miércoles, 24 de junio de 2009

Las elecciones en Irán o el principio de no-injerencia puesto a prueba

El revuelo de las manifestaciones de la oposición iraní continúa.Si bien el régimen ha accedido a revisar las urnas electorales sospechosas de ser irregulares. El resultado es contundente y claro. Ahmadinejad ha sacado una mayoría absoluta con más del 60% de los escrutinios frente al segundo candidato más votado Musavi.

Resulta interesante el interés descomunal de Occidente para estas elecciones.Habiendo tantas otras quizás irrelevantes para los intereses occidentales, las elecciones iraníes siguen siendo el el foco de atención de los medios. Las imágenes que han salido sobre la violencia en las calles de Teherán no son en principio nada diferente que las represiones que se ven en los disturbios de París en 2005 o en diciembre 2008 en Grecia. Solamente que Grecia quedó relegada a un levantamiento. Es evidente que la lectura de los hechos nunca esta en el ámbito de la imparcialidad.

La revolución iraní de 1979 fue tan importante en su momento como lo fue el triunfo del FSLN en Nicaragua el mismo año. El Sha que se encontraba gobernando el país con apoyo de las principales potencias occidentales, era el perfecto aliado, facilitando el petróleo tan ansiado a pecio de ganga y manteniendo el orden en Irán. Solamente que no tenía en absoluto apoyo popular al final, y no es extraño que ahora el hijo del Sha destronado se haya pronunciado a favor del derrocamiento del régimen iraní. Sería seguramente un candidato perfecto para los EE.UU. para reestablecer su hegemonía, que se encuentra decaída por la ocupación de Iraq, la cual no ha terminado de consolidarse. Una victoria imperfecta y desgastante en tiempo de recesión económica.

Ya quisiera verse que este interés se hubiese visto cuando el plantón de 50 días del Zócalo, con la controversia del supuesto fraude electoral de 2006 de México. Ahí todos los medios se veían al lado del PAN y de Calderón y contra López Obrador. Aquí sin embargo siempre parece más conveniente apoyar al que más prooccidental sea, y que proporcione un entorno favorable para explotar los impresionantes recursos naturales del país. Es interesante ver que cuando por ejemplo los guardianes de la revolución interceptaron en sus aguas territoriales a un buque inglés, este paso a custodia iraní, y Occidente tuvo que tragarse la píldora de que había salido de su zona de ocupación y probablemente estaba en una situación desfavorable. También cuando Irán hizo ejercicios militares en el estrecho de Ormuz en la salida hacía el mar Índico, aguas que pertenecen a las 12 millas de mar territorial aplicable a nivel internacional. Los países europeos y EE.UU. ya estaban tramando como hacer llegar el petróleo que proviene del golfo pérsico por una vía alternativa el día en que la situación se vuelva más conflictiva.

La injerencia en la política interior de Irán es evidente. El problema siendo que Irán es un peso demográfico y económico por sus reservas de petróleo. La doble moral llega a grados donde depende la colaboración con las intereses empresariales y con la protección de los representantes occidentales. Rusia por su lado ha felicitado formalmente a Ahmadinejad por su triunfo electoral, el presidente venezolano Hugo Chávez llevó el caso a defender casi emocionalmente la victoria electoral, cuando no era necesario involucrarse tanto en un proceso electoral. Muchas cancillerías del mundo indiferentemente de sus relaciones con Irán se han visto como mínimo discretas a no agregarle aceite al fuego. Estas declaraciones siendo como mínimo inapropiadas por parte de un presidente, que con todas las particularidades que tenga, ha tenido que pelear el mismo para frenar la injerencia de otros países en sus propios procesos electorales de diferentes índoles.

Hay que condenar ante todo las muertes, que son una pérdida humana injustificable. Estas prácticas no siendo ajenas a casi ningún país, las fuerzas del orden suelen actuar de la misma forma, sea en Teheran o en Atenas. Al parecer se van a rectificar las urnas irregulares, pero sin duda Musavi no va a ganar subitamente una ventaja tan importante como para cambiar el giro de las elecciones, que son lo suficientemente claras para proclamar la victoria de Ahmadinejad, independientemente si se esta de acuerdo con él o no. Hay que dejar de lado la doble moral tan propia de Europa y tratar de ver al mundo como una comunidad de países en condiciones de igualdad, donde hay divergencias de modelos de estado y de políticas. Europa ya no es el eje del mundo, y por tanto es hora de descartar este tipo de actitudes para incorporar otras más abiertas a otros mundos.

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