martes, 22 de septiembre de 2009

La vuelta de Zelaya a Honduras o la victoria del pueblo de Honduras

Lo más inesperado y mucho menos contemplado ha pasado. EL presidente constitucional de Honduras ha vuelto a su país. Solo que formalmente este acogido en el recinto de la embajada de Brasil en Tegucigalpa, por ende fuera del alcance del gobierno de facto de Roberto Micheletti, salvo que este último quiera buscarse un problema mayor con Brasil. El ejército se ha decretado toque de queda en todo el país, y cerró todo el tráfico aéreo a su vez.

La situación en Honduras deja ante todo en evidencia la falta de legitimidad de este régimen de facto, que no quiere reconocer que surge de un golpe de estado. Según el Tribunal Supremo en realidad al estar depuesto el presidente, entra a gobernar el presidente del Tribunal Superior de Justicia, actual presidente de facto, Roberto Micheletti. Resulta como menos interesante la relación entre el ejército y la justicia, dos poderes que parecen actuar de forma conjunta para deponer al presidente en funciones. Esto es justo lo que la separación de poderes pretende evitar, siendo la justicia independiente y soberana. De otra forma se trataría de un golpe de estado.

El 28 de junio de 2009 el presidente Zelaya es sacado por la fuerza en la madrugada de su residencia presidencial, literalmente lo sacaron de la cama, y lo deportaron por la base de Palmerola hacia Costa Rica. De inmediato entró en poder el "presidente interino" Roberto Micheletti y se consolidó militarmente en el país. Mientras el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon nombró al presidente de Costa Rica, Oscar Arias como mediador del conflito. Arias detiene el premio nobel de la paz por haber mediado en los años 80 en la guerra civil salvadoreña. En un clima internacional donde ningún gobierno reconoce la deposición de Zelaya,Arias hizo el denominado Pacto de San Jose, donde pretendía llegar a una solución concertada entre el régimen de facto y el presidente consitucional. El presidente tendría que volver a sus funciones y habría amnestía para sus seguidores, a la vez que cuenta con el reconocimiento del régimen de facto como parte negociadora activa.

Resulta que con el giro que ha dado esta crisis, la presencia en la misma capital de Mel Zelaya rompe el esquema dado. Pues el presidente ha declarado desde la embajada de Brasil, que desconocía el pacto de San José, y que exigía el cese de la represión que se esta llevando a cabo en las imediaciones de la embajada, donde se han reunido los seguidores de Zelaya, siendo atacados por el ejército, debido al toque de queda declarado por el régimen de facto.

Las principales cancillerías del mundo occidental, EE.UU., la Unión Europea, como también el mismo mediador presidente Arias han manifestado la necesidad de negociar una salida donde ambas partes tengan voz. Esto es probablemente lo más cínico, que en la situación dada, los golpistas se vean tan engrandecidos, como para poder pedir una parte del poder como condición para la restitución del poder constitucional. Al parecer estos golpistas tienen sus simpatizantes en estos círculos, como de por si es dudoso el pensar de que en el mes y medio que lleva el país bajo toque de queda, la comunidad internacional respetara tanto su orden, que no puedan tolerar una simple salida del poder de facto y una inmediata reposición de Zelaya al poder consitucional. Algo tendrá Micheletti que les interese a los círculos más poderosos de Honduras y de fuera de Honduras también.

Es entonces tan intolerable que la Unión Europea emita mensaje que rozan la tutela política, cuando dicen que llaman a la calma en el país a la vez que piden la restitución del presidente depuesto. Es inconcebible para ellos que el pueblo se levante y se gane el respeto frente a los militares en la calle, pues solo ellos se ven en la posibilidad de mediar esta situación.

Esta es ante todo la hora del pueblo hondureño de imponerse como lo que es, la fuerza de la que emana toda soberanía nacional, del pueblo para el pueblo. Resulta que su manifestación tan clara resulta demasiado llamativa. Hay quienes la prefieren burocrátizada e institucionalizada, encauzada en todo caso. Que vergüenza y repudio deberían de sentir quienes sostienen estas posturas. Estos golpistas no merecen estas cualidades, ni mucho menos, deberían de ser juzgados por sus actos de violaciones de derechos humanos que se han registrado en el país desde su presencia de facto. El pueblo hondureño puede y tiene la capacidad de retomar por su fuerza la soberanía popular. Sea como fuere la continuación de esta crisis institucional de Honduras, lo único cierto es esto: El pueblo hondureño vencerá

Hasta la victoria siempre.

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