sábado, 14 de junio de 2008

El pueblo irlandés ha hablado y respetaremos su decisión......o quizás no.

"El pueblo ha hablado y respetamos su decisión", declaraba el Primer ministro de Irlanda Brian Cowen cuando se refería al No alcanzado en la consulta sobre el Tratado de Lisboa con un 53% frente a un 46% del Sí. El proyecto europeo se ha vuelto a quedar parado por la voluntad de sus pueblos, al menos los consultados. Y sin embargo por parte de dos principales líderes europeos, como Sarkozy o Merkel ponen en evidencia el poco respeto que tienen del derecho del pueblo irlandés de decidir sobre su futuro. El tratado seguirá aprobándose, a diferencia de las dos derrotas en Holanda y Francia en el 2005 en el referéndum de la constitución europea. De hecho Irlanda rechazó también el tratado de Niza, que actualmente es el vigente hasta nuevo orden.

Ante la entrada de turno de Francia a la presidencia de la Unión Europea, Sarkozy ve con preocupación el fracaso de la última iniciativa que pretendía pasar como hecho consumado el Tratado firmado en Lisboa en 2007. Es sumamente peligroso ver como un político de la calandre de Sarkozy haya pasado de ser ministro de interior, a Presidente. Y ahora tiene las riendas por seis meses de la Unión misma. El respeto por la voluntad popular parece ser la última instancia para los líderes actuales. El miedo a los referéndos es innegable. Estos tiempos dan pie para una increible consolidación de la oposición a la neoliberalización. Los transportístas, los pescadores, los estudiantes se han levantado contra la imposición. Los irlandeses fueron los únicos en poder ejercer la consulta por derecho inalienable. Ojalá todos los referéndos que no se han celebrado a pesar de su obligatoriedad fueran tratados de la misma forma que el caso irlandés. Y resulta que no es vinculante según la opinión de Berlín y París. Lo mismo se pudo haber dicho de la voz del pueblo francés o holandés frente a una Constitución, que en cierto modo conserva muchas simimlitudes con las intenciones del dichoso Tratado de Lisboa.

Las opiniones acerca de este controvertido tema de los referéndos son tan ambiguas como variadas. Es el contexto que indica lo bueno de lo malo. Tomando como referencia un primer celebre referéndum, como el que implantó la actual consitución española en el año 1978, la cual realizada en momentos de tensión no fue del todo libre ni excento de controversia. Otros en cambio pasaron a la historia por su discreción, como el que determinó la separación de la República checa de la eslovaca en el año 1991. Al final se puede llegar al caso de la República Árabe Saharauí Democrática, donde sencillamente el status quo está en una guerra de desgaste de bandos, donde el predominio estratégico de Marruecos se basa en la superioridad militares y el apoyo incondicional de antiguas potencias colonizadoras. He llegado a la conclución de que el derecho internacional solo sirve para los casos donde una potencia instrumentaliza la voluntad de un pueblo para perjudicar al enemigo. En situaciones de colonialismo contemporáneo, donde resaltan los territorios franceses de ultramar, o el estatus de Estado asociado a los EE.UU de Puerto Rico, que acaba de salir en la asamblea general de las Naciones Unidas.

En este contexto Irlanda es jovén y saliente de una colonización que recién en 1921 encontró su fín. Ciertamente tuvo una época de crisis que desencadenó una diáspora en el siglo XIX, que provocó la pérdida de la mitad de la población de entonces, reducida de 4 a 2 millones. Hoy en día se censan 3 millones y medio de irlandeses, más los que forman la comunidad irlandesa de EE.UU y muchos otros sitios en América. Estos tres millones de irlandeses fueron el freno para la ideal realización de una realidad económica neoliberal, que se le llegaron a hacer tantas vueltas para no decir que era una reforma suceptible de ser consultada por la ciudadanía. Todo tendrá su razón y su sentido, y tal y como la Comisión europea no salga de la crisis insititucional, dificilmente podrá consolidar en su totalidad los pilares econímicos que supondrían un inmenso mercado interno con las trabas rebajadas y una moneda en común. Sarkozy se quedó con las ganas de ser el que estrena el recién adquirido acuerdo económico. Merkel en su momento se quedó con las ganas hace poco también.

En realidad aquí el abismo entre los gobiernos y el pueblo se va agrandando. Los gobiernos están siendo más interesados en aliarse en lo económico con las grandes corporaciones. Las elecciones en Europa apenas se reducen a un cambio de turno de los gobernantes. Se hará caso omiso de la la voz irlandesa y se le limitarrá a un "incidente". En el mejor caso es momento de crisis, pero nunca se contempla que aquí hay una real crisis de identidad. 27 países se ven entrelazados en una red de dependencia y donde la toma de desición se complica continuamente. Lo único que si se ponen todos de acuerdo es el los temas de índole económica. Los intereses nacionales se intentan imponer a la totalidad del club, estrategia muy propia de Inglaterra, eterna cuerda floja entre aliada de EE.UU y miembro de la Unión Europea.

Habrá que ver que salida encuentran en la cúpulas de Bruselas, París o Dublin. Lo cierto es que la voz del pueblo fue más fuerte que la oligarquía. Entre todos los afectados por la creciente privatización de los bienes públicos, y los marginalizados, habrá que encontrar una unión fuerte que pueda hacer tambalear los cimientos económicos del viejo mundo. Es la hora de los pueblos de levantarse contra el mal que acecha sobre la casi totalidad de la población, exceptuando un minoría muy consolidada y rica. Poco a poco se derrotará al sistema, pero siempre es bueno celebrar las victorias que se han obtenido. Y aunque falta mucho para que los pueblos de europa sumidos en un modelo en vías de caducar, salgan de las cenizas del capitalismo y refundan una sociedad nueva conformada genuinamente en el bienestar de todos los sectores, incluyendo los más vulnerables. No se vale que una cuarta parte de la población mundial viva a costa del trabajo y esfuerzo de las 3/4 partes del la población global. Habrá que ver si Marx tenía razón, o sencillamente se necesitan crisis serias para encontrar el momento donde la acumulación de frentes por atender debilite al todopoderoso sistema.

El pueblo salva al pueblo.
Abajo con la oligarquía.
Hasta la victoria siempre

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