domingo, 29 de junio de 2008

La dictadura democrática de ZImbabwe

Al final Robert Mugabe logró lo que nadie pensaba posible. Se volvió a reelejir como presidente de Zimbabwe por sexta vez, por lo que estará en el poder hasta 2013. La forma que logró la hazaña es en sí poco gloriosa, y da a pensar que estructura de poder se ha consolidado en el país africano independizado en 1980.

Primero habría que analizar lo sucedido en estos días. Cuando en marzo se hizo la primera vuelta, el país estaba viviendo una verdadera revolución. Se presentaba la ocasión de cambiar el rumbo del país de la forma más legítima imaginable. El punto crucial fue que los resultados no aparecían por más tiempo que pasara.Un mes después de las votaciones aún no había resultados válidos. Mientras tanto el partido opositor, el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC en sus siglas en inglés) presentaba sus estimaciones, las cuales seguramente eran una aproximación a la realidad, pero esto no le daba la legitimidad a Morgan Tsvangirai para acceder al poder. De hecho las instituciones del país abiertamente boicoteaban la colaboración con todo aquel aspirante que no fuera Mugabe mismo.

Mientras se especulaba que si se había alcanzado la franja de los 50% del electorado para acceder directamente a la presidencia sin pasar por la segunda vuelta. El hostigamiento permanente hacia todo aquel que fuera o bien militante del MDC o los mismos integrantes de el, han sufrido represión por parte de la policía, el ejército, en su legítimo uso de propaganda electoral para la dichosa segunda vuelta. De hecho, mientras que Mugabe acarreaba masas, que probablemente fueron llevadas in situ para llenar los sitios donde se presentara el presidente saliente, con dinero del gobierno, al MDC se le confiscaba material, vehículos, y se arrestaba cada cuando a Tsvangirai por la razón que fuera útil en el momento. Llegaron a arrestarlo seis veces en un mismo día. El secretario general del MDC Tandai Biti fue encarcelado, y recién en estos días pasado el periodo electoral, se le ha vuelta a liberar.

Las cifras oficiales declaraban que el candidato Tsvangirai había obtenido el 48% y Mugabe el 43%. Ninguno arriba del 50%. Sin embargo los zimabuenses exiliados habían vuelto a su patria desde Sudáfrica solamente para derrocar a Mugabe. La ambigüedad se ha mantenido hasta este viernes 27 de junio. Era la fecha prevista para la celebración de la segunda vuelta. Lo que ocurrió es que Morgan Tsvangirai cinco días antes declaró, que no quería cargar con la responsabilidad de que aquel que votara por el fuera a ser perseguido o encarcelado. Por ello se retiro de la contienda electoral y se refugió en la embajada de los Países Bajos en Harare. Para el gobierno sin embargo el clima electoral era perfectamente sano y transparente para la celebración de una segunda vuelta.

Dicho y hecho, no se retractó a postergar las eleciones por ningún motivo. Al contrario, presionó más a sus seguidores a que se tenían que celebrar de cualquier forma. Lo esperado de una elección con candidato único es que evidentemente salga holgadamente reelejido. Es curioso como para la primera vuelta la comisión electoral se tardó un mes en hacer el conteo final , pero ahora se tardaron no menos de 48 hora para determinar que Mugabe había salido vencedor con el 85%. De hecho ya se ha hecho la ceremonia del nuevo mandato a la presidencia, muy deprisa. Quería estrenarla en Sharm el Sheik, Egipto, donde se está ahora desarrollando una reunión de la Unión Africana.

Habrá que ver que es lo que opinan sus homologos africanos, de que una vez más se presente como presidente del país que más atrazado está en todo el continente africano, con el estado de la economía que tiene (veaso el artículo anterior, o en su defecto alguno más antiguo). La crítica ya le está llegando de todos los lados. Hasta los más fieles a la causa africana, y siempre respetuosos con la indepenpendencia de Zimbabwe en sus asuntos internos, ha llegado a dudar esta vez, si quizás no se está jugando con reglas democráticas. El único que no ha cedido a la opínión general que Mugabe debería renunciar al poder, es Mbeki, quien hasta ha votado en contra de una noción para sancionar al régimen de Mugabe. El es su baluarte. Su válvula de oxígeno, en una economía en retroceso. Si no fuera por Sudáfrica, no tendrían luz eléctrica, ni casi alimentos. China y Rusia también siguen apoyando el régimen a pesar de sus numerosos detractores a nivel internacional.

La cuestión de apoyarlo o no tiene varias facetas que considerar. La economía de Zimbabwe está a nada de colapsar. Eso lo han dicho ya desde años. Sin embargo ha empeorado tanto, que hasta un ciego diría lo mismo. Es la única economía de un país, que sin estar en guerra externa o interna, tiene un decrecimiento de tales magnitudes, y una hiperinflación incalculable, que se estima en 160 000 % actualmente. El momento que colapse el sistema, todos los vecinos tendrán una oleada aún mayor, de la actual de refugiados en sus fronteras, y posiblemente en campamentos en su territorio. Pondrá en un equilibrio muy precario la situación alimentaria de la región, si se agragan 13 millones de refugiados.

Lo que no aparece en primera instancia, pero que puede ser fundamental, es el rol del ejército. Este se mantiene en la sombra, ya que en teoría hay un régimen democrático, que se ha mantenido bajo el mismo Mugabe desde los últimos cinco mandatos. Las declaraciones hechas por su cúpula, de no querer bajo ningún concepto colaborar con Tsvangirai, solo evidencia lo que no se ve. Lo que tenemos en Zimbabwe es una dictadura militar disfrazada de república presidencial. No es mentira que existe la represión contra todo disidente al régimen. Hay abiertamente violaciones de los Derechos humanos más fundamentales. Se logra silenciar toda oposición con los medios más bastos, como apalear a un opositor para que no pueda llegar a subirse a un avión en el aeropuerto mismo de Harare. O sino no se expiden pasaportes a aquellos que se consideran peligrosos en el exterior. El permanente hostigamiento del MDC no es prueba menor de lo anteriormente dicho.

Parece irónico que el MDC tenga propuestas más izquierdístas que el ZANU PF, liberador de la nación del colonialismo. El mismo presidente mantiene su retórica anticolonialista, antioccidental, pero a la vez colabora con importantes empresas de minería estadounidenses. En todo, la dictadura ha sabido esconderse bien en su fachada, pero cada vez menos. Los incidentes son muchos ya. También lo son los años que lleva acumulado como presidente en funciones. Mientras tanto el país se unde cada vez más en el hoyo. La población está más sumida en la pobreza, y la agricultura, que alguna vez era exportadora, está en una crisis sin igual.

No se sabe cuando vivirá más este dinosaurio de la era del poscolonialismo. Lo cierto es que parece gozar de la salud necesaria para desemeñar las funciones presidenciales a sus 84 años. La duda es si llegará igual cuando termine a los 89 años su sexto mandato. O si a los 89 se presentará a su séptimo. Para el país en general esto es realmente mala noticia. Y si el sistema no colapsa pronto, lo hará en dos o tres años más. Mientras tanto ya nos enteraremos de las peripecias del compañero Mugabe, como le decían en sus buenos tiempos. Esto es la decadencia moral materializada en un líder carismático e histórico. Quizás conviene o bien saber retirarse antes de que le llegue la mala racha, o morir heróicamente, y ser recordado por lo bueno a defecto de no haber llegado más lejos en la vida.

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