incluidos el cuerpo diplomático, que en parte pretende representar a un gobierno de Ouatarra, pero recibe su sueldo de Gbagbo. ¿El perro que muerde la mano que le alimenta?

Alassane Ouatarra por su lado se quiere presidente de iure, pero no cuenta con la fuerza para incluso salir del Hotel del Golfo, rodeado por fuerzas leales a Gbagbo. Los diálogos llevados por el primer ministro de Kenia, Raile Odinga, fracasaron estripitosamente. Odinga mismo llamo a ambos partidos a hacer algo que en Kenia si funcionó, un gobierno de unidad con partidarios de ambos, pero eso si, bajo la presidencia de Ouatarra. El cerco que se está tejiendo alrededor del gobierno de facto parece estrecharse, pero pese a que le hayan congelado todos sus haberes en la Unión Europea como en Suiza, tomado en fuerza su avión presidencial en suelo franco-suizo del aeropuerto de Muhlhouse-Basilea, y cerrado su acceso a los fondos del país en el Banco Central de Africa del Oeste, su régimen sigue intacto.

Laurent Gbagbo contrató en Francia a dos abogados franceses el 8 de enero de 2011, Jacques Verges y Roland Dumas para representarlo en Francia y exponer una ofensiva diplomática, que consistía en pedir simple y sencillamente el recuento de los votos total. La recepción de esta propuesta fue bastante pobre, simple y sencillamente en Francia nadie apoya más al que ahora ven como dictador. Ouatarra por su lado tampoco aceptó la idea, y la cuestión se quedó ahi. Luego fue que Ouatarra le propuso de su lado a Gbabgo un gobierno de unidad nacional, a lo cual Gbabgo por su lado se negó rotundamente. El diálogo se hace cada vez más difícil entre los dos líderes. Ahora en las declaraciones últimas, Outarra, desde una videoconferencia llamó a la comunidad internacional a varias cosas, entre ellas sanciones económicas para facilitar la transición, y de lo necesario una intervención militar contra el mandatario de facto si necesario. Finalmente deploró el acceso que Gbabgo tenía aún sobre sus fondos en el banco de Africa del Oeste. Son ante todo demandas, palabras al aire, que sabiendo que en el país no cuenta más que con la popularidad de las clases medianas y altas, como también del sector, financiero, empresarial productor de cocoa. En las clases bajas la popularidad es ante todo de Gbabgo.

Si no se hace en algún momento un recuenteo total de los votos nunca se llegará a ningun resultado nítido de quien fue en efecto el vencedor. Si nadie se rebaja de sus demandas, la única salida será la intervención militar por fuerzas de la CEDAO, Communauté économique des pays d'Afrique de l'Ouest (CEDEAO), para poner a la fuerza a Ouatarra en la silla presidencial, con el favor de los poderosos de la economía mundial, en un país líder en la producción de cocoa a nivel mundial.

El tiempo que le queda a Gbabgo no esta estipulado, pero lo cierto es que tiene pocos amigos en el exterior. Sin embargo, de ser el caso de que efectivamente el haya sido reelecto, todo esto se reduciría a un fraude intervenido a nivel internacional. De lo contrario si el fraude hubiese sido efectivamente contra Ouatarra, la intervención se convertiría en justa y necesario para la vía democrática. En ambos casos hubo claramente injerencia internacional, la cual no debería de ser tolerada a estos níveles, donde se toman resultados preeliminares como definitivos, y se procede en consecuencia a una política de hechos consumados. O entonces, ¿qué función tenía poner en lugar incluso antes de las elecciones las medidas de seguridad para Ouatarra con los cascos azules en el hotel del Golfo?

Este conflicto a su vez latente de frentes por ahora inmobiolizados en cualquier momento puede pasar a otros niveles de violencia, más allá de la que ya esta y ha estado presente en las calles del país africano. Hasta nuevo orden esta es la situación.

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