martes, 18 de marzo de 2014

El sí a la adhesión de Crimea a Rusia o el posible inicio de una guerra económica contra Moscú

El pasado domingo 16 de marzo 2014 se celebró en Crimea el referéndum sobre el estatus político de la península. Entre las opciones estaba por un lado el fortalecimiento del estatuto autonómico dentro de la nación ucraniana o la separación de ésta última y la demanda de adhesión a la Federación Rusa por el otro lado.  Con un 96.77% de los votos por la adhesión con Rusia, y tan sólo 2.5% de partidarios para permanecer en Ucrania, se consumió el paso necesario para la incorporación a Rusia, que el presidente Vladimir Putin mismo se encargó de formalizar, al firmar el decreto presidencial correspondiente.

Las cancillerías occidentales junto con EE.UU. han por lo tanto optado por materializar su amenaza al menos en parte de sanciones a Rusia y Crimea. El Reino Unido ha cesado toda colaboración con Moscú en lo militar, y EE.UU. ha congelado los haberes financieros de varios ciudadanos rusos en la Unión Europea y en EE.UU. también. Los ciudadanos mencionados no podrán transitar en el espacio Schengen y le serán anulados sus posibles visados inmediatamente. Mientras que surge la gran incertidumbre acerca de la posible interrupción del gas y petróleo ruso hacia Europa occidental en el caso de un serio deterioro de las relaciones comerciales entre Rusia y sus socios europeos.

Moscú es actualmente el único país que reconozca formalmente la República de Crimea como estado soberano, y de hecho se dio una voz de consenso en las cancillerías tanto occidentales como de EE.UU. en enérgicamente desconocer el referéndum considerado ilegal, por lo tanto jurídicamente sin valor alguno. Kiev por su lado además de desconocer todo este proceso como sus resultados, implementó la autorización del uso de la fuerza por parte de las fuerzas armadas en todo el territorio nacional, ergo en Crimea, además de consolidar apoyos internacionales, que no son pocos, en el ámbito internacional. Kiev sabe no cuenta con la opción de entrar militarmente en lo que reclaman como su suelo patrio, por ser presente un contingente ruso en la base rusa de Sebastopol, y que toda confrontación con una unidad militar de pro-rusos en cualquier momento se podría producir, en el momento en que la tregua existente entre diferentes  cuerpos policiales contrarios presentes actualmente se rompa.

Tras la firma en conjunto del primer ministro crimeano Aksyonov y el presidente ruso Vladimir Putin del pacto por la incorporación, se termina de consumar el acto para la adhesión a la Federación euroasiática por parte de la península del mar negro, su nueva delimitación, la cuestión de la ciudadanía de los nuevos  ciudadanos rusos, entre muchos temas que serán determinantes en lo práctico. Con ello Rusia entra en un capítulo sin regreso posible, donde se consuma una brecha entre occidente y Rusia, que no sería comparable más que en tiempos de la guerra fría en pleno apogeo

Después de seis horas de discusión entre Serguei Lavrov y John Kerry en la residencia de la embajada norteamericana en Londres el pasado jueves 14 de marzo no llevó a ningún acuerdo posible entre las dos partes. Ni los EE.UU. lograron arrancar una concesión de los rusos, en las que figuraba el cese del referéndum, ni los rusos pudieron conseguir que los estadounidenses desistieran a la imposición de una sanción en su contra. Lejos de ello la conferencia fue por separado y tan escueta por ambos lados, que ante cualquier duda, fue probablemente el último momento de franca colaboración entre los dos bloques opuestos. Ninguno volvería a ceder sea un milímetro de sus posiciones. Los rusos no sólo aceptaron la independencia formal de la República de Crimea, sino que el inicio del proceso de incorporación. La Unión Europa materializará los primeros esbozos de una serie de sanciones que se prometió imponer a la nación euroasiática, además de acelerar la firma de asociación con Ucrania desde el mismo viernes, donde se celebrará la sesión de firma del documento, que en su momento Yanukovich no firmó. Además de que en bloque se ha rechazado la legalidad del referéndum en sí,  y de insistir en la violación de leyes internacionales a Rusia, al acusarle de tener presencia de tropas en suelo ucraniano. En todo caso la mal llamada comunidad internacional como también la OTAN, la UE, y otras instituciones supranacionales  en coro le prometen un aislamiento del concierto de naciones a nadie menos que a Rusia, primera nación en tamaño en el mundo.

Tal como si se tratara de una nación de tamaño relativamente secundario, los grandes de la diplomacia internacional se proponen dejar en un rincón a la primera nación en reservas de gas y primera productora de crudo en el mundo actualmente, responsable en gran medida del abastecimiento de ambos en Europa occidental con sus estratégicos oleoductos y gasoductos, pasando porque no, por Ucrania.

Entramos en un nuevo capítulo de la historia contemporánea europea, donde con la desincorporación de facto de una parte de la nación ucraniana, por medio de un referéndum, a imagen y semejanza de Sudán del Sur o Kosovo, está vez la comunidad internacional  no fue la que tomara la iniciativa de la misma, por ende decide desconocer este proceso. Entre todo esto entra también el debatible argumento de la validez del gobierno interno ucraniano post-euromaidan, que ha tomado las riendas de lo que aún controla, quien lejos de hacer unanimidad, puest que no goza del reconocimiento del gobierno ruso, pero si del de la mayoría de las cancillerías occidentales, incluyendo de iure a la República autónoma de Crimea.

El hecho que ahora sí se hayan cerrado prácticamente todos los canales de comunicación oficiales entre Kiev y Moscú, hacen que ésta aparente crisis alrededor de Ucrania y Crimea, sea una guerra entre los dos antiguos opositores de la entonces vigente guerra fría. No obstante la caída del muro de Berlín, parecería que hay cosas que periódicamente se vuelven a repetir. Así que ahora ante el hecho consumado, y ante la evidencia de que estamos en un callejón sin salida para ambas partes, que no se pueden dar el lujo de retroceder, se pareciera a la situación previa al estallido de la primera guerra mundial entonces en 1914, hace exactamente cien años de ahora.

¿Hasta cuándo se podrá hablar aún de guerra económica, antes de llegar al enfrentamiento engendrado por un casus belli u otro, que derive ahora sí en la guerra regional, no se diga mundial de nuevo? Serán ambos bloques capaces de perder toda racionalidad sobre las cosas y de cómo se puede aún llegar a un acuerdo, por muy mínimo que fuera? ¿O tal vez ya hemos pasado éste estadio, y nos estamos dirigiendo a un  real recrudecimiento de una tensión mundial, que posiblemente en un futuro sea considerada como la chispa de un evento de largo aliento, que nadie a  ésta altura de la historia es capaz de vislumbrar como tal, y que posiblemente vaya a determinar la vida de muchos de esta generación actual en edad de ser llevados a nada menos que la guerra misma?

Nada está dicho aún y cada campo está afilando sus cuchillos como mejor puede, para un enfrentamiento aún mayor por venir. Hasta ese entonces sigamos esta crisis y sus posibles repercusiones de cerca.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

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