sábado, 10 de mayo de 2008

El debate sobre la reforma de Pemex está abierto

EL debate porfín ha llegado a materializarse alrededor de la reforma energética de Pemex. En ella se encuentran todas las fracciones del senado incluso las opositoras. La cuestión esencial sigue siendo la inyección de capital extranjero en la paaraestatal mexicana. Según los grupos a favor es una demarcha necesaria si se quiere mantener a la industria petrolera en pie, pues las reservas comprobadas en el golfo de México están en declive a la vez que no se han hecho exploraciones nuevas para aumentar la capacidad de producción a largo plazo.

La pregunta es justamente el porque no se han hecho estas exploraciones tan esenciales en el desempeño de la industria en cuestión. En la paraestatal es sabido que hay problemas financieros graves, como también una falta de transparencia presupuestal. Ahora es cuando se pone enfasis a esta problemática, cuando lleva sucediendo desde años si no décadas. Las administraciones pasadas se han dedicado a extraer los beneficios del petróleo para sustentar si no su formación política sus proyectos políticos poco transparentes ellos también. Resulta que se ha llegado a un grado de saturación,del cual ahora hay que recurrir a capital extranjero. Visiblemente la autocrítica por parte del gobierno brilla por su ausencia.

Una reforma es sin duda más que necesaria, más bien urgente, puesto que siendo un importante motor económico nacional su declive llevaría a un empobrecimiento real de la población en general como también pondría en riesgo la soberanía energética de México. Como primer recomendación sería hora de aliviar a la paraestatal de sus obligaciones fiscales con Hacienda, misma que le restan más de la mitad de los beneficios de la extracción de petróleo y gas. Además sería de gran utilidad que Pemex no solo se encargue de extraer el crudo, sino también de refinarlo. Es un hecho que la gasolina y el gas líquido son refinados en el extranjero, por razones evidentes en EE.UU. Para ello existen también las alianzas con otras paraestatales o quizas no sea ni necesario de recurrir a dinero o saber extranjero. México tiene a gente formada especialmente en la industria petrolera, como tiene una experiencia importante en la gestión de la misma a raíz de décadas de tener el negocio del petróleo estatizado.

Puede que por el otro lado al final de cuentas salga una alianza con capital extranjero. EL problema es a la hora de querer saber más sobre el proyecto en concreto de Felipe Calderón y su gabinete. Siempre hablando de reforma del porque de la misma pero nunca entran en los detalles de que es lo que prentenden hacer. Se sabe por ende de una posible colaboración de Shell o de la BP, sin tener tampoco nada más claro de que alianza se trate. EL carácter jurídico siempre queda en la ambigüedad.

Se ve que la resistencia civil en la defensa del petróleo ha sacado una victoria al aplazar un hecho consumado, y está instancia de debate aclarará las opiniones por parte de la ciudadanía hacía el tema, que tanta controversia provoca. Se comprobará si puede existir diálogo o quizas hasta un acuerdo con el cual esta reforma sea para el beneficio de la paraestatal como para la economía de todos los mexicanos. Si de lo contrario se siguiera procediendo a privatizar a Pemex contra la voluntad del pueblo mexicano, la resistencia civil es la responsable de seguir haciendo presión desde abajo para que de ninguna forma se proceda a repartir los beneficios de todos entre pocas manos.

Las dificultades que está teniendo Pemex deben y pueden ser resueltas con la colaboración activa de sus trabajadores como de gente formada del país, además que es mentira que falte dinero. Lo que falta es la voluntad política ante todo. Que aquellos que se enriquecieron con el Pemexgate devuelvan lo sustraido y quizas podríamos obviar la reforma habiendo metido capital mexicano que en primer orden tendría que haber sido destinado a la reinversión para la exploración de nuevos yacimientos en vez de financiar al PRI. Reformemos en la causa del problema y no en la consecuencia, terminar con la corrupción a nivel estatal como dentro de la paraestatal. Eso si sería meritorio de llamarse una reforma.

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