A veces hasta al diablo le sale una mala carta, pues ni
siquiera él se salva de perder alguna vez. Lo mismo tiene que pensar David Cameron, quien el pasado
29 de agosto no logró, pese a ocho horas de sesión en el Parlamento británico,
pasar la moción de ley que permitiría la intervención militar unilateral sobre
siria. Así Cameron y su viceprimer ministro Nick Clegg pierden la apuesta de
entrar junto a sus socios de EE.UU por 285 votos en contra y 272 a favor, con la finalidad de ejecutar la campaña de castigo en contra del régimen de
Damasco. Este gran revés obligó al primer ministro a reconocer la inviabilidad
de toda intervención militar, tanto por representantes del partido laborista,
incluso de sus propios correligionarios, quienes se le opusieron. En EE.UU. por
su lado Obama tiene a su vez dificultad de pasar la voluntad de guerra por el
Congreso de la Unión dominado por el partido republicano. Se le exige en efecto
mayores pruebas, y si en el caso más consistentes para probar de forma
convincente la culpabilidad certera del presidente Assad detrás del ataque
de gas sarín el pasado 21 de agosto en Ghouta, en las afueras de Damasco, la
capital siria.
Por lo tanto dos de los grandes promotores de esta medida de
castigo, que debería de haber iniciado hoy mismo, se tuvo que posponer por
ahora, por muchos otros aspectos también. Cuando el jueves 29 de agosto una
resolución británica para permitir la intervención en Siria es objeto una vez
más del veto combinado de China y Rusia, la posición de la administración Obama
estaba más que fijada, pues independientemente de los resultados de la votación
en el Consejo de Seguridad de la Onu, el plan prosigue. Tal es el caso que un
quinto destructor se acercó al Mediterráneo oriental, para el caso hipotético
de un ataque a distancia.
Esto es el único modo que podrían actuar, pues para comenzar
los rusos tienen una importante base, la única en el mediterráneo, en el puerto
de Tartus, que sirve de contrapeso para que entren directamente. Líbano le
prohibió todo tránsito a cualquier nave con fin bélico en su espacio aéreo, y
ante todo se acercó incluso más a su vecino ante la amenaza inminente.
Jordania, en un afán de mantener la neutralidad, se dice contrario a toda
colaboración en el operativo, eso que se pueden considerar interlocutores privilegiados
con EE.UU. e Israel. Israel, país en perpetuo estado de guerra, subió la alerte
militar, para el caso que se vean afectados de forma colateral por el ataque,
que podría expandir el fuego en toda la región, cuando no sólo son vecinos,
sino además tiene tierras que ocupan desde la guerra de los seis días, en el
año 1967.
Los turcos, que en un momento eran aliados incondicionales
de Assad, ahora son su peor enemigo. Tal es el caso que Erdogan se posiciona
como uno de los más procactivos aliados en la región en lo que concierne el
proyecto de intervención limitada. Es también de mencionar que su frontera
común con le interesado, y una estrecha colaboración con los opositores, al
grado de darles puerto seguro, resguardo de los ataques, y una base logística que
es sin duda imprescindible para el Consejo Nacional Sirio con sede en Estambul.
Por lo tanto se pueden considerar por ahora el aliado más fiable en la región,
que en su mayoría, desde Egipto hasta Iraq, se oponen a toda intervención.
Mientras que los griegos se mostraron neutros, pero no
accedieron a prestar sus bases para tales fines, dado que su postura en el
mediterráneo además les es seguramente importante, y si de por sí, bajo Papandreu jr, la imagen del
gobierno heleno se deterioró notoriamente frente al mundo árabe. Italia por su
lado dice no querer participar tampoco, ni activa ni pasivamente, salga resolución
o no. Esto se parece una vez más al dilema que tuvo el gobierno de Roma cuando
la caída del coronel Ghadafi, aliado estrecho del entonces primer ministro
Silvio Berlusconi, en 2011. Esta vez se trata de Enrico Letta, quien en el 2013
tiene que velar por la neutralidad de una nación tan al centro de este gran
lago, que hoy parece una tina llena de buques de guerra listos para atacar.
