martes, 26 de abril de 2011

La cumbre de Roma Sarkozy y Berlusconi o la alianza franco-italiana anti-inmigratoria

El encuentro entre Nicolas Sarkozy y Silvio Berlusconi el día de hoy en el palazzo Madama de Roma, tras el incidente fronterizo surgido el pasado 18 de abril, vino a simbolizar el acto de reconciliación entre Roma y París,. En ese día 18 de abril el gobierno francés suspendió de forma unilateral todo tráfico entre Ventimiglia, Italia y Menton, Francia en el departamento de Alpes Marítimos. Esta decisión en parte fundamentada en la llegada de ciudadanos tunecinos con papeles temporales de estadía emitidos por le gobierno de Italia desde la isla de Lampedusa hasta la mencionada frontera italo-francesa. La negativa de París de permitir todo ingreso de dichas personas en teoría viene razonado por la falta de fondos comprobados por los detentores de los permisos italianos, por lo que sin formalmente desconocer la validez, se agrega el requisito económico, que en muchos casos se convierte en un obstáculo para el inmigrante en cuestión.

En dicha reunión ambos mandatarios han hecho declaraciones varias, acerca de los recientes desarrollos en el mundo árabe. Por un lado está el tema de predilección actual, Libia y su guerra civil intervenida por la OTAN. El día de ayer un misil teledirigido impactó en el búnker de Bab Al Azizah, matando a tres combatientes leales al líder, pero sin poner en peligro la vida de Muammar Ghadafi. Mientras que la OTAN desmintió toda intención de ataque premeditado contra Ghadafi, al justificar que dicho búnker servía de base logística, para "reprimir a la población civil". Un portavoz del gobierno libio por su lado declaró que no sólo el líder supremo está en perfecta salud y "con la moral alta" sino que aprovechó para poner en tela de juicio la intención de proteger a la "población civil", cuando en realidad se está bombardeando de forma interesada ciertos sectores del país y otros en cambio no. El presidente del consejo italiano fue puesto en la disyunctiva tras una llamada telefónica de Barack Obama, para decidir porfín de intervenir a su vez en el conflicto, más allá de la mera autorización de emplear sus bases en el sur de la península por parte de las fuerzas aéreas involucradas hasta la fecha. Cabe recordar en este contexto, como el gobierno de Obama autorizó formalmente el empleo de las fuerzas armadas estadounidenses en Libia. Esta noticia llegó con mucho optimismo por parte del Consejo Nacional de Transición, donde el presidente autoproclamado del Consejo, Mustafa Abdel Yalil, felicitó al presidente de consejo de ministros italiano por su decisión de participar en el derrocamiento del "dictador" de Ghadafi.

El tema de los flujos migratorios se ha convertido en clave en una Europa que se dice incapaz de recibir tal cantidad de personas en su suelo. Sobre todo Italia es el país más próximo de Túnez, como de Libia. En ese sentido ambos mandatarios estaban de acuerdo en que el Tratado de Schengen tenía que ser revisado, a efectos de mejor regular el futuro flujo de migrantes y refugiados provenientes de países actualmente en crisis, como Libia y Túnez por lo pronto, pero siendo una lista no exhaustiva. La retórica es contundente de inicio a final: el régimen de Muammar Ghadafi no goza más de la legitmidad de la "comunidad internacional", por lo que es necesario deponerlo. En consecuencia Francia ha dado el reconocimiento a nivel más institucional hacía el Consejo de transición y su actual presidente en funciones, Mustafa Abdel Yalil y ha optado por una intensificación de los bombardeos desde el aire por parte de la OTAN. También se vió en los días pasados una cierta progresión de los rebeldes, al tomar el control de Zintan, Jabal Al-Gharbi y sobre todo recuperar el control de Brega y Misurata.Una vez más la situación de la guerra civil está en favor a los rebeldes. Con la entrada en la guerra de la administración de Obama, y con la llegada de "asesores militares" de Italia, Francia y el Reino Unido, con toda evidencia estamos siendo testigos de una guerra de conquista occidental, disfrazada de un matiz rebelde nacionalista, que pena en convencer en sus verdaderas intenciones, si no es un mero títere de EE.UU, Francia y el Reino Unido. Con la entrada formal de Italia en el contingente anti-Ghadafi, que también cuenta con la participación de Qatar como única nación árabe que reconoce formalmente la legitimidad del dicho Consejo, la alianza se ve nutrida de la participación de la ex-metrópolis, presente hasta el año 1942 en Libia.

No es una decisión que cause unanimidad en el seno del gobierno italiano. La Lega del Norte, que forma una alianza junto con el Partido del Pueblo de la Libertad (PDL), formación liderada también por el presidente del consejo, se ha dicho contraria a esta iniciativa. Pero lo cierto es que Berlusconi se adelantó a la consulta con el líder legista Umberto Bossi, al considerarla de primera necesidad. Un proyecto de los mandatarios presentes fue el iniciar una demanda de reformulación del tratado de Schengen, en casos de excepción justificada. Esto se ha dado en el pasado en repetidas ocasiones, en el G8 en Heilligendamm, Alemania entre otros. En todo caso el revisionismo pretende vaciar de todo contenido el principio de libre circulación en Europa, y endurecer la FRONTEX, policía de las fronteras exteriores de la Unión Europea, entre Grecia y Turquía, España y Marruecos (como también el Sáhara ocupado), y entre Italia y Túnez/Libia.Pero de hecho se viene aplicando, y Bruselas ha dado su buen visto en la iniciativa francesa, denunciada por Roma, al ser según ellos conforme con la ley europea.

Esta política de endiguar la inmigración que se puede resumir en "fortaleza Europa", responde a una concepción territorial defensiva comunitaria frente a las aparentes amenazas de los inmigrantes de todo tipo, sean económicos, políticos, o incluso refugiados de guerra. Al parecer es del todo aceptado intervenir en Libia, pero para lo que concierne los libios afectados, que cruzan hacía la isla de Lampedusa no hay merced a ojos de París. Ellos nunca serán bienvenidos en Francia ni Italia, al menos de que sean representantes "legítimos" del Consejo Nacional de Transición, y vengan a entregar su soberanía y su petróleo a cambio de limosnas.

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