viernes, 6 de enero de 2012

Sobre la labor de los observadores de la Liga Árabe o la frustración de los occidentales frente a la crisis en Siria


La Liga Árabe ya está presente en Siria, mediando el conflicto interno que actualmente reina en él. La delegación presente al mando del general sudanés Mustafá Dabi  se ha mostrado, al contrario de lo que se le acusa desde círculos opositores en Europa y en Turquía, bastante neutra en cuanto a la pretendida represión por parte del ejército sirio. De hecho el ejército regular sirio se ha retirado de ciudades como Homs o Alepo.

Los responsables de la violencia existente son grupos disidentes del ejército que se autoproclaman como el Ejército Sirio Libre (ESL) dirigido por Riad al Assad. Éstos operan desde diferentes bases en Siria como también Turquía creando desorden y muertes civiles. En unas declaraciones de prensa  Al Assad dijo que deseaba la Liga Árabe se retire del país y que declare fracasada la misión. A su vez llamó a la misma organización a permitir que las Naciones Unidas “asuman su responsabilidad” una vez que se haya derrocado a Bashar Al Assad. Pidió que se instaurara desde ahora una zona de exclusión aérea y llamó a que  intervengan militarmente las potencias occidentales. 

La frustración de las cancillerías occidentales y estadounidense parece evidente, cuando el portavoz de la Casa Blanca emitió un juicio muy negativo sobre la delegación de observadores de la LA. Las voces de las ONG que habitualmente suelen hacer especulaciones sobre las presuntas muertes ocurridas, volvieron a denunciar más muertes de soldados sirios. Tal vez se debería de especificar de que tipo de soldados se trata. Pues si son los desertores que armados a través de la  frontera jordana y turca proliferan la violencia con fines de derrocar el régimen constitucional con el apoyo tácito de la “comunidad internacional”. Todo éste escenario huele terriblemente parecido, a lo ocurrido tan son hace pocos meses en Libia.

Sin embargo Bashar Al Assad cuenta con el apoyo de China y de Rusia. De hecho un buque de guerra ruso está en ejercicio en aguas sirias con el aval del gobierno de Damasco. Y tanto Pekín como Moscú hicieron uso de su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. A imagen y semejanza a los años de la guerra fría del pasado siglo XX, el mismo Consejo se convierte en un microcosmos de la confrontación en  puntos calientes. Por ello es de creer que no se instaure al menos desde la ONU un mandato para administrar dicho país, pero si puede intervenir la OTAN, la cual terminó recientemente su intervención libia y  ya llevaba cociendo el asunto en vistas de avivar la tensión posteriormente.
Todo indica que no se le quiere dar crédito a la LA cuando no condena con la misma vehemencia el régimen de Damasco, y se busca a toda costa ganarse a ésta misma para que como en el caso libio, se bendiga la empresa intervencionista. Todo el contrario, pues cuando el secretario general  de la misma se niega a interrumpir la misión programada para durar un mes, no cede a las presión que se le ejerce desde la Unión Europea, los EE.UU. y su lacayo interno que es Qatar.

¿Cual será el desenlace de esta situación? ¿Podrá la LA llegar a un resultado de mediación alguno en el tiempo establecido? ¿Estamos frente a una inminente intervención en Siria y con ello un nuevo reordenamiento regional?

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