Finalmente la postura francesa que queda por ahora
pro-ee.uu. como hace mucho, parece ser el aliado más fiable, además uno que sí
parece tener la capacidad de actuar son necesidad de mucho protocolo parlamentario
y en la inmediatez además. Sin embargo la reputación de François Hollande,
quien está muy desgastado políticamente, aunque no lleve mucho tiempo en el
poder, no goza de un apoyo mayoritario, más que en un núcleo más sólido del
Partido Socialista, pero que curioso otra vez, en oposición al derechista UMP
de Sarkozy. En efecto es el segundo proyecto militar desde la administración
Hollande, que ha demostrado ser más militarista aún que su predecesor, quien se
afiló los colmillos entonces contra el ahora difunto Muammar Gadafi en Libia.
No obstante que Mali le haya salido relativamente limpio, aunque esté por ver
si no tendrá mayores consecuencias para los intereses franceses en la región y
en el mundo, en todo caso demostró que
el traje de comandante en jefe le da una seguridad y autoestima, que el solo
traje no le puede proporcionar.
El proyecto fast-track de guerra por ahora se frenó. Sin
embargo algunos voceros de EE.UU. han dado a entender que la responsabilidad de
Obama frente a las atrocidades no se puede quedar impune, que los responsables,
ergo el gobierno de Al Assad tiene la
tiene sin lugar a duda, viene a contradecir una espera general por ver los
resultados de los equipos de la ONU, que deberían de concluir en la mayor
brevedad. Antes del sábado ya no hay más personal de la ONU en suelo sirio, por
lo que entonces sí se puede comenzar los tiros, puesto que no se quiere ver lo
que pasó en Iraq, donde Sergio Vieria de Mello, diplomático brasileño al cargo de
la misión, muere durante los bombardeos. Estos gestos rara vez queda bien a la
luz de la opinión pública.
La comunidad internacional, incluso en el sentido más
restringido de la palabra, no supo responder positivamente al llamado moral del
Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, a iniciar una guerra a control remoto a
un país soberano, y sin resolución de
por medio para justificarla. Su mejor aliado vio como por primera vez le falla
el cálculo político y tiene que tomarse el trago amargo. Sin mucho apoyo más que
Turquía y Francia, con lo que tal vez ya se pueda decir que es una parte de la comunidad internacional,
quedan las palabras al aire. Obama se sintió fuerte para acelerar la
intervención, pero se quemó las cartas muy rápido. El precedente de Libia sin
duda hizo más cautos también a Moscú y Pekín, que no dieron su voto de
abstención, sino por lo contrario, llevan más de tres rounds, bloqueando una y
otra vez las ofensivas para legitimar los injustificable, por las meras promesas
tener de pruebas, pero sin nunca
sacarlas a la luz.
Assad puede suspirar, pues lo peor acaba de ser
abortado en su origen, no será mañana que le caigan los misiles sobrevuelen le
cielo sirio los cazas franceses, ee.uu. o turcos, pues cada uno tiene sus propios problemas que
resolver, y ciertamente estas aventuras extra-regionales suelen ser
placenteras, cuando en casa hay orden. Pues ni Cameron, ni Obama, ni Hollande
pueden presumir de tal condición. ¿O será que por lo mismo, cada uno quiere
distraer a su gente de lo que verdaderamente afecta, con una guerra exterior,
tan necesaria cuando todo consenso dejó de ser, y no hay argumento que
presentar que remedie la situación.
Es una jugada arriesgada la que se mete el premio nobel de
la paz, quien por cierto tiene una creciente demanda social, e incluso circulan
muchas peticiones para retirarle al presidente Obama el título honorífico de
premio nobel de la paz, faltaría más, que con una cola que pisar de kilómetros,
se sepa ahora justificar, que en el fondo, es un hombre de paz, tal como dijo
en 2009 al recibir la condecoración.
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