El portavoz del pentágono George Little
afirmó el día de hoy que "no toleraría un cierre" del estrecho de
Ormuz, única puerta de acceso del Golfo Pérsico, por lo tanto un pasaje
altamente geoestratégico para el comercio internacional, en particular de las
exportaciones de crudo de países del golfo, que verían sus actividades
económicas seriamente perjudicadas. El almirante iraní Habibola Sayari por
su lado declaró, que su nación no ve la "necesidad" por ahora de
cerrar ese paso, pero que ello no sería nada difícil de llevar a
cabo.
El estrecho de Ormuz que en su parte más
angosta solo mide 54 kilómetros está compartido por el emirato de Omán por el
sur y por la República Islámica de Irán al norte. Por lo tanto son aguas
territoriales de ambas naciones, que ejercen efectivamente su soberanía
marítima internacionalmente admitida. La Convención de las Naciones
Unidas sobre el derecho del Mar es aún el marco jurídico regulador en
específico de los estrechos internacionales, donde se menciona el libre
tránsito de pabellones de todas las naciones, sin por ello poner en entredicho
la soberanía de cada nación en particular.
Hace al menos cinco días que Irán llevo a
cabo ejercicios militares en sus aguas adyacentes al estrecho. Esto en sí no
constituye un infracción internacional, pero demuestra el poderío militar iraní
existe en esta minúscula puerta de entrada, de la cual dependen al menos el 30%
de las exportaciones de crudo mundial. Esta noticia puso en alarma a los
mercados internacionales de intercambio de petróleo, donde los precios del
barril de crudo han subido al saber de la situación. Posteriormente el primer
ministro de Irán Parviz Soruri desmintió toda intención de bloquear el estrecho
en corto plazo. Pese a ello no descartó que fuera una opción en la mesa,
siempre que las circunstancias particulares lo demanden.
La altísima dependencia de los
hidrocarburos en tiempos de crisis del capitalismo es un elemento más que tomar
en cuenta en el análisis general de esta escalada diplomática irano-estadounidense.
Los EE.UU. que en el pasado han derribado un avión comercial en la altura de
Ormuz en el 1988 no están tampoco en posición de alegar en materia de respecto
a las convenciones internacionales. En cualquier caso, una injerencia en las
aguas iraníes de Ormuz serían desde el punto de vista iraní causa suficiente
para implementar la operación de sellar la puerta de entrada... Este caso
hipotético sería equivalente a poner en jaque el suministro mundial de petróleo
a prácticamente todos los países denominados "desarrollados", que en
muchos casos carecen de recursos energéticos propios, y posiblemente sufrirían
de la penuria, tal cual como el choque petrolero de 1973-74.
Sin embargo hay mucho más en juego. Desde
al menos las elecciones del 2009 en Irán, los embargos y las sanciones se han
recrudecido, lo cual ha puesto la posición económica iraní en mayor fragilidad coyuntural.
Pese a ello la posición de Ahmadinejad no ha vacilado en absoluto, es más se ha
ganado aliados en América Latina y sobre todo a Rusia, que le ayudan a
evitar la imposición efectiva de estas sanciones.
Finalmente habría que entender que
significa la palabra misma de "tolerar" algo. Pues siendo EE.UU.
parte de las naciones que NO han ratificado la Convención sobre el derecho del
mar, no le da la altura necesaria para pedir que la respeten sus
enemigos. Lo cual viene a decir que se sienten en el derecho de injerir
en el caso de que Irán disponga militarmente de sus aguas territoriales por la
causa que fuera.
El gendarme mundial se ha declarado y ha amenazado
al legítimo lugarteniente de las aguas del estrecho de Ormuz en su sector
superior. El que avisa no traiciona, y es por ello que además de no tomar
en serio las capacidades militares iraníes en su totalidad, no se retrae en a
provocar a Teherán. De ser así, se podrían repetir lo que se dio en parte en la
crisis del estrecho de Tirán y la guerra de los seis días de 1967, como
también tiene elementos constitutivos de la crisis del petróleo después de la
guerra de Yom Kipur en 1973 y la repentina subida de precios del petróleo
mundial.
Irán se guarda un as en la manga
que no es del todo inofensivo, y eso lo sabe EE.UU. De producirse de
verdad, la economía mundial sería afectada de inmediato, al no poderse reponer
el 40% de los barriles consumidos en el mundo de la noche a la mañana. También
puede ser un terrible casus belli, pues al pasar cantidad de buques militares
en aguas iraníes, un choque entre ambas fuerzas armadas, podría ser el comienzo
de una guerra abierta contra Irán.
Hasta que ese escalamiento se haya
dado, seremos testigos de guantazos diplomáticos, y de una incertidumbre
de la parte de los "mercados", que al no tener la seguridad del
suministro de crudo. En cualquier momento podría desencadenar una crisis
económica y militar tan sólo comparable con la crisis de los misiles en Cuba de
1961.
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